🍁One🍁

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El día de la "boda" había llegado demaciado rápido. Aunque no era una boda realmente, o no como el pequeño Jimin lo había imaginado. Ya que solo llegaron a una casa extraña y sentaron a ambos menores a la espera de unos papeles que según sus padres, debían firmar.

Horas después Jimin llegó a su casa, viendo como sus maletas estaban hechas en la sala de su casa; lloró, lloró como si le estuvieran arrancando a su ser más querido, sus ojos le pedían ayuda a su madre, le pedían a gritos y lamentos que no permitiera eso; pero al igual que él, su madre también fue casada por conveniencia y arreglos familiares y económicos. Jimin no quería ser como ella.

Días después fue llevado a una casa muy bonita a su parecer, hermosos ventanales y un jardín un poco vacío gracias a las pocas flores que habían en el lugar. Un poco muerto lucía, pero no podía hacer nada para evitar que la muerte llegara a arrebatarles el color a las rosas.

— Papá, ¿Debo quedarme aquí?, ¿Para siempre? — Preguntó con un nudo en la garganta, asegurándose que nadie estuviera a su lado, pues mal decía el alfa Min que los omegas no eran para opinar ni hablar sin permiso.

— Lo siento, es mientras puedo arreglarlo, Hijo.

Jimin iba a decirle que no se disculpara, que no había porque hacerlo pero en cuanto vio a su suegro decidió cerrar la boca como su madre se lo había enseñado, su padre lo miro sin entender, pero cuando Jimin le hizo una mirada de advertencia y bajó la cabeza, entendió que alguien estaba cerca.

Le dió un apretón en el hombro a su hijo, lo miró por última vez y sin poder despedirse bien, se marchó bajo la atenta mirada del Alfa Min.

No hubieron palabras bonitas o cariñosos abrazos o lindas despedidas por parte de sus padres, solo una mirada apenada y un camino que borraba sus huellas con el pasar de los días gracias al viento.

— Espero te sientas cómodo — Eso fue todo lo que el gran Alfa comentó antes de irse también. Ya no tenía que hacer nada ahí, no cuando su hijo único ya se había casado.

Los días pasaban normal, el viento se llevaba los suspiros vacíos del pequeño y en tan solo en un parpadeo, una semana había pasado.

Una semana en la que estaba solo, sin compañía de nadie, solo de una sirvienta que lo cuidaba y acompañaba, pero que tampoco se acercaba demaciado.

Suspiró, una vez más, sintiéndose solo, su Omega se movía ansioso y eso era algo a lo que él le temía. Algo malo iba a pasar, su Omega solía darle señales, algo parecido a lo que las personas llamaban "presentimientos, sustos, vacíos avisadores, etc" lo que quería decir que algo malo iba a pasar, o que algo iba a suceder cerca de su entorno.

Unos golpes a su puerta llamaron su atención, su Omega sacudiéndose con fuerza y su corazón palpitó duramente, sus manos se pusieron frías y empezaron a sudar, sentía los latidos de su corazón en sus oidos y su garganta se cerró.

— Joven Park, lamento molestarlo, pero tiene que arreglase, el joven Min está por llegar.

Su estómago se contrajo y su Omega se escondió lo más posible, queriendo casi desaparecer. Sus ojitos se llenaron de lágrimas al saber que algo malo iba a pasar, lo sentía, lo presentía. Lo sabía.

Decidido darse un baño rápido, llenando su cuerpo de aromatizantes que le dejaban la piel suave, se colocó lo más decente que encontró en su armario. Un pantalón de cedilla blanco junto con una camisa negra de tela fina. Viéndose tan delicado y hermoso, su cabello húmedo cayendo sobre su frente dándole un estilo inocente.

Demaciado para la vida tan mala.

Poco más de una hora, los portones de su casa se abrieron dándole la bienvenida a un joven de cabello negro en un auto del mismo color, Jimin lo vió desde la ventana de su cuarto, sus ojos se llenaron de miedo y su corazón latió veloz ante el sentimiento de terror que lo llenó.

"Siempre debes esperarlo en la puerta"

Recordó las palabras de su madre y salió de su habitación, corrió por el pasillo lo más rápido que pudo, maldiciendo en su mente cuando vió que la casa era sumamente grande e innecesaria para solo dos personas. Con una casita pequeña era suficiente.

Cuando la puerta de su hogar fue abierta, sus pies tocaron el frío suelo del pasillo, solo un poco más y llegaba, pero la falta de calzado lo hizo agobiarse por el frío.

Se quedó quieto en su lugar, viendo como la empleada se hacía a un lado para que el joven entrara, grande fue su sorpresa cuando un golpe fue dejado en la mejilla de la joven y su paradero fue el suelo, sus labio se abrieron dejando escapar un jadeo de sorpresa y miedo que lo condenaron de por vida.

— Te dije que lo quería aquí — Fue lo primero que dijo el alfa apenas llegó, la Omega en el suelo se levantó con cuidado, no pretendía ser grosera, pero otro golpe y empujón la hizo caer — Nadie te dijo que te levantaras.

— Perdón, Joven, no quise ser grosera — Hizo una reverencia como pudo, pues estando en el suelo en una mala posición no le ayudaban en nada — Lo llamé hace poco, creo que no alcanzó a bajar. Permítame y lo llamo de nuevo.

— ¿Estás diciendo que la culpa la tiene el Omega?, ¿Eso dices? — habló con voz calmada, asustando a Jimin por su tono neutro, el sabía cómo eran los Alfas y este era muy parecido a su abuelo — El Omega ese no tiene la culpa de tu incompentecia.

Cuando el Alfa tomo a la joven del brazo, una alerta roja se prendió en la mente de Jimin.

"Nunca le lleves la contraria, trae serías consecuencias"

Sin pensarlo dos veces corrió cuando el mayor empezó a sacudir a la Omega con fuerza, un jadeo involuntario salió de la boca ajena y antes de que el joven volviera a golpearla. Jimin se interpuso quedando en medio de ellos dos.

— No la toques.

Ese Omega.   [YoonMin]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang