eres tan mala; me hiciste llorar cuando menos lo pedí, internamente. me consolaste como debió ser, pero no como yo lo deseé. mi corazón se cerró junto a las duras verdades que tenía sobre ti, que quería decirte a todo pulmón, sin importarme que me llamaras maleducado, atrevido, mal familiar o lo que sea que te pareciera mejor haberme apodado en ese momento.
odié cuando mi lengua se hizo nudo; era mi oportunidad de abrirme, pero recordé que me ayudabas hace años y en esos años solo lloraba, mintiéndote en la cara lo que realmente me hacía mal.
eras tú quien me provocó esa herida tan horrenda en mi corazón, un temblor que siempre reacciona cuando aparece ese específico momento, en el cual, el ciclo se repite una vez más.