Inmediatamente retrocedo para así pedir disculpas por estar distraido.

   —Disculpa... —al mencionar esa palabra es cuando reconozco que he tropezado con Emma.

   Maldita sea.

   ¿Es que acaso mi corazón no se puede controlar al verla?

   Debo parecer un acosador al mirarla como lo estoy haciendo. Aunque lo intente, mi mirada no se desvía de sus ojos; de sus bellos ojos.

   Carraspeo dos veces y me agarro la corbata para jalarla hacia abajo. Siento que no puedo respirar.

   No.

   No puedo permanecer ni un segundo más viéndola.

   —Disculpa y buenos días... —expreso rápidamente esquivandola y trotando hasta llegar a mi oficina.
  
   Al entrar en mí oficina, estrello la puerta.

   ¿Qué es lo que me pasa?

   Golpeo mi cabeza.

   Creo que estoy teniendo un ataque de ansiedad como solía tener cuando era niño. Esto solo me sucede cuando las emociones son demasiadas fuertes y no puedo controlarlas.

   Golpeo mi cabeza de nuevo, una y otra vez. Sigo haciéndolo, no me importa que duela. Quiero que salga de mi mente, quiero que Emma salga de mi cabeza.

    —¡Sal de mi cabeza, carajo! —grito desperado golpeando mi cabeza aún más fuerte.

   En ese instante escucho que mi oficina es abierta y no importandome quien entró, sigo golpeándome.

   —¡Sal de mi cabeza, me lastimas! —grito dejando de golpearme, pero apretándome la cien con mis dos manos.

   En ese momento siento como agarran mis manos y hacen que se caigan.

   Tengo mis ojos cerrados. Estoy evitando que las lagrimas que ya estan afuera, hagan su recorrido por mis mejillas para luego caer en mi camisa.

   —Estoy aquí, Spencer. Estoy aquí, no pienso irme... —dice una dulce voz y cuando abro mis ojos, encuentro que quién sostiene mis manos es Emma—. Ven aquí... —me acerca a su cuerpo, abrazando mi espalda.

   No hago nada.

   Estoy estático y así pienso quedarme. Estoy en mi zona de comfort, ella no puede acceder o eso es lo que creo.

   Emma se separa de mi, levantando su rostro para mirarme y cuando lo hace levanta su mano derecha, llevandola a un mechón de mi cabello, con el fin de colocarlo detrás de mi oreja.

   Suspiro, lo hago con pesar mientras miro sus ojos, pero los míos se desvían y caen en sus labios.

   "No lo hagas, no lo hagas Spencer" repite mi mente.

   Levanto mis manos rompiendo el abrazo y aprovecho para acariciarme el cabello y respirar profundo buscando terminar de calmarme.

   En un momento de impulso me alejo de ella y me acerco a la puerta.

   —¿Puedes salir? Tengo una junta en pocos minutos. —expreso esperando que su respuesta sea un sí.

   Ella se queda parcialmente estática. Sus ojos no me dicen nada, pero el movimiento de su barbilla me lo dice todo. No le parece que la saque de mi oficina.

   —Trabajo en esta oficina, mi escritorio está allí —señala una de las esquinas de la oficina y veo que en ella hay un escritorio y algunas de sus pertenencias.

MI DULCE REGALODove le storie prendono vita. Scoprilo ora