No hace falta que realmente diga algo, comprende a la perfección ese sentimiento de perder a un ser amado, tampoco hace falta que le dé una explicación sobre cuán importante es mi hermano para mí, él sabe que los dos siempre fuimos unidos, Philipp y yo a pesar de la gran diferencia de edad teníamos un lazo especial, me cuidaba como si fuera su hija y no su hermana menor y eso a mí me gustaba, me hacía sentir que alguien realmente me amaba.

—Uh, no tenía idea de ello. —Por supuesto que no, pienso. Acaba de mudarse y no es que alguien más fuera a decírselo. Un suspiro pesado se escapa de él y lo veo rascarse el pequeño rastro de barba que le está saliendo, aquello lo hace ver un poco más grande de lo que es, aun así, dándole un toque atractivo y sensual a la vez—. Yo, uh....

Intenta pensar en algo que decir y coloco una mano sobre la suya, la cual descansa en su regazo y le doy un pequeño apretón.

—Gracias por la taza de té. —Es lo primero que se me ocurre, tampoco es lo mejor que puedo decirle, Eric ladea la cabeza intentando aferrarse a mis palabras, tiene el ceño ligeramente fruncido, luce pensativo—. Yo... no podía dormir.

Me atrevo a decir y él frunce los labios, se lleva una mano a la nuca.

—Tampoco yo.

Admite con un poco de culpa, observo el lugar, todo luce perfectamente organizado, pero me doy cuenta de que en la mesita que hay frente a nosotros hay un par de gafas de leer, libros, hojas sueltas y carpetas, seguramente debía de estar trabajando en algo.

—¿Cómo sabías que estaba afuera? —le pregunto, su mirada baja a nuestras manos, la mía aun encima de la suya y la alejo en un arrebato, sintiéndome apenada.

—Escuché ruidos —dice y me resulta una excusa absurda y un poco creíble a la vez. Decidido a que no lo cuestione, se aclara la garganta—. ¿Por qué no podías dormir?

No era por pesadillas, de eso no tengo dudas.

—Yo... —Mi corazón late con fuerza mientras pienso en mi respuesta, pero Eric niega antes de que hable.

—Olvídalo, no necesitas darme una explicación. —forja una diminuta sonrisa y se rasca la cabeza—. Sea lo que sea, ya está.

Dice e intento asentir, aunque él no luce convencido de sus propias palabras y yo tampoco lo estoy, agradezco que no quiera presionarme a hablar sobre el tema. Observo el lugar de nuevo y luego a él.

—¿Qué estabas haciendo?

Una pizca de curiosidad se revela en mi mirada.

—Estaba leyendo. —Hace un gesto hacia los tres libros apilados uno encima del otro en la mesita, me inclino para tomar uno de ellos y leer el título—. ¿Orgullo y prejuicio?

Siempre he considerado la poesía el alimento del amor. —Se encoge de hombros al citar una de las frases del libro, dejando en claro que lo ha leído, si bien lo recuerdo, fue Darcy quien lo dijo. No puedo evitar sonreír, Orgullo y prejuicio es uno de mis libros favoritos y que alguien como Eric lo cite, lo encuentro... encantador como seductor, ¿quién no se siente atraído por alguien que lee?

—Vuelvo a dejar el libro en su lugar y me enfoco en la pequeña estantería que tiene frente a la pared, debe haber aproximadamente cincuenta libros, quizá son pocos, pero muchos teniendo en cuenta que no lleva mucho tiempo en Austria.

—¿Los has traído contigo? —Señalo el estante y dejo la taza en la mesita para pararme a contemplar los libros, pues también me encanta leer, Eric se levanta para quedarse a mi lado mientras contemplo los títulos. Hay en su mayoría libros clásicos, pero también algunos libros juveniles no tan clásicos, pero sin duda reconocidos, lo sé porque me he leído la mayoría de ellos.

Un príncipe imperfectoजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें