Sujeto mi mochila fuertemente bajo mi mano y respiro mirando a mi alrededor. Diviso la pista de despegue cerca y me acerco hasta la taquilla mientras mi teléfono sigue sonando, mensajes, mensajes, llamadas y más mensajes. El hombre me mira con mala cara por, aparentemente, interrumpir su pequeña siesta en horas de trabajo y levanta la taquilla de mala gana. -¿Adónde se quiere dirijir?-me pregunta de mala gana forzando una horrible sonrisa que revela varios dientes podridos. -Mmm...si no es mucha molestia, ¿me podría decir adónde van los corazones rotos?