97. "Hacen linda pareja".

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Emily abrió los ojos, un brillo apareció en ellos, no un brillo de felicidad, este era de decepción y dolor.

—Ash... —comenzó con voz chillona... esa no era su voz verdadera.

—Ash nada —la interrumpí—, pide disculpas, pero no a mí, a ella —señalé donde Ashley se había ido—, no vuelvas a hablarme, nunca.

Emily comenzó a llorar más fuerte verla llorar me deprimía y aún más sabiendo que yo era el que lo había ocasionado, pero era la verdad y ella necesitaba saberla.

Escuché a Alison rogándome que las perdonara, pero negué, a mí no me tenían que pedir perdón porque no me había dolido, me había dolido sabiendo que mi hermana lo había hecho y más lastimando a su amiga.

Emily trataba de hablarme, pero la tartamudez se apoderaba de ella, cuando Emily lloraba tartamudeaba y sabía que realmente estaba muy mal, la ignoré dándome vuelta debatiéndome si lo que había hecho estaba bien o mal.

Pero traté de ignorar todo caminando por donde Ash se había ido... necesitaba a alguien con ella y quizá no era yo la persona ideal, pero de todas formas lo que valía es la intención.

Los estudiantes me miraban, siguiendo cada paso que daba, algunos estaban desorientados, otros miraban con preocupación, otros decepción y otros enojados con ellas.

Conocía este campus muy bien, de vez en cuando venía a pensar y reflexionar cuando los estudiantes estaban en clases o no había tantos circulando, necesitaba mantener mi estatus de popularidad y andar sólo no me convenía, por eso, siempre venía a la mañana antes de entrar a clases, luego de clases, cuando todos estaban en sus residencias o durmiendo y a la noche, cuando la mayoría cenaba, me hacía bien pensar y en este momento necesitaba hacerlo.

Seguí caminando, había refrescado y más al lado de los árboles que se movían hacia todos lados por el frío viento, se apreciaban las hojas de los árboles caer en el césped camuflándose por su color.

Frené al notar que conocía a una rubia sentada en un banco de la izquierda a lo lejos...

Con el gorro de Tyler en su cabeza mirando hacia un costado, sus piernas cruzadas, veía como sus mejillas se encontraban rojas y como trataba de no llorar.

Me acerqué lentamente a ella, tratando de que no me notara, sin embargo, seguía en su mundo, sin darse cuenta de nada.

Me senté en su lado, automáticamente, quitó una lágrima que resbalaba por su mejilla, intentando ocultar que había llorado y que comenzara a preguntar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó aún con su mirada a la diagonal izquierda.

Dejé nuestras mochilas a un lado y pose mis codos en las rodillas.

—¿Por qué ni debería estarlo? —pregunté sarcástico, al notar que no respondía decidí que el sarcásmo no era la mejor opción, me aclaré la garganta —. ¿Sigues mal?

<<No, para nada>>

Se giró mirándome, sus ojos azules me escaneaban tratando de averiguar algo.

—¿Qué ocultas? —preguntó con un hilo de voz.

Me acerqué a ella.

—Trato de ayudarte —respondí encogiéndome de hombros—, se que puedo ser un tonto a veces...

—¿A veces? —preguntó.

Rodé los ojos.

—Está bien, casi siempre...

—¿Casi siempre? —volvió a preguntar, suspiré.

—¡Bien! Siempre y cuando quiera —respondí, asintió elevando levemente su comisura—, pero cuando trato de ayudar... lo intento —suspiré, me estaba poniendo nervioso, su presencia me ponía nervioso y más sabiendo que esperaba una respuesta coherente, justo lo que no estaba logrando—, porque de verdad me importa saber, quiero saber cómo estás, si estás triste, loca, en esos días en que la locura no es el límite —murmuré y sonrió rodando los ojos, punto para mí—, o simplemente hacerte sentir bien, hacerte reír y tratar de no hacerte llorar.

¿Quieres guerra? Tendrás guerra © #1 [ BORRADOR ]Where stories live. Discover now