VIII- I Will Take You Down

Start from the beginning
                                    

Ryan volteó, apoyándose en el marco de la puerta. Se veía confundido.

—Es nuevo. ¿Cómo puede estar a cargo de mi caso?—preguntó, un aire de amargura resaltando en su voz. 

—Haciéndolo. Está igual de bien entrenado que tú.—finalizó.

La puerta se cerró frente a Ryan, haciendo que retrocediera lentamente. No había sido tan malo como esperaba. Creía que se iba a enojar de verdad. Eso no había sido nada. En el fondo, "Él" estaba de mal humor todo el tiempo.  Por otra parte, estaba ese novato. Le daba gracia. Sabía que solamente había encontrado a Brendon porque él quería que lo encontrara. Aquel "Dallon" lo que sea no lograría nada solo. Era imposible.

Caminó hacia la oficina de Spencer, queriendo preguntarle qué cosa era lo que le había dicho a "Él". Tocó la puerta un par de veces, a lo que el ojiazul respondió, haciéndolo pasar. Abrió la puerta para encontrarse con él, sentando en su escritorio, frente a otro hombre. Ambos se pararon para saludarlo, mientras Spencer sonreía a la cara de confusión del castaño. 

—Ryan, él es Dallon—lo presentó,  señalando al hombre de ojos celestes que se encontraba frente a él—Dallon, Ryan.

Se sacudieron las manos, Ryan mirando todavía confundido al agente frente a él. Era más alto que él, no estaba acostumbrado a eso. Su pelo era castaño oscuro, peinado descuidadamente hacia el lado, con orbes de un color celeste diferente al de Spencer; más oscuro. Sus finos labios formaban una pequeña sonrisa. Así que él era Dallon...

—Los dejo unos minutos, para que se conozcan—dijo Spencer, dirigiéndose a la puerta de la oficina, ocultando una risita al ver a Ryan, rodando los ojos, irritado-. Después de todo, van a trabajar juntos.

Después de que Spencer se hubiera ido, ninguno de los dos quiso sentarse. Ryan hizo un ademán, retrocediendo unos pasos para quedar más lejos. Le molestaba bastante aquello del "espacio personal". 

—Así que te asignaron mi caso...—comenzó Ryan, con un tono de voz irritado.

—Ahora es mío. ¿De verdad era tan difícil...?—al ver a Ryan entrecerrando los ojos con lo que iba a decir, mejor se quedó callado. No le convenía ganarse enemigos en el primer día.

Ryan prefirió ignorar su comentario y comenzó a hablar, con poco interés.

—Primero que todo, tienes que conseguir un nombre clave.—partió el castaño, mirándolo a los ojos.

—¿Tú crees?

Ryan asintió, dirigiéndose a la despensa y sirviéndose una copa de vino rápidamente, sin molestarse en preguntarle a Dallon si es que quería.

—¿A caso no te habían dicho? En verdad, es bueno tener varios, asi no pueden identificarte tan fácil...

—Jordan, ¿Está bien?—preguntó el ojiazul, su tono de voz cambiando a uno bastante más grave y bajo.

Al darse vuelta, el rostro de Dallon se encontraba frente al suyo, sonriendo de lado. ¿Qué se creía? El castaño trató de retroceder, con el ceño fruncido. Estaba claro que Dallon quería ir por algo más, pero no. No era el tipo de Ryan. Además, teniendo a alguien como Brendon... Todo lo demás parecía no estar para nada en el nivel.

—Me gustan tus ojos.—susurró el ojiazul, tomando la barbilla de Ryan entre sus dedos.

Ryan lo apartó con fuerza otra vez, tomando un largo trago de la copa de vino. No. Spencer definitivamente no los había dejado solos para eso. Además, no tenía sentido. Se acababan de conocer. ¿Por qué todas las personas siempre asumían que Ryan se acostaría con ellos? A veces, no era bueno que lo vieran así. Como ahora. Solo quería hacer su trabajo...

Dallon volvió a acercarse, quitándole la copa de las manos y dejándola en el escritorio, dominante. Lo empujó contra la muralla levemente, colocando su mano en su cuello mientras lo sujetaba con fuerza. Ryan, más que querer defenderse, estaba sorprendido. Era nuevo. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Qué le hacía creer que podía hacer esas cosas?

—A mi también me gusta el vino, ¿Sabes? Podrías haber preguntado antes de servirte solo a ti...

