Invierno-Primavera

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Severus no sabía mucho del chico con el que se encontraba cada mañana, un puñado de información solo poseía.

Sabía que se llamaba Sirius, que tenía 26 años, no estaba estudiando, iba cada mañana a un gimnasio, pero Severus no sabía si a trabajar o entrenar, que hacia el resto del día no lo sabía. Era bisexual, aunque muy reservado sobre su gusto por los hombres. Su última relación había sido con una chica en su adolescencia y había terminado cuando la encontró besándose con la novia de su amigo, había sido unos años después que el admitió su atracción hacia los hombres.

Sirius era tímido, callado e incluso tosco. Llevaban más de un mes viéndose cada mañana, enviándose mensajes sin mucho sentido. Conociéndose lo poco que él se dejaba conocer y el chico no había hecho mucho para demostrar interés, por lo que Severus no se sentía seguro. Se veía en el chico la preocupación al elegir sus palabras estando en su presencia, como si intentara ser educado y simplemente eso no sea lo suyo. Severus tenía curiosidad de cómo sería al besar y acariciar, de solo ver sus manos grandes y callosas, imaginaba el toque así como los besos tan toscas como sus palabras y eso lo excitaba.

Ellos eran algo, Severus lo sabía, pero no tenía idea de que eran, quizás lo que era ni siquiera estaba nombrado. Él no estaría con otro chico, sabía que eso no le haría gracia a su reservado amigo, entonces eran algo. También estaban esas últimas ocasiones en las cuales se despidieron y el tosco muchacho solo dejo, con torpeza, un beso en la comisura de sus labios, con lentitud, casi trabando su movimiento. Entonces Severus entendía que el chico quería algo aunque no avanzaba, que eran algo que no tenia nombre.

Sirius sabía mucho más de la vida de Severus de lo que esté sabia de la suya y eso le molestaba, eso también lo retenía de cierto modo... ¿Cómo intentar una relación con un chico del cual no sabes donde vive, con quien o que hace la mayor parte de día?

El chico solo le dijo en una ocasión que iba al gimnasio cada mañana, pero no daba horario de salida, no daba información sobre trabajo. Solo comento que en la universidad no había nada que a él le interesara. No dijo si era padre, solo la edad de su última relación formal. Podría ser un convicto y Severus no lo sabría, porque este estaba por las calles y nada mas sabía.

Aquel lunes, sus horarios no coincidieron y Sirius perdió el autobús que Severus había tomado, el chico parecía realmente lamentarse por no haber salido con más tiempo de su casa.

Te veré mañana—le había enviado.

Saldré esta noche, vendré mañana desde la casa de un compañero.

¿Esta noche? Es lunes.

Si, el club donde quiere que vayamos mi amigo se llena mayormente los lunes. Suena extraño, pero es así.

¿Te veré el miércoles en la mañana?

Si.

Diviértete esta noche y no bebas mucho.

Severus entendía que el chico pretendió ser gracioso, los emoji de risa en el siguiente mensaje se lo confirmaron, pero él esperaba más, quizás un "¿Dónde iras? ¿Quieres que nos encontremos?", pero el chico no tenía esa iniciativa, tampoco se veía que fuera de quienes salían a clubes. A primera imagen tenía esa apariencia, pero con lo poco que Severus lo había llegado a conocer, quedaba a la vista que prefería juntarse con amigos a comer o jugar al futbol, no mucho mas.

Esa noche en el club que su amigo quería conocer, tuvo más de una oportunidad de terminar la noche en la cama de algún guapo chico, incluso tenía la posibilidad de algún oral. Pero no hizo más que besar por cinco segundos a un desconocido al cual alejo cuando se cambio de opinión sobre solo dejarse llevar. El desconocido, se había negado mordiendo su labio y presionando sus nalgas, pero Severus no era tan débil como su apariencia aparentaba.

La noche del martes, fue cuando Sirius en verdad sorprendió a Severus de buena manera.

Nos vemos mañana entonces, no pierdas el autobús—le había enviado antes de acostarse.

Hace tanto no nos vemos—había recibido como respuesta.

Como cuatro días.

¿Me darías un beso mañana? —fue la pregunta que agito el corazón de Severus escandalizando sus emociones.

