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ONE • FRAGILE MASCULINITY
BILLY HARGROVE DESDE que llegó a Hawkins supo que era un sitio aburrido y rutinario a comparación de California. Por eso iba de fiesta en fiesta, de chica en chica, de carreras de auto a otras, molestar personas para tener acción en su vida nueva; pero después de un mes de vacaciones y dos días de clase no había nada que le impresionase en este pueblo y comenzaba a desesperarse por despejar su mente.
Pero esa desesperación no duró demasiado cuando un rugido de motor apareció a su izquierda: Una motocicleta de color negro y plateado brillante había estacionado al lado de su auto. Billy enarcó una ceja al ver como el dueño sacaba la llave de ella; vestía unos pantalones de cuero, unas enormes botas, y una chaqueta de cuero con tallas cerrada y, por supuesto, un casco a juego de color negro y llamas que lo decoraban. —Linda motocicleta. —Billy le habló con un tono sarcástico, aunque en el fondo era verdad. —Pero si ves allí. —Señaló una parte del estacionamiento que era más lejana, había unas tres motos. —Es el estacionamiento para tu motocicleta, idiota.
El dueño se giró hacia Billy y levantó su mano para mostrarle su dedo índice. Al rubio no le hizo mucha gracia, se enfureció y salió del auto cerrando la puerta de este con fuerza. —Mira, no sé quién eres, pero tienes que saber que aquí en Hawkins me tratas con respeto, hijo de puta. —Pero el motociclista en vez de responder con temor, empujó a Billy con un brazo y este estrelló su espalda contra su camaro.
El motociclista soltó una pequeña risa ahogada por el casco, una risa que Billy reconoció como femenina. El dueño se sacó el casco y reveló a una chica con cabello ondulado de color negro y un piercing en la nariz: Una chica que por su aparecía se podría decir que era alguien con quien no querrías meterte. Pero su apariencia no fue lo que sorprendió a Billy, sino que la enorme fuerza que poseía aquella chica y las agallas como para humillar al nuevo rey de hawkins. El rubio se sentía furioso, pero atraído hacia la chica misteriosa. —Un par de modales no te habrían hecho mal. —La joven se bajó de su motocicleta y acomodó su mochila mientras se acercaba a Billy. —Que fácil es romper la masculinidad de los hombres, ¿no? –Dijo mientras miraba los ojos celestes llenos de enojo del muchacho para después mirar el público que se había formado. —Nos vemos, idiota.
Billy Hargrove la observó caminar hacia la entrada de la escuela, se sentía tan contrariado, no podía creer que una chica lo había empujado unos metros con tan sólo un brazo y después decir que su masculinidad era frágil como un cristal.
Sin duda, para Billy esa chica solo significaba una cosa: peligro.
