Giré mis ojos con hastío -La negación no ayuda, negrito querido.

Ese día transcurrió todo normal, fuimos a clases y cenamos. Ya era el último día de mi castigo, como era de esperarse yo no asistiría al encuentro para robar comida de esta noche junto a Blaise y Luna. Estaría con Harry en la enfermería.

Me puse mi pijama, similar a la de la noche anterior pero esta era unicolor roja. Por una interrupción que mi abuelo me hizo en una de las clases supe que Harry tendría que irse con él al día siguiente, no me dijo a donde ni por qué. Solo me aseguro que ambos volverían para el atardecer y que no me preocupara.

Por esa razón quería tener una cercanía... diferente, con el azabache esa noche. En pocas palabras estaba hormonal.

Cuando llegue a la enfermería ya él estaba ahí, sentado. Me inspeccionó con la mirada y juré que pudo ver hasta los pecados que se escondían detrás de mi ropa. Se limitó a saludarme y siguió leyendo.

Pasaron varios minutos que parecieron horas. Él no se me acercó, no vino a mi a sentarse a mi lado o algo, se mantuvo lejos leyendo, lo que me llenó de impotencia por querer terminar lo que ayer no logramos. Siguieron pasando los minutos y decidí romper el silencio.

-¿No quieres hacer algo? No lo sé, leer junto a mi.- solté eso con la intención de que captara la indirecta pero por su respuesta deduje que no:

-La verdad tú estás leyendo otra cosa, si me voy a tu lado me concentraré en tu libro y me perderé del mío.

Eso era verdad en una cierta parte. Yo si tenia un libro en las manos, pero no lo estaba leyendo, era una simple excusa para no verme como la niña hormonal que estaba esperando que el chico que le gustaba se le lanzara encima y la dejara sin poder caminar por tres días.

Pasaron unos minutos más y por el reloj que había en la pared supe que ya llevábamos una hora ahí, Blaise ya debía estar con Luna paseando por el castillo y yo... bueno. Con la mente tan atrofiada que cuando me di cuanta ya llevaba cuatro hojas del libro de las cuales no había entendido nada porque mi mente estaba en otro lado. Harry se veía tan tranquilo en su lectura y yo estaba quemándome por dentro como cuando Zaza me dio ese estimulante.

Trate de contener mi impotencia pero ya no pude y tiré el libro con hastío en dirección al azabache. Era un libro pequeño por lo que el impacto ni siquiera le dolió pero si lo tomo desapercibido.

-¿Que ocurre?- preguntó el frunciendo el ceño.

-Estoy aburrida.

-¿Qué quieres hacer?- dejo su libro a un lado apoyando sus manos sobre sus rodillas posando toda su atención en mi.

La simple pregunta me causo conflicto ¿acaso él no quería lo mismo que yo? ¿Era yo la única calenturienta en ese lugar?

-Nada.- respondí cortante y me acosté en la camilla con los brazos cruzados y vista al techo.

Sentí como se levantó y se dirigió hacia mi, cuando se posó a mi lado con sus manos en sus bolsillos, mis músculos ya tensos se relajaron un poco.

-¿Ahora que hice?- preguntó genuinamente curioso.

-¿Cómo me vas a preguntar que quiero hacer? Estamos en este lugar solos, solo con las luces de la velas iluminándonos en plena noche, es obvio que tenemos que jugar a las muñecas mientras hacemos una casita de almohadas, ¿no?- rebatí con claro sarcasmo pero sin dejar la nota de enfado en mi voz.

Se subió a la camilla, posó sus rodillas y manos a mis costados dejando mi pequeño cuerpo debajo de el suyo.

-Sé perfectamente lo que quiero y como quiero hacértelo. Solo que se me hace divertido ver como te estresas.

Mariposas negras +18 (Editando)Where stories live. Discover now