—¿Te trataron así en la rehabilitación de las prótesis de tus brazos? —preguntó el pecado extendiendo sus manos hacia el torso de Fizzarolli y levantando su cuerpo para que pudiera ponerse de pie y enderezarse.

El imp lo miró a los ojos. No podía ver hostilidad en Asmodeus en ese momento, era como si se hubiera ablandado con él en cuestión de segundos. Hizo una seña con un rostro sin emociones, únicamente observando al pecado con resignación.

Es normal.

—No es normal por dos razones —Asmodeus se enojó—. La primera es que les estoy pagando miles a estos estúpidos para que te traten dignamente. Y la segunda, ellos me dicen que te dan un trato digno. Me están mintiendo y los correré por eso —la tercera razón que pensaba Ozzie en su mente era que no soportaba que lo trataran tan mal, pero no podía decirle eso—. Pueden joder y mentirle a Mammon, pero no a mí.

Una vez Fizzarolli se sostuvo fuerte contra las barandas metálicas de sus lados, sintió como Asmodeus se volvía fuego y se deslizaba por detrás de él. Su tamaño se adaptó al cuerpo del imp, sostuvo su cintura con una sola mano y lo ayudó a acomodarse en una posición correcta. Tenía que hacer que su cuerpo se relajara, estaba demasiado tenso y alerta, Fizzarolli debía bajar sus defensas en algún momento.

—Ahora, te voy a mostrar como debe ser. Aunque estaré en todas tus sesiones a partir de ahora para que nadie te lastime.

Asmodeus caminó a su alrededor. Sabía que estaba mandando al carajo todo eso de no tenerle compasión. No quería admitirlo, pero perdió los estribos al ver como Fizzarolli fue maltratado por el íncubo. Le parecía aberrante que alguien tuviera un trato tan cruel hacia un imp que tenía el cuerpo tan destrozado. No había que ser un genio para entender sus limitaciones o para comprender lo difícil que era para él caminar. Nadie debería presionarlo ni gritarle, era indigno y el solo pensarlo lo hacía irritarse.

—Vamos, un paso. Hoy solo será uno —le dijo Asmodeus al arrodillarse en el piso y extender sus brazos hacia él, en señal de que lo protegería de cualquier tropezón doloroso—. No te dejaré caer, no te vas a lastimar, hablo en serio —miró a los ojos al imp, su mirada era honesta— Tampoco voy a gritarte, lo prometo.

Fizzarolli recordaba las dolorosas caídas, su cuerpo aún dolía. Sus piernas temblaron, no sabía si iba a lograrlo. Asmodeus le aseguraba que no lo dejaría caer, pero... Todavía estaba inseguro. Su rostro se llenó de amargura y sufrimiento, ya no quería que su mente le jugara tan en contra en sus acciones. Sabía que tenía que relajarse, pero aún seguía en modo supervivencia y le era casi imposible soltar confianza. Era un acto de protección inconsciente.

Por otro lado, su corazón se estrujó en angustia al recordar que no había tiempo para eso y que debía recuperarse rápidamente para satisfacer a Mammon. Entonces, decidió dejar de pensar.

Fizzarolli dio pequeños pasos aún aferrado a la baranda. Muy de a poco, la soltó... Y se atrevió a hacer equilibrio y dar un paso adelante, aún temblando de forma inestable y tensa. Dio un solo paso sin caer, luego dio otro por delante. Quería seguir, pero su equilibrio falló y sus prótesis se debilitaron. Cayó estrepitosamente, cerró los ojos fuerte ante un impacto que jamás llegó, ya que Asmodeus se acercó veloz hacia su cuerpo y lo atrapó para que no se lastimara.

Ozzie envolvió su brazo alrededor de la cadera del pequeño, lo apegó a su cuerpo y notó la adrenalina que lo estaba invadiendo luego de dar ese paso sin caer. El rostro de Fizzarolli se veía totalmente asombrado y afectado.

De verdad caminó. Fizzarolli dio pasos sin caerse y caminó.

—¡Lo hiciste! —exclamó Asmodeus verdaderamente feliz al ver ese progreso— ¡Eres increíble, Fizzarolli!

Fizz se quedó petrificado, como si no pudiera creerlo. Sus grandes ojos se enfocaron hacia abajo, hacia sus piernas y hacia su cuerpo en general. Allí, solamente con ropas ligeras y claras de hospital, refugiándose entre las grandes manos de Asmodeus... Él no lo dejó caer. Él fue un lugar seguro. El imp pudo dar temblorosos pasos, de verdad era capaz de hacerlo y de recuperarse.

Hacía un año atrás, ese pensamiento se le hacía ridículo e imposible. El solo hecho de tener piernas y brazos nuevamente se le hacía un sueño que era imposible de consagrar. Fizzarolli pensó en Mammon con anterioridad, en todo lo que debía satisfacer para no decepcionarlo. Sin embargo, luego de dar esos primeros pasos y, solo por un momento, olvidó la ambición de Mammon y su contrato.

Fizzarolli iba a caminar otra vez. Y eso lo hacía llenarse de alegría y esperanza, ya que podría ser un imp como todos los demás si volvía a levantarse y controlar sus extremidades. Podía arreglar su vida, podía salir adelante si era fuerte. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sollozó un poco y no pudo reprimir ese llanto. Esas gotas cristalinas recorrieron sus suaves mejillas, cubrió su rostro entre sus largos dedos de metal y se conmovió a tal grado que no pudo reprimir esos sentimientos.

Asmodeus parpadeó extrañado ante el cachorro. No lo comprendía del todo. Aún entre sus grandes manos, lo atrajo a su pecho y trató de revisar si había alguna falla física o algo que le proporcionara dolor.

—¿Por qué lloras?... —le susurró extrañado y observándolo fijamente con genuina incomprensión y con sus ojos verdosos y brillantes.

Fizzarolli se secó las lágrimas, su pequeño rostro aún seguía húmedo y su expresión seguía siendo afectada por lo que sucedía. Alzó su cabeza hacia el pecado, indicó con señas lo que estaba ocurriendo con sus emociones desbordadas.

Voy a caminar pronto. Eso me hace muy feliz.

Entonces, Fizzarolli le sonrió por primera vez a Asmodeus. Estaba lleno de luz, de verdadero bienestar y armonía. Esa hermosa expresión que reflejaba la pureza de sus sentimientos, mientras sus lindos ojos tenían esas lágrimas cristalinas...

El corazón de Ozzie se aceleró, la sensación lo hizo temblar. Se le quedó mirando consternado ante esa hermosa expresión que le llenaba el alma. Era cálido, tan suave y satisfactorio, quería proteger esa sonrisa y que fuera solo para él. Quería que fuera feliz si eso significaba que podría sonreír de esa forma tan inocente. Jamás lo había visto así en todo ese tiempo, nunca había visto esa clase de expresión que era totalmente carente de frialdad. Fizzarolli se veía precioso, pequeño y frágil.

La abrumadora sensación de confort lo dejó sin habla. Fue como un shock de emociones que no había sentido antes, incluso se sintió embriagado por esa satisfacción al verlo. ¿La sola sonrisa de ese pequeño podía cambiar sus sentimientos de un segundo a otro?

Lo levantó entre sus brazos, lo alzó y se lo llevó fuera de la sala de prácticas. Fizzarolli le dirigió una mirada extrañada al sentir que era cargado por él.

—Si alguien te hace algo cruel en este lugar, dímelo y voy a creerte —le dijo Ozzie en un tono serio y preocupado. No pudo decir nada más, aquella fue la única forma que encontró para comunicarle que de verdad quería protegerlo.

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