Benjamin Preston sintió que algo se le rompía por dentro, y de repente sintió que le faltaba el aire, solo para sentir como unas lágrimas brotaban de sus ojos. Él no había llorado desde que era un bebé, posiblemente. Pero estas lágrimas eran de completa tristeza. Se sintió desdichado, miserable. Dos de las pocas personas en todo el mundo que él podía decir que eran sus amigos estaban ahí, muertas y enterradas, mientras que él estaba increíblemente vivo, parado, viendo sus tumbas. Entonces sintió como sus lágrimas llegaban hasta sus labios y sin querer las saboreó. Eran agrias, de sabor metálico. Estaba llorando sangre.

-¡Increíble!- se sorprendió Benjamin cuando secó con el dorso de su mano las lágrimas y en efecto confirmó que se trataba de sangre. ¿Era normal llorar sangre en los vampiros? De inmediato cesó de llorar, impresionado por lo que descubría con cada segundo que pasaba. Ahora, con su condición de vampiro, tendría que aprender prácticamente todo de nuevo.

Benjamin se puso de pie, pues había estado sentado frente a las tumbas de sus amigos durante el rato que descubrió su capacidad de llorar sangre. En ese mismo instante, la idea le surcó la cabeza como un relámpago.

'Ellos están muertos, y ahora yo no puedo morir. Los mal nacidos que nos asesinaron la van a pagar caro, me voy a vengar de todos ellos. Van a pedirme clemencia, sin éxito. Juro frente a la tumba de Yvaine y Andrew, en la memoria de todos ellos, de Danielle, de Lorraine... Y hasta de Troy, que no voy a descansar hasta ver a todos los que nos hicieron esto arder en el infierno.'

-Y se por donde comenzar.- se dijo él, esbozando una de las sonrisas más torcidas y diabólicas que el chico había hecho en su vida - Harry, el del tatuaje en la cara.-

'Pero no puedo hacerlo aún. Necesito ayuda, entrenamiento. Debo encontrar a Vanessa, y también debo alimentarme en este mismo instante.' pensó, de pronto dejando de sonreír y frunciendo el ceño. Lo que había pensado era cierto, necesitaba ser entrenado por alguien que supiera, y la única igual a él que conocía era Vanessa. Y también necesitaba alimento, y era ahora.

Comenzó a correr, y se dio cuenta de que era asombrosamente veloz. Tanto que en menos de un segundo las tumbas de Yvaine y Andrew quedaron atrás, olvidadas. Se detuvo por un momento, asombrado. La vista del cementerio era otra, y pudo entonces ver a los enormes rascacielos de la ciudad de Nueva York alumbrando la noche, muy por encima de los árboles.

Vio entonces la entrada principal del cementerio, una reja enorme de hierro. Se preguntó si podía saltar la reja con un salto, y no fue muy difícil de realizar, pues al instante estaba afuera. Se dio cuenta que estaba en Brooklyn cuando al darse vuelta vio el nombre del lugar: Cementerio Green-Wood. Benjamin no pudo evitar torcer sus labios en una mueca de disgusto.

'Me enterraron en el mismo lugar, pero no en la misma tumba. Maldito.' pensó Benjamin, sacudiendo su cabeza por el recuerdo innombrable que había vuelto a salir a la superficie.

Se alejó corriendo a toda velocidad por entre los callejones de la ciudad, hasta que se topó con un bar de mala muerte muy al sur de Brooklyn. Allí podría encontrarse con su primera cena. Caminó hasta un basurero, donde se quitó el saco negro todo lleno de barro y lo lanzó al contenedor, quedando con una camisa de vestir blanca y una corbata negra. Se subió las mangas y se comenzó a caminar naturalmente hacia el local, esperando que nadie notara que no llevaba zapatos.

-Identificación.- dijo el portero, un hombre alto de piel oscura, de apariencia salvaje.

A Benjamin no le extrañó que le pidieran su identificación. Por lo general, las pocas veces que iba a clubes nocturnos siempre lo detenían por aparentar ser un chico de dieciséis años, aunque él tenía veinticinco. Buscó en sus bolsillos, solo para darse cuenta de que no tenía nada. Su billetera no se encontraba. Lo habían enterrado sin sus objetos personales.

-No la traje.- dijo Benjamin, usando de nuevo su poderosa y sobrenatural voz.

-Lo siento chico, pero esto es un bar para adultos.- explicó el portero en una voz tonta, haciendo sentir a Benjamin un poco irritado.

En ese momento, sus ojos oscuros, tan negros que intimidaban, se posaron sobre los castaños del portero, y al instante el hombre pareció caer en una especie de ensoñación. Entonces Benjamin cayó en cuenta que era él quién lo hacía, al igual como Vanessa había intentado hacerlo cuando la conoció.

-Esto está genial.- dijo Benjamin, y el portero, que se hallaba de pie frente a él, mirándolo totalmente embobado, repitió exactamente lo mismo.

Benjamin sacó otra de sus torcidas sonrisas. No podía creer que su primera cena le iba a salir tan fácil. Sin despegar ni un momento la mirada del hombre, lo apartó de su puesto de trabajo y lo condujo a la oscuridad del callejón donde un rato antes Benjamin había lanzado el saco sucio de lodo. Entonces sucedió. Benjamin hincó sus dientes en la garganta del hombre que no se inmutó en ningún momento. Estaba tan hipnotizado que no profirió ni un grito de dolor. Fue como haber mordido un pedazo de pan recién salido del horno.

Al instante, un líquido completamente embriagador llenó la boca de Benjamin, y tragó, sintiendo el calor de la sangre bajando por su tráquea. Era un elixir, licor divino, ambrosía. la sangre brotaba por borbotones, y él no podía detenerse. Seguía bebiendo, sabía tan bien que no podía creerlo. No se igualaba a la que le había dado de beber Vanessa, esta estaba algo ácida, lo que hizo pensar a Benjamin que el tipo había consumido drogas alguna vez.

De repente, la sangre se puso aún más agria, y Benjamin escuchó un ligero golpeteo, que rápidamente reconoció como el latir del corazón del hombre. Estaba tan débil que apenas lograba percibirlo, y entonces comprendió que debía detenerse, pues aquel hombre de piel oscura estaba muriendo. Se separó de él, y recostándolo en el suelo del callejón, lo dejó. No iba a matar a nadie, excepto a sus asesinos, ellos eran su verdadero objetivo.

Se sentía terriblemente lleno, pero tan fuerte y poderoso que sentía que podía volar, así que puso a prueba su nuevo poder. Corrió a toda velocidad hacia la ciudad, justo hacia el centro de Nueva York. Debía conseguir ropa nueva y zapatos, y luego comprar un boleto de avión a Boston, allí debía estar Vanessa.

Vrykolakas: La Venganza.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें