−Y espérate... −Acortó la distancia entre nosotros y la puerta de mi habitación. Mientras andaba me tomé un tiempo para empezar a juguetear con los primeros botones de su camisa. Para besar su oreja, apretar su cuerpo, pasear mis dientes sobre su yugular... Abrió la puerta y las luces estaban encendidas. Enarqué una ceja.

−¿Por qué llevas a mamá en brazos? ¿Te duele algo mamá? −Anna.

Nuestra hija estaba sentada sobre mi cama. Con su pijama y con un libro de cuentos en sus manos. Esperándome. Reí y apoyé mi frente en el hombro de Eathan que me descargó de sus brazos. Cruzamos una mirada compasiva, eso tendría que esperar. Me atrapó por un segundo contra su pecho, besándome la nuca.

−¿Hay opción de enviarla de acampada con Yarel y Edward? −susurró sobre mi oído. Negué y se encogió de un hombro entre sonrisas. Se acercó a la cama y se tiró al lado de su hija− A ver, ¿Qué cuento me traes? −La niña le tendió el libro a su padre.

Busqué mi ropa de dormir, una camisa de tirantes vieja y un pantalón ancho. Mientras me quitaba la ropa, era consciente de que iba a provocar algo más en esos ojos verdes que se esforzaban por no mirarme de según qué forma, posados en esas páginas. Me parecía tierno que, pese a saber que le correspondía, no quisiera mostrar ese deseo por mí. Cuando yo le devoraba con los ojos cada segundo que podía. Me entretuve algo más de lo necesario, solo para poder cruzar un par de miradas con él, que observaba mi cuerpo con devoción, no con hambre, no de forma lasciva, sino como, una obra de arte... Me sonrojé levemente. Me tumbé al otro lado de Anna y la niña nos miró a ambos.

−¿Ahora que os dais besos en la boca dormiréis juntos siempre? −Afirmé− ¡Bien! ¡Ahora podré venir a dormir con vosotros! −Eathan y yo nos miramos de golpe, él carraspeó.

−A ver, ranita, tú eres mayor. Puedes venir muchas noches aquí, pero, con lo fuerte que eres, puedes dormir sola alguna noche ¿No? −Negó y se aferró a mí.

−Yo quiero estar aquí −sentenció.

Miré al padre y me encogí de hombros con una sonrisa. Besé la cabeza a Anna y la acuné entre mis brazos. Eathan se acercó a ambas y nos arropó, como tantas y tantas veces ya había hecho. Esta vez, sus labios encontraron los míos, tal y como yo había deseado en más de una ocasión. Entonces me sentí completa, con mi hija y el amor de mi vida entre mis brazos. Los dedos de Eathan encontraron mi cabello, le miré enternecida y me sonrió.

−¿Qué tal tu día? −Se me fundió el corazón de ternura...

−Solo puedo decirte una cosa... Que te amo, que soy feliz y que el mundo no es tan malo cuando puedo ver tus ojos frente a los míos, amor de mi vida... −Se mordió los labios, emocionado, conteniendo su sonrisa tonta. Me besó de nuevo. Lento, tierno, cálido...

−El mundo no es tan malo desde que tú existes en él... El mundo es lo que tú eres para mí, y no hay universo suficiente para contener el amor que siento por ti. Te amo, cabezota mía...

−Te amo idiota... −susurré eso último sobre sus labios, en un último beso antes de quedarme dormida.

Algunas pesadillas me asaltaron. El sonido de los cuellos de esos brujos rompiéndose, sus jadeos ahogados mientras colgaban de sus sogas. Los gritos y los ruegos, los llantos, todos esos sonidos... Asmodeo y sus entrañas esparcidas por el suelo y la mirada de Barack sobre mí cuando le desvanecí. Entonces, abría mis ojos y encontraba mi refugio. Besaba a Anna y la envolvía con fuerza contra mí. Observaba a Eathan y volvía a dormir.

Necesitaba eso, esa calma, porque venía un huracán... Mi gran huracán. El aleteo de la mariposa del destino no se había detenido, no me había dado tregua alguna, solo estaba tomándose su tiempo, solo estaba cogiendo carrerilla, para arrollarnos de un solo golpe...

Cuando la luz del sol empezó a molestarnos, entreabrí mis ojos para observar a Anna sobre Eathan, pegada a su cuello, casi dislocándole la mandíbula con su cabeza. Tendida sobre su padre como un pulpo de mil patas. Ahogué una sonrisa y Eathan me escuchó. Intentó girar su cuello para verme, casi imposible, le tenía placado. Se incorporó levemente y la dejó de nuevo entre nosotros. Me miró... Y yo, en ese momento, dudé de si era cierto, si era posible o si había sido un sueño... Se acercó a mi boca y me regaló un beso suave.

−Buenos días, amor de mi vida... −Se me entibió el pecho y sonreí como una idiota.

−Buenos días... −Me besó de nuevo acariciando mi mentón. Mis ojos cerrados, saboreando el momento− Por un segundo creí que lo había soñado todo... −Su risita me reconfortó el alma.

−Yo también... −confesó. Se levantó de la cama y se estiró con pereza. Rodeó el colchón y nos miró a ambas− Voy a correr y a entrenar un rato, se lo prometí a Gregör. Nos vemos luego ¿Vale? −Se acercó y me besó de nuevo. Besó la cabeza de Anna y mató una sonrisa en su boca− Voy a tener que inventarme algo si queremos dormir solos... Bueno dormir... No te voy a dejar dormir... −Levanté una ceja y se fue rápido. Dejándome con ganas de seguir con esa tentación y ese juego.

Remoloneé junto a mi hija sobre la cama. Hablando ambas con despreocupación. Dejé que Anna me explicase su aventura en el Reino Fadäh y sus revolucionarias ideas para regalas alas a todo el mundo. Reí con sus ocurrencias y disfruté de sus risotadas, de su perfume, de su simple existencia. Guardé ese momento en el cajón de los recuerdos felices. Bajo llave, protegido eternamente. Porque ella, ella siempre sería mi gran amor. Mi hija... Nuestra hija. 

------------------------------------

Hola!

Sé que os va a dar algo, solo os aviso, el 99 y el 100 os va a dar un ataque. Yo estoy dando saltitos. Que nos hemos emocionado y nos ha salido la niña😄. Espero que estéis disfrutando muchísimo de estos capítulos, yo los vivo con todo mi corazón. Mil gracias por el interés y vuestros comentarios, me dais la vida, de verdad. Me siento super feliz de poder teneros cerca, que forméis parte de esta familia en Eralgia🥰🥰. 

✨Os quiero mil✨ 

¡Un abrazo enorme, de esos que rompen mundos y dimensiones!💕💖 

¡Nos vemos en Eralgia!💕🌍 

Laura Pujol :)

ERALGIA IV, La CondenaWhere stories live. Discover now