ACTION TALES:La Liga de Los Hombres Misteriosos#5

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Tony Quinn se encontraba sentado frente a la chimenea encendida en su sillón favorito oyendo música, para cualquiera que observase a través de las ventanas de la casa sería la rutina de un hombre ciego y así es como él quería que fuese.

El timbre del teléfono interrumpió una de sus partes favoritas de Chattanooga Choo Choo del último disco de Glenn Miller y su orquesta, le gustaba la música moderna, no podía remediarlo, aquellas melodías un tanto tontas y pegadizas le reportaban una sensación de bienestar y le traían recuerdos de épocas más felices y sencillas. Pudo oír los pasos de Silk que diligentemente se dirigía a coger el teléfono, poco después apareció en la habitación.

- Es el señor J. J. Vaughn, quiere hablar con usted.

¿J.J. Vaughn? ¿Qué podrá querer de mí el rico acerero? ¿Tenía quizás algo que ver con su hija Helene Vaughn? Un montón de preguntas vinieron a la mente del ex-fiscal del distrito pero la única manera de resolverlas era ver qué quería el viejo J.J.

Sus padres habían sido muy amigos de la familia Vaughn por lo que sabía, aunque él apenas guardaba recuerdos del gran hombre o como le llamaban en el sector siderúrgico, el hombre de acero. Un juego de palabras que tenía que ver con su oficio y con su carácter, a pesar de lo cual J.J. Vaughn siempre tuvo fama de hombre justo y aunque jamás se metía en política no era de los que se quedaba callado cuando veía algo que no le gustaba, eso le había granjeado no pocos enemigos y muchísimos amigos.

Silk ayudó a Tony Quinn a acercarse hasta el teléfono cuidando hasta el más mínimo detalle la escenificación de su ceguera.

- Sr. Vaughn, que agradable sorpresa, ¿cómo se encuentra? -dijo Tony al coger el auricular

- He tenido tiempos mejores, Tony.

Su voz sonaba cansada aunque el tono era el que habría usado con un familiar o con una persona muy querida.

- Perdona por llamar tan tarde pero necesito hablar con alguien de confianza y lo más triste es que ya no sé en quién puedo confiar, -guardó silencio durante unos instantes y se le notó un deje de tristeza en la voz-, tu padre y yo fuimos como hermanos en una época. He seguido tu carrera y sé que eres un hombre honrado y valiente como pocos, tu padre habría estado muy orgulloso de tí. Sé que ya no estás en activo pero eso precisamente te convierte en el hombre ideal.

No se esperaba aquel torrente de confianza y de sinceridad, sin duda el viejo Vaughn estaba necesitado de ayuda, de no haber sido así no le habría hablado de aquella manera, no parecía ni de lejos el hombre de acero del que hablaban todas las revistas económicas del país e internacionales sino más bien un hombre vulnerable y cansado.

- Por supuesto señor Vaughn, me honraría recibirle en cuanto usted guste, sabe que después del...accidente no me gusta salir demasiado.

- Lamento causar tantos problemas pero sería mejor que vinieras tú a mi casa, por motivos que no puedo explicar ahora me es muy difícil salir de aquí, puedo mandar a alguien con un coche a que te recoja si no te puedes trasladar hasta aquí, eso no es problema.

- No, no se moleste, Silk me puede llevar, está más que acostumbrado a mis manías y casi lo prefiero así, estaré ahí lo más pronto posible.

- Muchas gracias Tony, no sabes cómo te lo agradezco.

Quinn colgó el teléfono y se quedó con la mirada perdida, una mirada que Silk reconoció enseguida.

- ¿Algo no va bien? -preguntó

- Algo no va bien,-confirmó Tony-, esta llamada me ha dejado con más interrogantes que respuestas, prepara el coche, vamos a salir.

- ¿Como Tony Quinn o como Black Bat?

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