Mi rey. [2# Libro de la bilogia "Nuestros".]

[MR] Capítulo 01: Su gran majestad.

Su gran majestad.

Esperaron tranquilamente sentados en el salón, a la llegada de "Su gran majestad" como lo había apodado Shey, total y absolutamente asqueada por la espera. Miro cada rincón de aquella enorme habitación, su decoración era antigua, casi medieval, pero daba un toque de misterio al lugar.

-¿Estas segura de esto?

Estaba agradecida de que él se preocupara por su salud mental tanto como por la física, pero la pregunta hizo que una de sus comisuras se alzará.

-Si estuviera más segura ya estaría adentro del despacho de ese rey sin esperar un carajo.

Una sonrisa se asomó por sus labios. Le encantaba su manera de ser, de actuar e incluso de hablar, porque era todo lo que él no había conocido a lo largo de su vida. Tomó su mano antes de mirar furtivamente a los guardias. "¿Por qué demonios la miran tanto?" Y los celos, cuánto los detestaba, pero odiaba más aún que ellos la vieran de esa manera.

-Tranquilo, muchas cosas se miran pero jamás se tocan.

Susurró contra su oído haciendolo destabilizar su mundo. Esa mujer podría hacerlo caer con sólo un susurro.

-Prefiero ninguna de las dos.

Ella río. No le importaba cuanta veces se lo dijera, no entendería, ella ya no iría con ninguno más que con él.

-Si tanto insistes.

Le gustaba juguetear, y mucho. Con un mano agarró su mejilla antes de besarlo en frente de cada guardia, y no le pudo importar menos. Finalizó con una pequeña mordida antes de alejarse un poco apreciando cada rojes de su tez. ¿Podría ser más tierno?

-Dudó que se acerquen.

Estaba en lo cierto, ningún guardia se atrevió a mirarla de nuevo, con incomodidad evitaban repetir ese vergonzoso error de quedarse parados como idiotas viendo como la hermosa mujer que los tenía un poco flechados besara a su pareja sin pudor alguno delante suyo.

Sin duda alguna, le fascinaba que ella no escondiera para nada su relación, que hiciera ese tipo de cosas en frente de todos sólo por él, era algo... nuevo, aunque vergonzoso, no estaba experimentado para ese tipo de cosas a pesar de tener 19 años de vida -no físicos-. Sin que ella pudiera percatarse intentó mirar la marca, tenía un pañuelo cubriendola, eso no le gustó en lo más mínimo. Fruncio sus cejas antes de reclamar.

-¿Por qué ocultas la marca?

Ella rodó los ojos antes de responder.

-No es por la marca, sólo quería ocultar mi collar, creí haberte dicho la importancia de este.

Se lo había explicado, incluso la parte en dónde los vampiros entraban en eso. Cada vampiro tenía la suya, pero sólo los vampiros la poseían, sería tan raro que ella tuviera uno, se supone que no es una vampiresa, y no existen en ese mundo los híbridos, era imposible que consiguiera tener alguno, se crearían preguntas y muchos meterían sus narices en su raza.

Aparte, su cabello y sus ojos entrarían en conflicto, no había raza que tuviera sus características, muchos habían ignorado ese detalle por el momento, pero en en el instante que los vampiros empezarán a crear chismes y demás, todo se iría a la borda.

-Lo siento.

Se disculpó por no percatarse de ese asunto. Detestaba saber que ella tendría que cuidar cada mínimo detalle sólo para que malas lenguas no hablen, era odioso, porqué sabía que ese no era su estilo, y tampoco su forma de ser, pero lo hacía igualmente, sólo por él.

-Sabran disculpar por la tardanza.

Imponente como ningún otro, apareció un vampiro, era de tez clara y ojos color carbón al igual que su pelo, se veía joven, demasiado a decir verdad. Era él... el rey vampiro. Pero... ¿Por qué se veía tan malditamente bien? ¿No debería de estar al borde de la muerte? Se preguntó Shey mientras se paraba a saludarlo, en ningún momento perdieron el contacto, él la miraba como si fuese sólo una ilusión, de una manera algo rara, y ella se sentía extrañada por su apariencia más no pasaba el hecho de que él la viera de esa forma tan peculiar y especial.