Aprecio por unos segundos el paisaje, el montículo que se levanta a unos metros de mí donde se puede apreciar el imponente paisaje de todo Coldprince rodeado de una cordillera de montañas plagadas de pinos y manzanos, el césped tan verde cómo una manzana tapiza el suelo sin dejar si quiera un espacio al descubierto, brotando de él tímidas florecillas que sonríen al sol.

Sí, a ella le encantaría este lugar.

—¿Qué hacemos acá? —pregunta Adrien tomando mi mano nuevamente.

Suelto un suspiro nostálgico.

—¿Sabes? antes era una persona totalmente distinta, no era yo. Siempre me escondía con el miedo al rechazo, me quejaba de no tener amigos, cuando no permitía que nadie se acercara. Siempre siguiendo las opiniones de otros, siendo limitada...

Adrien entende que no me siento con el suficiente valor para responder esa pregunta. No aún.

—¿Y qué pasó? —Me sigue la corriente, pasando un brazo por mi cintura.

Esbozo una breve sonrisa con la mirada perdida en el horizonte, conmemorando ese instante que por un momento casi lo vuelvo a vivir, antes de darme cuenta, mis ojos están arropados por un grueso manto de lágrimas saladas.

—Me pidieron un lápiz el primer día de ingreso a la universidad —Mi voz se quiebra a mitad de la oración.

Adrien no me abraza totalmente solo mantiene su agarre en cintura. Es increíble cuanto me conoce. Sabe que me romperé si se atreve a abrazarme por completo y es justo lo que no quiero.

Necesito hacer esto.

Intento calmar mi llanto entre respiraciones tomándome un tiempo en silencio, retomando nuevamente el control.

-¿Ava? -Vacila luego de un silencio prolongado.

-Ella era todo lo opuesto a mí -Asiento-, y la detestaba muchísimo. Pero tal vez entre toda su locura tenía algo de razón, tal vez era más consciente que yo en, -Suelto un bufido cargado de amarga ironía- ... En todo.

Mi agarre en una de las cintas de mi bolso se intensifica y, entre suspiros, saco de su interior un jarrón pequeño con grabados y una pedrería que hace años me encargué de pegar, el envase plateado es de un tamaño mediano que con una delicada tapa que contiene lo que tanto me niego a perder.

-Cuando Ava falleció, yo sentí que mi mundo se desintegraba. -Trago el nudo en mi garganta-. Temía que todo volvería a ser como antes sin su presencia no estaba segura de si podría hacerle frente al mundo yo sola, porque necesitaba de ella, de su apoyo, sus concejos, sus sonrisas, bromas... Ava fue mi liberación, fue quién me ayudó a salir de mi cajita de cristal. Pero lo que no sabía, es que estando ella o no quién decidía si encerrase otra vez o destrozar la cajita para siempre era yo.

Inicio mi camino hasta el montículo sin interrumpir mi narración, Adrien no me suelta o interrumpe en ningún momento, solo me escucha y apoya pacientemente.

Él entiende lo difícil que me resulta hacer esto, también ha perdido a personas importantes.

-Ava era una persona libre, que en todo momento pensó en mi futuro, e incluso después de fallecer ha seguido dándome lecciones. Al morir Ava no pudo ser enterrada porque Maven y yo no teníamos el dinero necesario. Me alegro de eso, porque ahora puedo llevar a Ava conmigo donde quiera... Pero eso no es lo correcto, -Mi voz se rompe evocando pequeños temblores en mí- Ava era un alma libre con ansias de vivir aventuras, explorar y ayudar...

Un sollozo travieso escapa de mis labios descontrolando mi respiración con su presencia y haciendo crecer el nudo en mi garganta. Ni siquiera el delicado olor a flores que adorna este lugar es capaz de tranquilizarme.

Cajitas de CristalNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