Si—fue su única respuesta.

Buenas noches, hasta mañana.

Buenas noches.

No lo esperaba, pero le había agradado la iniciativa, no negaba que hubiera preferido que el beso solo sucediera, pero que el chico pregunte era tierno a su gusto.

La mañana del miércoles no solo obtuvo un beso. Cuando lo vio subir al autobús, sonrió al notar como lo buscaba entre la gente y los asientos, entonces lo detuvo con una mano cuando paso a su lado y recibió una sonrisa, solo alcanzo a pronunciar un—hola—cuando este se inclino y toco sus labios, rápido y suave, sin mucha presión, sin momento incomodo, como si fuera lo más normal, Severus no sabía exactamente como sentirse, la pregunta en su mente era: "¿Ese era el beso? ¿No hay más?", y creyó que no lo habría, porque una sencilla charla surgió entonces.

Cuando bajaron en su parada de cada día y comenzaron a caminar en silencio Severus repasaba en su mente posibles preguntas que no sean incomodas pero le consigan un beso.

— ¿Puedo darte un beso?—pregunto sencillamente una vez más Sirius sorprendiéndolo, solo asintió con la cabeza.

Comenzó torpe, porque caminando a su lado solo había inclinado su cabeza hacia arriba para recibir la boca del chico, pero no funciono, con una risa tímida de parte de ambos se miraron de frente y una vez más no fue como él esperaba.

Comenzaba a creer que nada era como lo esperaba con ese chico, porque resulto ser tan tosco como era al hablar, no hubo un segundo de mirarse a los ojos, no hubo una caricia en su mejilla. Solo estuvieron los labios de Sirius sobre los suyos y no obtuvo el tiempo de acariciarlo con los suyos por más que lo intento, porque allí estaba la lengua dentro de su boca, presionando sin delicadeza, tomando. Su cintura fue envuelta entre ambos brazos y no supo donde poner sus manos, así que solo lo imito e intento mover su lengua, consiguiendo chocar contra la protuberancia gruesa, tibia y resbaladiza que no abandonaba su espacio bucal.

Escucho al viento frio del comienzo del invierno soplar a su alrededor, no sabía si era el frio o la emoción que lo hizo temblar, quizás ambas, porque aquellas manos sujetaban fuerte su cintura en el momento que su labio inferior fue mordido y nuevamente chupado, entonces la lengua hizo cosas raras y asombrosas en su boca, porque él no fue capaz de seguirle el ritmo, estaba aturdido y fascinado que cuando el beso acabo y abrió los ojos, la sonrisa en los labios del chico se grabo en su mente, porque eran los que habían mordido su labio de una manera tan deliciosa.

Tan tosco como era, lo compensaba con la simpleza de no hacer un momento incomodó de una situación embarazosa. Rodeo con simpleza la cintura de Severus y camino, como si no fuera el primer beso, como si no hubiera tocado con su lengua la garganta del otro, como si no hubiera dejado cosquillando el labio de Severus al morderlo.

Cuando llego el momento de seguir cada uno su calle, lo beso nuevamente, esta vez sin preguntas, sin torpeza, solo ubico su boca sobre la suya e inserto su lengua, con suavidad pero sin dejar de ser tosco, arrastrando todo a su paso, escucho un leve gemido, como si lo disfrutara y sonrió internamente.

Camino sin evitar voltearse más de una vez para mirar hacia atrás, verlo alejarse por una calle, entre los árboles y sus ramas vacías, el frio viento que lo chocaba y luego llegaba a él. Antes de perderlo entre la multitud de abrigos con piernas que allí estaban, cuando giro por tercera vez lo vio girar también y noto los dientes blanco sonriéndole al verlo mirarlo, levanto una mano agitándola y el mismo gesto le fue devuelto. Giro solo para chocar con una mujer que comenzó a gritarle haciéndolo enrojecer a pesar del frio, al parecer le había aplastado la bolsa de medialunas para el desayuno.

Horas más tarde recibió un mensaje.

¿Estás bien o la señora te golpeo?

Casi me arrojo sus medialunas en la cabeza.

Eso te pasa por no dejar de mirarme.

Habla quien tampoco dejaba de mirarme.

Yo no me lleve por delante ninguna señorita.

