1| Fotografías delatoras.

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Es una hora pico de la tarde, los niños salen de la escuela, las tiendas vuelven a abrir sus puertas luego del descanso y la gente corre de un lado al otro para llegar temprano a su casa.

¿Qué se hace en situaciones como esta? ¿Lo acuso directamente? ¿Me hago la tonta y lo cuestiono de manera sutil? ¿O hago chistes irónicos sobre varitas mágicas que fueron a parar a otro sombrero?

Cuando cruzo la intersección me vuelve a tocar un semáforo en rojo, y para variar tengo una larga fila de coches delante, mi mirada viaja a los hombres y mujeres que circulan por la peatonal. La gente camina presurosa por la calle, algunas empujan a contracorriente, otras caminan distraídas. Distintas tonalidades de piel y siluetas cruzan la acera delante de mi coche. Distintas alturas, distintas maneras de vestir, de caminar. Distintas personas que pasan como una ráfaga de viento.

Personas absortas en su mundo. Preocupadas por sus propios asuntos, nerviosas de presentarse por primera vez a una entrevista de trabajo, o preocupados por estar llegando tarde a una cita... Gente que es ajena a los problemas del resto y no se percata de lo que pasa en su entorno.

Aunque ¿quién puede culparlos por eso? A veces es tan complicado lidiar con los problemas de uno mismo que el hecho de intentar sobrellevar los de los demás ni siquiera se pasa por nuestra mente.

No es egoísmo, es sobrevivencia. ¿Cómo pararnos a echarle un salvavidas a otro cuando nuestro propio barco se está hundiendo?

Es una ley de vida, la fortaleza es quien somete a la debilidad y el débil lucha por que haya alguien más débil que él para que tome su puesto.

Creamos pequeñas batallas para demostrar que somos más resistentes, nos creamos una máscara para ocultar las lágrimas y nos vestimos con armaduras de acero para refugiar las heridas que nos hacen sentir vulnerables. Yo me siento vulnerable en este momento y es por eso que me pregunto si entre toda esta gente, habrá alguien que se sienta de la misma o peor manera que lo hago yo.

Cuando el semáforo cambia, doblo en una lateral y estaciono el auto a unos metros de mi hogar. Quiero llegar a casa y dormir, pero todavía me faltan por caminar un par de cuadras para llegar. No tenemos estacionamiento particular en nuestro departamento, así que me toca dejarlo ahí, con el miedo de que una mañana venga y el auto ya no esté.

Hay que vivir con el corazón desbordando del pecho, dicen.

Apago el auto y lo cierro con seguro, mis ojos observan mi bolso y las fotos que reposan en el asiento del copiloto. Me decido si llevármelas conmigo o no; si pasarme toda la noche en vela, torturándome sin dejar de observarlas o dejarlas ahí como si no existieran.

Al diablo, si se roban el auto al menos que se lleven las fotos con él.

Bajo y me encamino a pie al bullicio de gente apresurada que cruza las avenidas. Oigo que la gente habla y oigo sus distintas conversaciones, pero no escucho nada en realidad. Mi mente está perdida divagando. Me pregunto qué hubiese ocurrido si nunca me hubiese percatado de la infidelidad de mi novio. Me pregunto qué hubiese ocurrido si me hubiera enterado de ella antes.

El departamento de Rose me recibe con su habitual aire acogedor, un pequeño lote en el tercer piso que está sobre el local de una veterinaria. La clínica de animales y pulgas Dyer, la familia numerosa que vive en el departamento de al lado.

Coloco la llave en la cerradura y entro. Las luces están apagadas y las ventanas sin abrir, Rose todavía no ha llegado del trabajo, así que tengo la casa vacía solo para mi hasta que el reloj marque las siete.

Rose Orellano es la encargada de mi tutela desde los tres años. Aunque ahora, que ya he cumplido la mayoría de edad y ella no me ha corrido de su casa es más como una madre. Ella dice que se encariñó conmigo desde el primer día que me vio, cuando comenzó su trabajo de asistente social en el orfanato. Lamentablemente, los contratos de intermediación para adoptar niños son muy extensos y recién cuando cumplí los nueve pudo conseguir mi custodia legal para convertirse en mi tutora.

Cuando termina de pre-calentarse mi comida, me siento en la isla que separa la cocina del comedor y me sirvo las patatas con un vaso de jugo, estoy a punto de llevarme a la boca la bomba de calorías con aderezo cuando la puerta de entrada se abre de un solo golpe dándose contra uno de los muebles y me sobresalto levantándome del asiento.

—¿Quinn? ¡Ven a ayudarme!

La voz que resuena desde el pasillo es la de mi tutora, eso me tranquiliza un poco y todavía con incertidumbre e intriga voy hacia ella.

Llego a la entrada y está arrastrando algo desde el pasillo. Es un bulto enorme que no logro distinguir por la oscuridad, pero es lo suficiente grande como para que lo mire con sospecha. Se mueve un poco ¿un perro? Siempre he querido un perro.

Rose camina inquieta tanteando la pared para encontrar el interruptor, llega al contracorriente y finalmente la luz se enciende mejorando la percepción de todo.

Mis ojos recaen en el suelo.

Y por fin lo veo.

Rose no ha traído cualquier perro.

Primero que nada, porque esto no es perro

Es un chico.

Y parece que está consciente. 




N/a

Buenas buenas ¿Que taaaal? 

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Buenas buenas ¿Que taaaal? 

Antes de empezar quiero agradecerte por estar leyendo esto ¡ si, a ti! ¡A TI! ¡por favor no te vayas!  No tienes idea de lo feliz que me hace saber que una historia de mi perfil logró llamarse tanto la atención como para que decidas leerla.

Espero que se alegren, se diviertan, y disfruten tanto de leerla como yo de escribirla. Espero que lloren y se sorprendan, porque si de algo estoy segura es que esta historia trae mucho más sorpresas que mis otras obras. 

Así que espero verlos allí comentando y votando cuando estas lleguen. Una vez muchas gracias por estar leyendo. ❤❤❤

Antes de terminar, quiero avisar que cuido mucho mi narración y mi ortografía. En especial esta última. Pero no tengo ningún problema si alguien quiere corregirme o me hacerme ver algún error, me ayuda mucho a aprender más y mejorar. 

Espero seguir leyéndonos,

con cariño

B. 

 

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Cuando nos convirtamos en estrellasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz