Capítulo 32||

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Emma Jackson


Dejo caer mi cuerpo exhausto sobre las sábanas suprimiendo el dolor latente que recorre mi pecho, llevo varios días con dicha molestia azotándome, la cual ignoro centrándome en la enorme luna que puedo apreciar y detallar a través de las cortinas del balcón.

Ewan se durmió hace poco, luego de que viéramos caricaturas mientras cenábamos sobre la cama, no ha parado de preguntar por el idiota de Aron, y odio tener que mentirle diciéndole que está muy ocupado con su trabajo, a lo cual él solo ha asentido y no ha cuestionado, el gesto decepcionado no ha desaparecido de su rostro,  pero aun así vuelve a preguntar ciertas horas después una vez más ¿Cuándo podrá venir papá?

El día ha sido totalmente estresante, me duelen los hombros y ligeramente los brazos por el agarre de aquel animal, el cual hacen llamar guardaespaldas, le conté a Lean sobre lo sucedido, el cual estaba lejos de la ciudad por motivo de su trabajo, pero prometió ir tan pronto terminase para averiguar qué diablos sucedía. Aron estaba allí, lo sé, su auto estaba, nunca lo he visto salir sin él, y ni siquiera se asomó, cuando estuve allí y grité como desquiciada, lo cual no entiendo una mierda, lo cual tampoco quiero entender, solo quiero que se termine de alejar, que nos dejé en paz y se largue de nuestras vidas. Empiezo a odiar el hecho de que Ewan lo perdonará, la posibilidad de poder alejarlo se ha vuelto aún más complicado.

Respiro profundo, posando una almohada sobre mi rostro, me siento tan jodidamente frustrada, acorralada, agotada, sin ideas, reprimo las malditas ganas de llorar, y me reincorporo a tomar mi móvil el cual empieza a vibrar sobre la mesa junto a la cama, es una llamada de mi papá.

—Hola papá. —Contesto, tan pronto descuelgo la llamada.

— ¿Cómo estás, cariño? ¿Cómo está Ewan? —Inquiere en un tono suave, sabe de lo sucedido, a pesar de que quise ocultarlo, la carita de tristeza de Ewan era evidente.

—Estoy bien, Ewan está dormido. —Respondo sin contener la exhalación, que lo hace exhalar a él también.

—Te dije que no era buena idea aceptarlo, es un maldito ser irracional, ni siquiera puede llamarse humano, después de lo que te hizo en el pasado, ¿Cómo es qué crees que iba a venir renacido? ¿Qué iba a ser un buen padre para Ewan? Por Dios, Emminie, recapacita y regresa a casa, sabes que las puertas siempre estarán abiertas para ti y para Ewan. —Suelta, e inevitables sollozos salen de mi garganta.

—Yo solo creí que... —El sollozo no me deja terminar, y me interrumpe.

— ¿Creíste qué? Basta ya por favor cariño, sé que lo hiciste por el bien de Ewan, pero ya ha quedado más que claro que no le hace bien, al contrario sólo lo lastima. —Las lágrimas no tardan en bajar por mi rostro.  —Mañana iré por ustedes, sé que tomarás la decisión correcta, recuerda que ya no sólo se trata de ti. —Dice, y termina con la llamada, antes de que pueda contestarle.

Los sollozos se vuelven incontrolables, y las lágrimas que tanto he contenido me llenan el rostro, son largos minutos en los que solo la luna es testigo de todo el dolor que se desborda. Me obligo a parar, me obligo a limpiarme el rostro, y los lagrimales, en cuanto el timbre sucumba en todo el apartamento, debe ser Lean, estoy segura, me coloco de pie sin muchos ánimos, y voy hasta la puerta una vez que me aseguro de que no hayan rastros de lágrimas en mi rostro.

—Hash, ¿Qué haces aquí? ¿Qué sucede? —Inquiero una vez que abro las puertas, y me encuentro con su rostro.

— ¿Cada que te llamó o vengo hasta aquí es por qué sucede algo? Auch, me haces sentir fatal amiga. —Contesta con un gesto de indignación, pintado en su rostro.

—No quiero hacerte sentir como tal, pero si, evidentemente. — Replico, y termina riendo bajo sin ánimos.

—Lo siento, no lo vuelvo hacer, quise llamarte y venir antes para saber cómo está mi pequeño bombón, ¿El idiota de su padre ya apareció? Dios... todavía no puedo creer que se haya atrevido a tanto, o sea como diablos se le ocurre no aparecerse en un día tan importante como su cumpleaños, es que te juro que si lo tuviese al frente, lo volvería polvo, no sé cómo pero lo haría. —Despotrica enojada, y me causa gracia el cambio repentino de su gesto.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©On viuen les histories. Descobreix ara