Era una vieja amargada de la vida, que pretendía que las medialunas solucionen su vida.

Seguramente unas medialunas aplastadas no soluciones sus dilemas existenciales.

Severus estuvo de acuerdo, unas medialunas aplastadas no solucionarían la vida de la mujer, pero el mensaje de Sirius podía mejorar su día, ya que sentía en aquellos mensajes como el chico se soltaba y bromeaba, como fluían más su respuestas, como se soltaba, sentía de alguna manera que lo conocía un poco más, porque no tenía idea de ese lado juguetón, uno que parecía gustarle.


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A pesar de la gran cantidad de personas yendo y viniendo en aquella calle principal, Harry pudo ver a aquel chico demasiado conocido o eso creía. Se acerco cruzando la calle y caminando entre las personas, todas muy abrigadas, demasiado apuradas, incluso gruñonas y escandalosas, una calle atrás había visto a una señora gritarle a un chico, quizás era el hijo, tal vez se lo merecía, pero él creía que no en medio de la calle donde todos oían.

Cuando el chico miró en su dirección, estando a solo menos de diez pasos de distancia, Harry lo reconoció completamente, era Draco. Tan hermoso como se veía en las fotos, tan alto como había jurado que era. La sorpresa en su rostro detuvo sus pasos un momento, dudo en acercarse, unos días atrás el chico le dijo que se pierda. Lo vio fruncir su entrecejo casi uniendo esas dos claras y perfectas cejas que poseía, aun así no se acerco. El pinchazo en su pecho del recuerdo de su acuerdo le toco con fuerza, si hubiera sido como creía, como quería, en ese momento podía acercarse, saludarlo y de alguna manera sabía que no sería incomodo, pero había sido una mentira su creencia, ya que Draco lo había visto... e ignorado.

Quería al menos quejarse, hacerse escuchar, no guardar sus sentimientos y el dolor que el chico le produjo con su indiferencia, porque después de todo, Harry si se estaba enamorando y si había dolido que tan pronto haya encontrado un mejor candidato descartándolo.

Dos pasos más decidido hacia el chico dio cuando se volvió a detener, un muchacho detrás de Draco toco su hombro y este volteó solo para ser besado y corresponder.

Harry entendió que no tenía sentido hacer los pasos que restaban, no había un propósito, porque Draco había mentido más de lo que creía, ahí estaba en medio de la ciudad besando al hombre que Harry no tenía idea de quién era, pero parecía más grande que Draco. Había sido agradable creer que Draco lo quería, la ilusión había sido tan bonita y real como la vida virtual. Cuando uno salía a la realidad veía claramente que las personas no eran tan perfectas como las fotos en Instagram mostraban.

Escucho su nombre ser pronunciado en un grito de llamado acompañado del frio viento soplando tras sus oídos, pero no se volteó, solo subió la capucha de su abrigo resguardando su cabeza del frio.

Fue esa misma noche, que la burbuja de chat con la foto de Draco apareció en la pantalla de su celular.

Porque no te volteaste, te llame y me escuchaste.

Ya tenías compañía. Me perdí tal como querías.

¿Estás celoso?

¿De un mentiroso como tú? Claro que no. Querías con quien tener sexo, ya lo tienes. ¿Creíste que me quedaría sentado esperándote y creyendo la mentira de que no podías estar con nadie porque sentías que eras infiel? No soy tan idiota.

Si claro, porque seguro estar con el vecino bi-curioso es mucho mejor.

Al menos él no miente y de esa manera no me voy a volver a enamorar de alguien que dice una mentira a cada mensaje.

Como si hubiera sido yo el que no contesto por casi un mes.

No, fui yo, como ahora soy yo el que te dice que te pierdas.

Estaba dolido y el que Draco le enviara mensajes solo lo hería mas, porque no comprendía el fin con el que lo hacía. No quiso saber más, tan solo quería cerrar y olvidar el episodio de su enamoramiento virtual. Bloqueo al chico y borro la conversación, esperando así no volver a saber de él jamás.

Continuara...

¿Que les va pareciendo? ¿Que pareja e historia le gusta más?


Gracias por leer.

¡Hasta pronto!

4 estacionesWhere stories live. Discover now