Capítulo 6. Una proposición

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Helena

Todavía estoy temblando. No sé qué ha pasado. Me siento y John se dirige hacia el dormitorio. Veo su piel ligeramente abierta, como con grietas y le escucho llenar la bañera. Se asoma y me mira.

—¿Estás bien? ¿Te parece que luego hablemos? Necesito con urgencia sumergirme.

—Sí, por favor, adelante. Estoy bien.

Pero no lo estoy. El rey es demasiado impresionante. Recuerdo cuando también acudió al asesinato de Manuela. No se molestó en investigar ni en buscar a quien lo hizo. Y me temo que va a hacer lo mismo con Lynette, así que yo debo averiguar qué pasó.

John sale vestido con un pantalón solamente y me asombro de ver que su cuerpo es igual que el de un hombre, atlético y atractivo.

—Perdona, tengo que secarme. Solo traje dos camisetas y no quiero mancharlas de... barro.

—No pareces manchar.

—Recién bañado sí. Todavía está blando. Helena, siento mi brusquedad al principio. En general, suelo desconfiar de todo el mundo, pero tú me has abierto tu casa. Eso no lo hace nadie malvado por naturaleza.

—O puede ser que sea una psicópata que te rebane el cuello por la noche —rio ante su cara de asombro.

—Lo dudo, además no sabes cómo se asesina a un golem. Somos como vosotros, difíciles de matar.

—Para deshacer el barro lo mejor es una gran cantidad de agua, ¿no es así?

Él asiente, serio.

—Entonces, ¿ese tipo es vuestro rey? He oído historias de mucha sangre y violencia.

—Ahora es un asceta, se dedica a contemplar su ombligo —comento enfadada y sube una ceja—. Sí. Me refiero a que si se supone que es nuestro rey, debería estar presente en la vida de su súbditos. ¿No dices que no quedan vampiros fuera de Crisis? Entonces algo está pasando. Se supone que no es obligatorio vivir aquí y que podemos vivir en otros lugares.

—Sinceramente, Helena, no hay muchos vampiros que vivan fuera. Podría decirse que os estáis extinguiendo. En cuanto a lo de salir, ¿no hay que pedir un permiso especial y dar un motivo de peso?

—Sí, pero...

—¿Cuántos vampiros se han ido de la ciudad últimamente?

—No muchos, y no han vuelto, supongo que encontraron algo mejor allá afuera.

—O alguien terminó con su vida. Parece mentira que seáis tan ilusos.

Me levanto, enfadada y paseo por la habitación. No puedo creerlo. Es cierto que no tenía especial relación con algunas personas que se fueron de Crisis y no hemos mantenido correspondencia, pero ¿puede ser? Miro a John que está impasible, sentado. Se ha servido un café y espera paciente.

—No puedo creerlo. ¿Los asesinan? ¿Terminan con su vida?

—Yo vengo de un lugar especial, de una fábrica. Fui creado tal y como me ves, Helena. No tengo alma ni sentimientos y antes de mí probaron con muchos golems. La mayoría fueron reutilizados porque no salieron bien. Yo tuve suerte. Pero abajo, en los sótanos, hay celdas con otras criaturas. Una vez vi que bajaban sangre, así que, ¿quién crees que se alimenta así?

—Me parece algo abominable. ¿Qué podemos hacer? El rey debería saberlo —digo. Empiezo a estar asustada.

—No creo que sea lo mejor. Hay otras criaturas, asesinos despiadados, creados a partir de los vampiros, pero con la mezcla de otros ADN. ¿Cómo de peligroso puede ser un animal mezcla de lobo y vampiro?

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