Su voz sonó áspera, antes de presionar sus labios contra los de Ryan con fuerza. Ryan frunció el ceño, dejándose ir por unos segundos. Dallon lo besaba con firmeza, de una manera que era casi dolorosa. Sintió su lengua deslizarse dentro de su boca, mientras ambas de sus manos lo sujetaban por el cuello. Le estaba costando respirar, y no entendía qué estaba pasando. En un par de segundos, sacó el revolver que siempre llevaba dentro de su chaqueta y lo presionó contra el pecho del ojiazul, quien lo dejó de besar automáticamente, mientras se apartaba.  Ryan se hizo a un lado, tomando la copa del escritorio y tomándose todo lo que quedaba en ella de una sola vez, limpiando su boca con la manga de su chaqueta.

—Solo vengo a decirte algo, Jordan...—hizo una pausa, sonando amargo y enojado—. No lo vas a lograr solo. Nadie, nadie logra encontrarlo. ¿Y ahora? Ahora acabas de perder tu oportunidad de trabajar conmigo.

Dallon lo miró por un par de segundos, confundido, hasta que se dio cuenta de qué estaba hablando Ryan. Pareció querer decir algo, incluso disculparse, pero Ryan cerró la puerta de la oficina con fuerza antes de que incluso pudiera tomar aire para hablar. Caminó rápidamente, buscando a Spencer, sintiéndose estresado y asqueado por lo que acababa de pasar. Había "renunciado" a el caso de Brendon, se suponía que le deberían asignar un estúpido caso de homicidio pasional o algo por el estilo, no un idiota que quería robarle su lugar, y además acostarse con él de pasada. ¿Qué mierda? Juraba que si se le volvía a acercar por cualquier cosa, haría que lo designaran también.

Al llegar a la pequeña cafetería dentro del edificio, se encontró con Spencer revolviendo una taza de café. Lo tomó del brazo con brusquedad, llamando su atención.

—¿Por qué hiciste eso?—murmuró, sonando bastante enojado. Spencer se encogió de hombros.

—Me dijeron que ibas a introducirlo...

—No lo quiero volver a ver—lo interrumpió el castaño, hablando con rabia—. Qué lastima, tendrás que encargarte tú de él.—finalizó, soltando el agarre en su brazo y marchándose de la cafetería. 

—Si es que vuelve a hablarme... Será tu culpa.—sentenció.

Bajó hasta el estacionamiento, donde se quedó unos minutos sentado en el Corvette, en silencio. Que asco de día. ¿Qué podría hacer? Sus manos agarraban el volante con fuerza mientras pensaba. Esto era más de lo que podía soportar. Oh, como deseaba haberle pegado un tiro ahí mismo. Nadie tomaba su lugar. Menos un novato creído.

Pero ya había terminado.

Oficialmente, el caso de Brendon ya no caía sobre él, si no sobre aquel hombre de ojos azules. Ya no estaba en el medio de la luz, expuesto. Podía sentir el peso irse de sus hombros. Ya nada recaía en él. Estaba absuelto de responsabilidades y al fin podía hacer cualquier cosa que quisiera. La imagen de Brendon apareció en su mente. Tal vez ir a visitarlo no sería mala idea. Se le notaba en los ojos, en la manera en que caminaba y como sonreía, que lo deseaba infinitamente. No le haría mal divertirse un poco.

Echó el auto a andar y partió hacia el hotel. Habían pasado un par de días desde la última vez que lo había visto, y según los registros de el hotel, Brendon seguía alojando en la suite presidencial. Se le hacía sorprendente como nadie se daba cuenta de quién era aquel hombre. 

Al llegar, estacionó afuera y subió por el ascensor. Notó que habían cambiado la puerta completa, y sonrió para sí mismo. Al tocar la puerta, descubrió que estaba abierta, y entró con cuidado. Siempre podría ser algún tipo de trampa. Partió revisando desde el jacuzzi y la terraza, bajando las escaleras y dirigiéndose a la cocina. No había nadie. Finalmente, entró al dormitorio principal, donde todo se encontraba perfectamente ordenado. En el baño tampoco había nada. Le llamó la atención que la única cosa que descansaba sobre la cama, completamente hecha, era la bata de seda que Brendon había usado la última vez que se habían visto. La tomó entre sus manos con delicadeza. Estaba estirada. Era lo único que había en todo el departamento. Era como si estuviera abandonada.

De pronto, todo lo hizo sentido. Apretó la seda entre sus manos con fuerza y se dejó caer a los pies de la cama.

Se había ido. Brendon lo había engañado.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now