Capítulo 6

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Las voces dentro de mi cabeza no me dejaban en paz, seguían gritando y reprochando.

"Cobarde" - me decían.

Todo a mi alrededor daba vueltas y lucía distorsionado, ese no era un efecto de los litros de alcohol y drogas que apenas le hacían cosquillas a mi sistema, todas esas sensaciones provenían de mi dolor, con un nombre y apellido impregnado en ellas.

Cuando Eros me gritó que yo era la única capaz de perturbar su escencia, jamás imaginé que se sentiría tan mal.

Sujeté mi cabeza con ambas manos, recargando mis codos sobre la barra del bar, la musica y el sudor de las personas era lo único en lo que mi mente divagaba de vez en cuando. Y así, entre luchas internas y muchos excesos se escaparon los días y las noches.

No quería detenerme por que sabía que me alcanzarían mis pesadillas, pero cuando el reloj marcó las doce del cuarto día mi mente volvió a despejarse. Como si la neblina que cubría mis pensamientos se hubiera dispersado por sí sola, y las luces hubieran vuelto a salir junto con una cordura que venía acompañada de desiciones que no quería tomar.

Azoté la puerta de mi departamento con impotencia y como si un niño estuviera a punto de hacer una rabieta. Me dejé caer en la silla del comedor y hundí mi rostro en la mesa, queriendo aferrarme a los últimos minutos que me quedaban sin tener que afrontar la vida.

-Hey, ¿todo en orden? - Llamó el hombre a quien había arrastrado conmigo, como si fuera una prueba que jamás podría pasar y un reto que me quedaba grande.

-Debes irte - Le dije sin mirarlo, porque no quería recordar ni su nombre ni su rostro, no quería saber de nadie que no fuera Eros. Me temía que me esperaba una eternidad siendo fiel a un hombre que ni siquiera me recordaba.

Escuché más palabras pero no le presté atención a mi entorno hasta que la puerta volvió a cerrarse detrás de mí, cuando estuve sola me reincorporé y con los hombros caídos vagué por la casa hasta mi habitación.

No quería tener que despertar de ese sueño. Podía seguir fingiendo que nada había sucedido hasta el apocalipsis.

Me detuve frente a la cama, no sé cuanto tiempo me tomó estar de pie en el mismo sitio con ganas de tirarme sobre ella a soltarlo todo en lagrimas. Pero me contuve y salí de ahí antes del amanecer.

Crucé la ciudad por una última vez, y me encontré a mí misma en el auditorio del teatro. Temblando por dentro.

Me acerqué a las escaleras y subí por las gradas hasta el escenario, me senté en el banquillo del piano y pegué las yemas de los dedos a las teclas, pero ahí las dejé durate un largo rato, rozando el esmalte blanco.

Después de media hora, la primera canción que había tocado frente a Eros me salió por si sola.

Chopin, nocturne.

Y pude sentir su mirada de nuevo, mi miedo a equivocarme y las palpitaciones en el pecho que me había provocado intercalar mis ojos con los suyos por primera vez.

Solté las teclas antes de poder terminar, y cerré los ojos. Las lagrimas me salían con tanta humanidad que tuve que apretar mis labios para no llenar de sollozos la sala.

No podía creer que ese fuera el final.

-Siempre te detienes - Mis parpados se separaron con la voz de Eros desde la primera fila.

Volvía a sentir calor en mi pecho, pero eso solo me haría sentir más frío al marcharme. Aún así me quedé paralizada en mi sitio mientras lo escuchaba subir al escenario, cuando el calor de su cercanía fue tanto que quemaba, fue cuando encontré el valor de moverme.

-No deberías estar aquí - Susurré, aún con la vista en frente, sintiendo su presencia detrás de mí.

-He estado buscandote.

Me puse de píe y lo enfrenté - No deberías - Repetí, viendole con firmeza los ojos antes de caminar a su costado con dirección a la salida.

