SCHESNIVÍ DUH-JÁ (fragmentos)

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Una Historia de TOU MEGA-THIRION
Por ©Helmut Melo-Quiroga / Hecha la Reserva de los Derechos de Autor.

ADVERTENCIA: SPOILERS A LO PENDEJO. Ya saben que no estoy publicando "Tou Mega-Thiríon" en orden, ni siquiera, completa. Así que es evidente la inconsistencia en la continuidad. Ustedes son fuertes y guapos, ahí les dejo.


Pacha-Mama sabe cuándo Therion son felices. Ese amanecer, Ákula Yienki era feliz.

Los trinos de las aves, en un constante y placentero staccato que desde antes de amanecer había inundado la habitación de la posada, hizo que abriera los ojos, y se fijara en la situación. Nunca había sido más feliz. Ahora, ya considerada adulta, toda una Mwalí-Schá de Taar-Duk. Tenía la libertad de disponer de sí misma cómo quisiera, su lealtad estaba firmada para Tyje-Moth, y sólo esperaba el día que fuera renombrada. Y sí, la felicidad de ese nuevo nombre debía ser algo que la llenaría.

¿Quién la haría renacer, Átma o Tamáshi? ¿Cuál sería el nombre, ése con el que se erguiría del suelo para enterar al mundo que ya no sería más Ákula Yienki, sino toda una Bué-Schá de Tyje-Moth?

Pero, ¿se parecería a este momento?

¿Acaso sería, como tanto había esperado y soñado, designada Waky, junto con la ya experimentada Siile?

Era lo que más quería en este momento. Eso, y no salir jamás de la habitación.

"Bat-Schué", murmuró muy bajito, mientras sonreía pensando en su hermosísima "sobrina-nieta", su amada hermana.

Se acomodó mejor en el borde de la cama, apoyándose perezosamente en sus manos, dejando que sus brazos sostuvieran el peso de su cuerpo. Ilo empezaba a despertarse también, pero ella aún no lo notaba. Un aroma conocido la distrajo, y la magia del momento desapareció. El trino de las aves ya no le dio más felicidad.

Ákula sabía que estas vacaciones llegarían a su final algún día, en algún momento, pero no tan de improviso. El aroma le decía que Maia-Garnnid Átma ya estaba enterada de lo que sucedía en la habitación rentada, y si bien su sola presencia ya era apremiante, la esperaría hasta que decidiera salir para, juntas, partir hacia tierras de Nimmu-Borguier. Cierto era que las quería por igual, de eso estaba segura, pero que fuera la estrictísima Átma en vez de la muy querendona y condescendiente Tamáshi quién viniera por ella, la hizo sentir especial. Pero la certeza de que la espera de la poderosa mujer sólo podía presagiar un destino cercano peligroso, quizá letal, empezó a amargarle el momento. Se decidió a despertarlo. Quizá él le brindara algo de alegría. Enfrentar al destino, generalmente, depara enfrentar las horas más oscuras de la propia vida.

Bueno, dejaría que su Waïá se empachara de Chicha hasta que rodara por el piso, ebria como una cuba, mientras ella se decidía a partir.

Con cierto cuidado, todo del que era capaz pues Therion no son muy capaces de ser delicadas, lo movió un poco, poniendo su mano en el hombro del chico. Él ya estaba despierto, así que simplemente abrió los ojos, deleitándose con la visión de la enorme Taardukiana que tan desnuda cómo él, lo miraba, sentada lejos de la cabecera de la cama.

- La verdad, Mi Señora, es que aún no me acostumbro a mirar tan arriba, para poder contemplarla en toda su hermosura...

- No seas tan adulador, Mi Señor. Tengo poco tiempo: Átma está abajo, en la taberna, desayunando Chicha.

Suspiró, mientras miraba a la puerta. Él sabía, pero no vio la mirada de melancolía en los ojos de su amante.

- Aun así, no puedo quedarme toda la vida aquí, contigo. Debo ir con ella.

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