𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜𝑠

88 22 0
                                    

No podría explicar nunca cómo había logrado salir ileso de una batalla contra All for One. Recordaba cada momento con demasiados detalles, el instante en el que habían conseguido penetrar el campo de la U.A., y cómo los estudiantes que lo estaban protegiendo tuvieron que entrar al campo de batalla.

Estaba en su cuarto, pensando en todo ello y tratando de dormir, pero era totalmente imposible. Habían pasado unos meses desde que acabaron con ese villano, la reconstrucción de la ciudad estaba prácticamente acabada gracias al trabajo de los héroes, y ellos seguían con sus clases.

Había acabado el verano, estaban a pocos meses de comenzar su último año en U.A., y el ánimo general había mejorado considerablemente. Todos se habían acercado mucho más, y mejoraron considerablemente sus habilidades. Nadie había propuesto nada para hacer en verano, se quedaron junto a sus familias, y ahora habían vuelto a los dormitorios.

—Todavía hace calor… —suspiró desganado, y acabó por bajar a por agua a la cocina.

Vio cuando se acercaba que la luz estaba encendida, y al abrir la puerta se encontró con su mejor amigo, que estaba comiendo helado mientras miraba algo en su móvil. Kaminari notó su presencia, y le sonrió indicando que fuese a su lado.

—Pensaba que era el único que no podía dormir, ¿quieres?

Sero asintió, y fue a su lado tras coger una cuchara de los cajones. Por suerte a ambos les gustaba el helado de vainilla, así que no le importaba compartir. Miraba al rubio de vez en cuando, tenía los ojos levemente rojos al igual que la nariz, lo que implicaba que seguramente había estado llorando.

—¿Alguna araña en tu habitación? Si no, no habrías llorado.

—No, por suerte. Es… por otra cosa, ¿puedes guardarme un secreto? —Sero dudo un momento, antes de hacer un gesto afirmativo—. Por las noches, cuando me quedo solo, mi cabeza no deja de funcionar. Pienso demasiado las cosas, se me va la respiración y necesito salir y despejarme. Suelo venirme aquí a comer y a ver alguna serie en el teléfono para intentar sobrellevarlo.

—¿Cuánto tiempo has estado así? —dejó la cuchara a un lado, mirándole tenso. No podía creer que Kaminari hubiese pasado por eso y no lo notase nadie.

—Desde la batalla contra All for One. No quiero decírselo a los adultos, lo manejo bien, y no deseaba preocupar a los demás. Pero necesitaba contárselo a alguien, y bueno, tú no eres los demás, Han; eres especial —le sonrió, tomando un poco más de helado.

—Tranquilo, no se lo diré a nadie. Pero la próxima vez que te pase, no bajes aquí. Ven a mi habitación, dejaré la puerta sin seguro para que puedas pasar. Y si necesitas despertarme para relajarte, hazlo, y hablamos de cualquier cosa.

—De acuerdo… gracias, Han.

Siguieron comiendo, hasta que se hizo lo suficientemente tarde como para que decidiesen ir a la cama. Sero nunca mencionó a ninguno de sus amigos lo que le ocurría a Kaminari, y se quedó a su lado en todo momento. Le abrazó cuando llegaba a su cuarto llorando, y le dejaba dormir allí todas las noches que lo necesitase.

Poco a poco se hicieron menos frecuentes las veces que Denki se quedaba en su habitación, y Hanta se alivió por ello. Al parecer estaba mejorando, y eso le dejaba más tranquilo. Alguna vez, Kaminari se planteó contárselo a un profesor, pero nunca se atrevió a hacerlo, y Sero continuó guardando el secreto.

Nuestras primeras veces | SerokamiWhere stories live. Discover now