Mi vida siempre ha sido una montaña rusa, demasiadas emociones y situaciones en poco tiempo y a velocidades vertiginosas.
Ahora que lo pienso, jamás me he detenido ni un momento, nunca he disfrutado de la quietud, no desde que tengo memoria.
Enciendo un cigarrillo mientras observó el firmamento.
Beach City tiene un hermoso cielo estrellado.
Y fumar es un mal habito, no deberían intentarlo.
Sin embargo es algo que me cuesta dejar.
Sobre todo cuando siento ansiedad.
Veo las cenizas caer y perderse en el viento primaveral, la pequeña luz anaranjada del tabaco consumiéndose me alumbra débilmente.
De pronto escucho un ruido a mi costado derecho y alcanzo a distinguir la silueta de aquella chica rubia.
Le veo fijamente.
Esta bebiendo cerveza otra vez.
Vaya que extrañe esto, sonrío sin poderlo evitar.
Cierro los ojos, disfrutando de este momento.
Una risa rompe la quietud y mi corazón se remueve.
La chica de ojos verdes esta riéndose en la oscuridad.
Conozco ese sonido.
No es una risa de felicidad, es la risa de alguien con el corazón roto.
¿Qué te provoca ese dolor?
Escucho débiles gimoteos.
¿Por qué sufres?
Sé que no soy la más indicada, pero me gustaría poder aliviar tu pesar.
Te veo volver a tu departamento, me siento intranquila.
Gracias al silencio logro percibir el débil sonido de una puerta abriéndose.
¿A dónde vas?
Y cuando menos lo pienso ya me encuentro vistiéndome para salir, a mala hora se me ocurre andar en trusas.
No alcanzo el ascensor, así que me dirijo a las escaleras, el portero no esta, te veo a lo lejos.
Estas ensimismada en tu propio mundo, caminando de forma automática, ni siquiera notas que me encuentro a un par de metros detrás de ti.
Ah, la tienda de 24 hrs.
Entras y te diriges al fondo, llevas bastantes cosas.
Ahora que lo pienso yo también debería comprar algo, no he cenado.
Reviso mis bolsillos, por fortuna me he puesto los pantalones donde he dejado algo de dinero.
Bien, debería entrar.
Siento como algo se impacta en mi pecho, es bastante cálido y agradable.
Ahora mismo me encuentro frente a mi bosque personal.
"Lo siento"
Esa frase escapa de nuestros labios.
Woah, tu voz es ligeramente aguda.
Hablas con la nariz, eso es lindo.
Nos miramos la una a la otra fijamente por largos segundos y finalmente recuerdo que también he decidido comprar comida.
Hago mi diligencia lo más rápido posible, no quiero que regreses sin mi.
La bolsa que llevas en tu mano y el sonido de tus muletas resuenan en la penumbra de la calle.
Tu andar es pausado.
Mi vida siempre ha sido una montaña rusa, demasiadas emociones y situaciones en poco tiempo y a velocidades vertiginosas.
Pero tus pasos suaves me llenan de paz.
Eres tú, chica de ojos verdes como el bosque, la tranquilidad que siempre he añorado.
Hey, ¿Podemos tardarnos un poco más?
Todavía quiero caminar a tu lado.
