Abrí mis párpados para mirarla

—¿Qué estás insinuando?

—Nada —se refugió en su taza

Me senté rápidamente en la superficie, tomando mi cabello para peinarlo en un gesto ansioso. Titubeé, entreabriendo mis labios muchas veces. Wendy arrugó el ceño por mi repentino actuar

—¿Qué pasa? —preguntó directamente

—¿Qué me dirías si te digo algo?

—¿Qué quieres decirme?

—Sólo es... es que no sé si deba contártelo.

—No, claro que debes contármelo —dejó la taza en el suelo para acomodarse y poder darme toda su atención—. Si no lo haces te echaré de mí casa, cuenta ya.

Pasé saliva

—Es que sí... pasó algo —revelé en un murmullo bajo

—¿Algo de eso? —abrió mucho sus ojos—. ¿Algo de eso que... pensábamos que sucedería en algún momento? ¿Algo de lo que... se hace? —juntó sus dedos en un toquesito que comprendí

—Eso —asentí con lentitud—. Bueno, primero charlamos. Fue agradable, comimos, empezó a hacer algo de frío así que entramos a la carpa.

—¿Y ahí fue? —se apresuró, ansiosa

—Obvio, Wendy, ni modo que fuese sobre un árbol —ironicé, soltando un bufido

—¡No me culpes! Somos vírgenes, ¿okey? —me miró de arriba abajo—. O al menos yo sí.

—Sh —la manoteé—. No lo digas tan directamente.

—Pero tengo razón, ¿o no?

Me mordí el labio inferior, temiendo de que fuese a gritar en cualquier momento. Al menos no lo hizo, pero sí abrió la boca como si quisiera que le entraran moscas.

—¿Cómo fue? —preguntó

Volví a sentir una sonrisa expandiéndose por mis labios

—Fue... grandioso —suspiré una vez más—. Jamás había conocido a alguien tan dulce, te lo juro. No sólo fue tierno y sensible, sino que... me trató como si fuese la joya más valiosa en el mundo.

Awwwwww —se llevó una mano al pecho—. No puedo creer que lo hayas pasado tan bien, eso es hermoso.

—Al principio sentí que estaba siendo algo... intensa, ¿okey? —revelé—. Digo, yo sí lo quería, pensé que era muy pronto y sabes que Ethan no es así.

—¿Y qué te animó?

—Que él me dijo que también lo quería. Wendy, me dijo que me quiere. Y sé que siente más que eso. Nos enamoramos.

Fingió un sollozo, echándose aire con la mano

—Esto es hermoso, joder. Son tan hermosos.

—Cree mis palabras, amiga —tomé una profunda respiración—. Ethan Cox y yo nos casaremos. Me voy a asegurar de no dejarlo ir por nada del mundo.

—¡Ay, sí! —aplaudió—. Y yo seré la madrina de bodas.

—Igual que yo seré tú madrina cuando te cases con Mike.

—Ese idiota ni siquiera me ha pedido ser su novia.

—¿No lo éramos ya?

Aquella voz me causó un respingo que casi me arroja al suelo. Con el corazón en la mano, giré mi cabeza y me encontré con Mike terminando de bajar el último escalón del segundo piso. Nos miró a la una y a la otra

Invierno de colores✓Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora