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Estaba en el parque esperándolo como siempre, donde yo era el idiota empapado bajo la lluvia y plantado por su pésimo novio. El clima era favorable cuando llegué pero últimamente ha sido muy inestable por lo que ahora está nublado y con amenaza de lluvia. "Unos minutos más", me dice mi aún optimista mente, retando a la razón que me gritaba irme de ahí antes de que cayera la lluvia, sin dejar de mirar el reloj una y otra vez impaciente hasta que siento la primera gota caer en la punta de mi nariz. Aún insistía en hacer caso a los estúpidos sentimientos que creían incapaz a Letta de hacerme quedar como un imbécil ridiculizado frente a los presentes del momento. 

—Demonios... —Espeté, emprendiendo el camino a su casa sin tener idea de que en unos minutos más la lluvia terminaría por desatarse como si fuese el fin del mundo, mi mundo. Aceleré el paso hasta que por fin llegué, abriendo la puerta con toda la molestia y rabia hirviendo en mi pecho —Letta... —Hago resonar su nombre por el pasillo y me dirijo a su habitación hasta el fondo del mismo, viendo así que él está sólo con una toalla alrededor de la cintura. No podía ser posible que me haya dejado plantado otra vez.

La habitación era mucho más cálida que el resto de la casa, era idónea para el frío que había llegado a sentir con la lluvia, mojándome hasta los pies.

—¿Qué haces? —Indagué, sentándome al borde de la cama aún furioso por ver su rostro tan apacible.

La lluvia podía oírse chocar contra los vidrios de la ventana, mas no podía apreciar más allá de sólo el sonido, eso en algún momento me hizo recuperarme hasta acostarme en la cama y clavar la mirada en el techo, golpeteando la cama rítmicamete con los dedos e imaginando alguna especie de ruido dado que Letta no parecía tener indicios de comenzar a hablar con la decencia necesaria y digna de una disculpa. No iba a ser yo quien lo haga.

En la pequeña mesita de noche se encontraba un reloj de tamaño similar a una caja, aunque de aspecto más moderno con detalles grabados, estaba bien, salvo que era de manecillas y su ruido marcaba una tonada molesta al compás de la lluvia. "Mojarás su cama", decían nuevamente mis pensamientos, pero esta vez me di la tarea de ignorarlos

—Lo siento se me hizo algo tarde. Al levantarme me metí a bañar y cuando escuché la lluvia decidí llamarte.

Al fin la monótona tonada había conseguido la voz principal que dejaría esos horrendos aullidos en el olvido. Su voz era sexy sin lugar a dudas, más ahora que buscaba excusarse de alguna manera pero como siempre, no lo notaba para nada arrepentido o al menos con intenciones de disculparse de una mejor manera, una más creíble y menos comprometedora, pero podía sentir que ni siquiera le importaba porque él seguía ahí, en el mismo punto del cuarto, aunque decidió tomar su ropa de su igualmente desordenado armario; ya no me sorprendían esos descuidos tan espantosos.

Mi vista danzaba por el cuarto, centrándome en cada uno de los muebles y adornos como si nunca antes hubiera venido aquí, oliendo la fragancia de bambú con la que refrescaba cada cuarto de la casa en pequeños aparatos aromatizantes ubicados en una esquina de cada uno de ellos. Era incluso mejor cuando teníamos nuestros encuentros románticos en esta misma cama. Sus amueblados de madera pulida y roble que raras veces se verían empolvados, ¿pero por qué? Porque simplemente yo era quien limpiaba y ordenaba hasta los cajones de su ropa interior; esfuerzo inútil, pues al día siguiente todo estaría igual de horrible.

—No lo hiciste... —Susurré sin despegar la mirada del techo, en un punto ciego que realmente no tenía importancia sólo para mantener mi porte de indignación luego de haber tardado tanto tiempo en responder, pero la cimentación de éste era lo mejor que podía ver ahora hasta que sentí como Letta tomaba asiento al lado de mí sin siquiera haberse vestido aún.

Gracias Por Todo [Editando]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن