Capítulo 9: Skype, Mattlan y un poco de Hunter McLaggen

शुरू से प्रारंभ करें:
                                    

—No soy del tipo celoso —se defendió, llevando una mano a su pecho en un gesto de indignación—. O eso creo, no lo sé realmente, nunca había estado enamorado antes, así que es probable que haya algo oscuro escondido por ahí dentro de mí.

Sacudí la cabeza mientras le daba una sonrisa amplia, de esas que hacen que te duelan las mejillas porque no puedes controlar tus propios músculos. Tenía que ser sincera y admitir que con West había aprendido a aceptar que me encantaba cada cursilería que salía de su boca... y cada uno de sus gestos de Loco Romanticón.

—¿Ya te he dicho lo divertido que es cuando te dejo sin palabras? —comentó él, en tono burlón—. Te quedas mirándome fijo como si estuvieras a punto de atacarme a besos.

—Cuando dices cosas como esas, esa siempre es una opción —admití, sin dejar de sonreír.

—A alguien se le está contagiando lo de Loco Romanticón —se rio, entre divertido y sorprendido por mi honestidad.

—Ya, ya, tampoco nos emocionemos tanto. —Puse lo ojos en blanco, sintiendo que me ruborizaba.

—Necesitaba esto, ¿sabes? —me dijo, viéndose más despierto que hacía unos minutos—. Hablar contigo, verte sonreír, sonrojarte y comportarte como una novia orgullosa... extrañaba nuestras conversaciones por videollamadas, me dan vida.

Me reí. A mí también me daban vida, sin duda.

—También lo extrañaba —concordé.

—Te amo, Carter.

—Y yo a ti —dije de vuelta.

Observa Jackson, así es cómo logras enamorar a Dylan Carter.

Primera lección: Ser West Collins.

***

Durante el fin de semana tuve una misión: ocupar mi mente para no dejar que la Dylan Sensible se asomara siquiera. Visité a la señora April, lo cual terminó siendo contraproducente, ya que me retuvo durante toda la tarde para hablarme acerca de lo tanto que extrañaba a su hijo. No hizo falta agregar que ambas terminamos al borde de las lágrimas. Pues, esa táctica no funcionó, para nada.

Luego, el domingo, fui a casa de papá como le había prometido, quería que conociera a su nueva novia, Tabatha. Ellos estaban en esa etapa reciente de la relación donde se comparte más saliva que palabras, así que hui temprano antes de quedar traumada de por vida. Eso tampoco funcionó.

Ya para la siguiente semana estaba irritable, sobre todo porque faltaban solamente tres días para el baile de bienvenida y recordar que tendría que acompañar a Hunter me ponía de un humor de perros.

La única cosa que me reconfortaba era saber que Matthew había prometido asistir al baile también. Él aún no se fiaba de Hunter, ni de mi capacidad de controlar mis impulsos, por lo que iría a vigilar que no ocurriera nada malo.

La mañana del sábado, Chase me llamó desde Nueva Jersey, él y Sawyer acababan de llegar a Princeton, y estaban almorzando con West y unos amigos de su equipo de fútbol en el campus. De nuevo, los envidié. Mucho. El tentador pensamiento de robarle dinero a mamá para escaparme volvió a mi mente, pero fue interrumpido por Matthew, quien tocó el timbre de casa.

Siempre salvándome del abismo, Fitzgerald.

—No voy a usarlo —me negué.

—Es el único vestido rojo que tienes —replicó él.

No lo usaré —le repetí enojada, cruzándome de brazos.

—Dylan, no te dejarán entrar si vas vestida como quieras, lo sabes, ¿qué pasa si por eso Hunter no te devuelve el collar? —comentó, aun sosteniendo el largo vestido rojo que él mismo había comprado para mí hace un año.

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें