untittled one

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—Ni-ki, cuando digo que tengo noticias siempre pueden ser buenas o malas. — El rubio dejó una larga caja en color azul bebé sobre la mesita de centro de madera blanca en su sala de estar. Justo frente al de cabellos chocolate.

—Sé que son noticias buenas. — Sunghoon arqueó una ceja, esperando a que el menor lo sacara de su confusión, no sabiendo a qué se refería. Ni-ki rodó los ojos. —Siempre que son noticias buenas dices que tienes noticias, si son malas ni siquiera lo mencionas.

Sunghoon apartó la vista de su novio, su expresión se volvió tímida, dándole a Ni-ki el indicio perfecto de que su suposición era correcta. Con la sonrisa de victoria, el menor se sentó en el sofá de cuero blanco, apoyando ambos codos sobre sus rodillas y su mentón sobre sus palmas.

—No tenías que haber traído un regalo, Nini. — La cabeza de Sunghoon regresó al frente, encarando la bonita caja con acabado barnizado.

Sabía a qué tienda pertenecía esa caja, no es como si no tuviera casi una docena de ellas en la habitación que ambos usaban como almacén. Era de su tienda favorita, donde vendían todo tipo de ropa de textura suave con distintos estampados de figuras tiernas.

Sunghoon era una persona amante de cualquier cosa catalogada como tierna, desde ropa, accesorios, muebles, hasta personas; Ni-ki estaba incluido en esa selección también.

Había conocido al rubio cuando estaba en su primer año de universidad. Ni-ki estaba en la facultad de ingeniería y Sunghoon en la de administración. Fue extraño que se conocieran cuando los edificios de sus respectivas facultades estaban a cada uno de los extremos de la universidad, sin embargo, se encontraron inesperadamente en un punto medio; el cuadro de estudiantes reconocidos por sus puntuaciones altas de cada facultad.

—Felicidades— un chico castaño habló al lado de Sunghoon, señalando vagamente la imagen suya en el gran mural. —Es un muy buen puntaje.

Sunghoon regresó la vista del chico hacia su fotografía, observando en el camino su casi perfecto puntaje de noventaiséis en una pequeña placa metálica de color plata. Su promedio no estaba nada mal para ser su primer año en la universidad, aunque sabía que podía dar más de él.

El pelinegro viajo sus ojos con rapidez para ubicar la cara del otro en el marco, pero antes de que pudiera hacerlo, una voz lo interrumpió.

—Nishimura Riki, facultad de ingeniería. — Apenas aclarada su información personal, para Sunghoon fue más fácil identificar al castaño. Supuso que tenían la misma edad, notó que el apartado donde se encontraba el otro pertenecía al primer año y bajo su foto se leía la calificación de noventainueve. Para ser una ingeniería, donde las personas tenían talento natural con las ciencias exactas, Sunghoon realmente estaba impactado. —Puedes llamarme Ni-ki.

—Tu puntaje es... asombroso— la manera en que su oración salió debe haber sido demasiado impresionada como para que el chico llamado Ni-ki riera. Su risa era relajada al mismo tiempo agradable. Sunghoon se contagió de ella, esbozando una pequeña sonrisa, mostrando un poco de sus afilados colmillos.

—Bueno, puedo decir lo mismo de ti. — Un suave color fresa se posicionó en las mejillas del más alto, casi del mismo color que su acogedor chaleco de punto color palo de rosa con diminutos y delicados cristales hilados en él. —¿Compraste ese suéter en la tienda cerca del muelle?

—Oh sí, ¿compras ahí? — Sunghoon hizo un pequeño mohín. La apariencia del menor no daba la impresión de que en algún momento haya decidido comprar alguna prenda en dichosa tienda donde la mayoría de los productos que vendían eran en tonalidades pasteles. En ese momento su vestimenta era bastante sobria; una camiseta blanca acompañada de una chaqueta de mezclilla. Sin embargo, cuando Ni-ki se dio vuelta, en su mochila logró observar el colgante de oso arcoíris que había visto en uno de los escaparates de la tienda recientemente.

𖥔 ִ  ۫   ˑ  you right    !   heehoon  ִˑWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu