Me encontraba en la parte trasera de un taxi, de camino a una cafetería situada en pleno Londres. Estaba como de costumbre en mi mundo escuchando a mi queridísima amiga, la música cuando sin ningún motivo, el taxi paro. El taxista me dijo algo que no logre entender debido a que tenía los cascos puestos, cosa que el debería saber ya que son de un tamaño y un color (amarillo pollo, echarle la culpa a mi encantadora vecina que al mudarme solo se le ocurrió regalarme semejante “cosa” por llamarlos de alguna manera) y como soy demasiado vaga como para quitármelos digamos que pase un poquito de él… por no decir que me importaba un pimiento lo que me dijera, lo único que quería era que el taxi volviera a arrancar y así poder llegar a la maldita cafetería para tomarme mi maldito café.
Me dediqué a mirar por la ventana después de que al taxista le diera por arrancar.
Hoy hacia un día precioso, el sol iluminaba el cielo, y no había ni una sola nube, pero como estaba de un humor excelente (nótese el sarcasmo) lo único que me apetecía era que por arte de magia se originara una tormenta que durara años y así tener la preciosa excusa de encerrarme en casa, ponerle un cerrojo a la puerta y no salir más. Y bien os preguntareis por qué estoy tan agradable ( y si no se siente lo voy a decir igual) Todo empezó cuando a una de mis mejores Amigas, Eleanor se le ocurrió la idea de mandar una carta de petición haciéndose pasar por mí, a un instituto de Londres, ¿ y cuál es el problema ? pues que odio Londres. Y aquí estoy yo, harta del mundo y de todo el que lo rodea porque mi amiga se empeñó en que me fuera con ella a Londres a “vivir la vida loca" palabras suyas, y claro después de que mis padres leyeran la carta de aceptación del mejor instituto de Inglaterra, vete tú a decirles que su hija no quería ir.
El taxi paro y ahora si me quite los cascos.
-Ya hemos llegado señorita- Creo que no me voy a acostumbrar al acento tan “impecablemente impecable y educado” de los Británicos.
-Muchas gracias, ¿ cuánto le debo ? – Si, podía estar de mal humor, pero educación ante todo. A no ser que alguien me falte el respeto, entonces puede guardarse la educación por donde le salga de la zanahoria.
- Son £ 7,30 señorita -.
- Muy bien, hasta Luego- le entregue el dinero y salí tan rápido que no llegue a oír la respuesta del hombre.
Y ahí en frente la única cosa buena de Londres. Mi amado Starbucks.
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Amnesia (Luke Hemmings)
फैनफिक्शनQuiero empezar de cero. Olvidarme de todas sus pequeñas y perfectas imperfecciones que significaron tanto para mí No recordar nada de lo que pasó La clave es olvidar y la palabra, es amnesia. Pero, ¿podré olvidar a esa persona que significó tanto pa...