Pero me tomó del brazo apenas mi cuerpo llegó a la par del suyo - No juegues más conmigo, Annelise - Sentí una fuerte opresión en mi pecho al escucharlo pronunciar mi nombre y por poco, mi semblante en blanco rompe esa distancia que me costaba mantener.

Me volví hacia él - Te veo, hoy aquí, y siento que te conozco desde siempre - Sujetó mi brazo izquierdo de la misma forma en que tomaba el derecho y deslizó sus manos hasta casi rozar mis hombros con sus pulgares - Te escucho, y estoy seguro de que es así - Aparté la vista, sin poder contestar ni ocultar por mucho más tiempo mis sentimientos.

Era Eros, después de todo. No suponía que nada fuera capaz de ir sobre él, incluso la amnesia le besaba los pies.

Sus pulgares me tocaron las mejillas y poco a poco removieron las lagrimas sobre ellas, pero le tomé la mano antes de que continuara y la aparté de mi rostro. - Viajé aquí para verte, y tu reacción al verme a mí me dejó en claro muchas cosas, pero también me creó más dudas.

-No soy una persona que necesites en tu vida - Dije, alejando sus manos de mí y cortando nuestro tacto.

-¿Por qué? - Cuestionó.

-Porque te hice mucho daño en el pasado -  Contesté sin tener ni un poco menos que decir, él debía arrancarme de raíz de su pecho, frunció el ceño.

Llevé las manos a mi boca, habían comenzado a temblar bajo el recuerdo de nuestra última noche juntos  — No fue apropósito — Susurré en medio de un quiebre en mi voz.

Cubrí mi boca mientras mi cabeza negaba, con ligereza, manteniendo el acto que había acordado. Lo más egoísta que podía hacer en ese momento era tener una crisis frente a él, causar más conmoción en su cabeza de la que parecía ocultar.

Bloquee los recuerdos que se avesinaban. — Lo lamento.

Dije con un poco más de fuerza, apartando las manos. Limpié las lagrimas que me quedaban en las mejillas y tuve que cerrar los ojos durante un par de segundos para volver a encontrarme estable.

Abrirlos fue como el apocalipsis azotando contra mi vientre, en donde las emociones se desataron cual maremoto.

Sus ojos, los mismos ojos que seguía con premura hace dos años, y que se asomaban a mis sueños como fugitivos, estaban entornados alrededor de los míos.

Tan negros, tan profundos, tan míos.

—  Debo irme. — Susurré.

Moví los hombros para que mis brazos, encerrados entre sus manos, me soltaran. Sus dedos se deslizaron como telas.

Lamí mis labios, lo observé a los ojos. — No pienses más en mí... — Pedí — Mírame, haciendo de un amorío algo tan grande — Intenté restar importancia a esa historia que, de alguna manera, se habia quedado apenas embarrada en la memoria de Eros.

"Amorío".

La palabra retumbó en mi cabeza, apreté los labios con desagrado. Ni la palabra más bella para describir el amor sería suficiente para nosotros.

Suspiré. Me permití llevar una mano a su barbilla, el roce eléctrico me picó en las yemas. Esa sería la última vez que lo vería, si ambos eramos lo suficiente inteligentes para mantenernos lejos el uno del otro.

Mis comisuras se curvaron hacia arriba, pero mi ceño seguía fruncido, como perturbado. Era mi expresión nata, algo que aún forzandolo en el espejo; no podía cambiar.

— Espero que no volvamos a vernos pronto — Dejé caer mi mano, sus ojos se volvieron más profundos tras mis palabras.

Más inquietos.

Comencé a alejarme por su derecha.

—En ese caso, no me quedaré con la duda.

En un movimiento limpio y ágil me jaló del brazo y nuestros labios se estrellaron como una plaga en un nuevo ecosistema.

Contaminandolo todo, destruyendo las masas involucradas.


No sé cuanto habría tardado en actualizar de no ser por Dayana Veliz, que me escribió por instagram recordándome porque amaba TAMN, gracias lectoras.

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⏰ पिछला अद्यतन: Sep 08, 2023 ⏰

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