Capítulo 18: Los ogros son como las cebollas

Beginne am Anfang
                                    

Inhalé para asegurarme de que no fuera el aire del bosque lo que respiraba o lo que sea. –El aire es fresco.

–No es fresco. Tiene como un billón de años.

–Estamos afuera.

–Sí, ya había dado eso por sentado.

–¿Estamos en un lago?

–Ya quisieras.

–¿Dejarías de decir eso? –dije exasperada, lanzando mi mano libre al aire.

Sé que lo dirá otra vez. Si no lo hacía, de verdad necesitábamos un tiempo para fortalecer el vínculo de mejores amigos.

Tres.

Dos.

Uno.

–Ya quisieras.

Suspiré y agité mi cabeza, riéndome silenciosamente para mí. Supongo que no necesitábamos ese tiempo después de todo, pero me gustaría. Pero no tanto. Solo podría tener un poco de Luke en un momento. –Me rindo.

–Bien, porque ya llegamos.

–¿Quiere decir que puedo quitarme esta cosa tonta?

–No, quiere decir que yo te la voy a quitar.

–Siempre y cuando se vaya.

–¡Desearía que tuvieras esa actitud con el resto de tu ropa!

–¡Luke!

–Estoy bromeando...

–Claro que lo estás.

–Bien, tal vez solo estoy bromeando a medias.

–Eres tan romántico –dije arrastrando las palabras con sarcasmo.

–Lo intento.

La delgada pieza de tela que me impedía ver, cayó. La oscuridad amarillenta fue reemplazada por la vívida imagen de un atractivo Luke con una camisa a cuadros. Sus ojos azules me miraban vivos, danzando y fijándose en mí. No pude evitar sonreír; Luke era contagioso.

Después de comerme con los ojos a Luke, lo que se sintió como una eternidad y en realidad fueron un par de segundos, miré a mi alrededor. Estábamos en un parque vacío. No era un gran y elegante parque como Castle Park, pero no era tan malo. Tenía lo básico: un tobogán, columpios, pasamanos y un carrusel manual.

Se veía vagamente familiar, como si hubiera estado aquí en mi niñez temprana. No podía recodarlo con claridad. –¿Luke? ¿Dónde estamos?

–¿No lo reconoces?

Negué con la cabeza. –¿Debería?

–Cuando estábamos pequeños veníamos aquí todos los días.

Mordí mi labio, tratando de recordar el lugar. –¿Te importaría recordarme el nombre?

Suspiró. –Soy la chica en esta relación.

Sonreí. –Solo porque recuerdas cada pequeña cita.

Él se encogió de hombros. –Quiere decir que me has gustado por más tiempo.

–¡Wow, no es cierto!

–Acéptalo, Charlie. Yo gano.

–Me gustas más.

–Soy más dedicado que tú.

–¿Cómo puedes decir eso?

–Eres la única para mí. Y estás saliendo con otros cuatro chicos.

The Last Virgin Standing / Tiffany HuynhWo Geschichten leben. Entdecke jetzt