El sombrero nunca se equivoca I

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SxF Ubicada en el universo de Harry Potter de JK Rowling.


Damian Desmond aun no podía creerlo, eso tenía que ser una pesadilla. Si, eso día ser. Quizás aun se encontró dormido en el Expreso de Hogwarts, o capaz se había golpeado cuando el guardabosques Hagrid les aviso que bajaran la cabeza cuando iban en el bote al ingresar al túnel, posiblemente ahora se encontrara inconsciente en la enfermería.

Pero los gritos eufóricos de los alumnos cuando un nuevo alumno era seleccionado a una de sus casas le aclararon que no estaba inconsciente y que ese era su realidad. Sus manos se apretaron sobre sus muslos y estuvo reticente por un buen rato si levantar su cabeza.

Cuando hubo armado el suficiente valor, dirigió su mirada hacia la ultima mesa del lado derecho del comedor. Sintió el sudor bajar por su pálido cuello.

Su hermano Demetrius le devolvía la mirada, pero para su confusión y todo lo contrario de lo que pensó, este le sonreía tranquilo e incluso le guiño un ojo.

Damian parpadeo contrariado, él había esperado una reacción diferente. Una de decepción era todo lo que había imagino. Pero no, su hermano le miraba con aceptación. Demetrius desvió la mirada al rato hacia un compañero que le hablaba y durante esa noche, no hubo mas contacto visual entre ambos.

Damian se cruzo los brazos por encima de la mesa y hundió su cabeza entre sus brazos. La imagen de su progenitor llego a su mente. Mas que seguro se sentirían decepcionado cuando se le informara en que casa había quedado.

Un Desmond en Gryffindor ¿Cómo pudo pasar eso? Todos en la familia habían sido seleccionados para Slytherin desde la primera generación. Y él ahora había roto ese tradición ¡por que precisamente él!

Su pecho se estrujo al imaginarse el desaire que le daría cuando fuera a casa por vacaciones de Navidad.

—Estás muy pálido— escucho a su lado.

Cuando alzo la cabeza, sus sensibles ojos marrones se encontraron con unos curiosos ojos verdes.

Hizo una mueca.

—Estoy bien —dijo algo brusco, la niña solo parpadeo y se encogió de hombros impasible. A su lado, una niña de ojos rasgado y voz chillona le busco conversación, cuando empezó a hablar sobre el techo de Hogwarts y la historia de los fantasmas que correteaban en el Gran Comedor, la chica de ojos verdes le miro sorprendida.

Damian no escuchaba nada de la conversación de ambas niñas a su lado, todo ruido había quedado en segundo plano. De pronto sintió que era inútil seguir lamentándose esa noche, así que tomo un pedazo de cerdo y fue sirviendo mas cosas a su plato para comer, fingiendo relajarse aunque sea un momento.

.

—Hola, hermanito.

Damian alzo la cabeza, su hermano se había acercado y sentado a su lado en la mesa de Gryffindor a la hora del almuerzo. Miro a su alrededor, nadie había reparado mucho en eso. Posiblemente siendo cierto que ya no había tantos recelo entre los leones y las serpientes. Mojo sus labios y movió la cuchara del tazón de su sopa.

—¿Como te ha ido en tus primeras clases?

Damain se encogió de hombros.

—Bien, he respondido cuando me han preguntado.

—Y..., ¿Por qué tan solo? —inquirió.

—No me apetece hablar con nadie—respondió entre seco y tímido. Demetrius siempre le había inspirado respeto. Ciertamente, desde muy pequeño, lo había considerada como un modelo a seguir. Admiraba como Demetrius siempre había sabido como ser el orgullo primogénito de su padre.

Y él no había podido mucho seguir su paso, quedaba ciertamente bajo su sombra.

De ahí partía su ilusión por quedar en Slytherin, deseoso de poder ver la primera mirada de apremio y orgullo de su padre para con él al seguir la tradición en Hogwarts.

Demetrius suspiro al verlo así tan abatido.

—Dami —acorto su nombre en un modo cariñoso. —Se lo que tu cabecita esta pensando — Damian lo miro finalmente. Demetrius agarro una uva y la llevo a sus labios—. Eres un niño Dami, no dejes que la presión de padre haga tu mundo un lugar sombrío y solitario ¡Se tu mismo!

Damian arrugo la nariz, y no lo dijo, se lo trago, no le dijo lo que siempre ha pensado «tu nunca has tenido que esforzarte por querer impresionar a padre», pensó.

—Oye, — ambos alzaron la cabeza. Dos niñas estaban frente a ellos. La niña de ojos rasgados le señalo con un dedo. Damian la reconoció como Becky Blackbell, su compañera de curso, no había dejado de preguntar cosas esa mañana durante las primeras clases—En la clase de Transformaciones fuiste el único en convertir ese palillo en una aguja ¿Algún truco?

Demetrius sonrío al pensar en algo.

—Señoritas, que bueno que se acercan, mi hermano necesitaba algo de compañía y seguro que esta dispuesto a compartir sus habilidades de mago— la chica de ojos rasgado se sonrojo levemente al reparar en el Desmond mayor.

—¡Que dices Demetrius! —bramo Damian, se había colorado y fruncía el ceño por la insolencia de su hermano al prometer cosas por él.

Miro a las niñas, su mirada marrón se desvió instintivamente hacia la niña de ojos verdes. Ella mirada al grupo de un modo impasible, sus ojos de un precioso esmeralda se cerraban un poco como si estuviera aguantando el sueño ¡Pero si ya era mediado día, como podía tener sueño aun!

—Vengan, tomen asiento junto a mi tímido hermano —las guió contento, ignorando el disgusto de su hermano. Hizo que se sentaran una a cada lado.

—Yo no soy tímido —refunfuño por lo bajo.

La chica de ojos rasgados quedo a su lado derecho y la de ojos verdes a su lado izquierdo.

—¿A que curso vas tu? —pregunto Becky sin dejar de mirar hacia Demetrius soñadora.

—Oh, curso quinto año—respondió amable él castaño. — bueno, yo me voy con mis amigos ¡nos vemos pequeños!

Y tan pronto se fue, los tres niños se quedaron en un incomodo silencio. Damian apuro su sopa. Becky agarro una pedazo de tarta de calabaza y con una cuchara empezó a comer.

Luego de un periodo de silencio, ella volvió hablar:

—Aun espero me digas sobre como lograste convertir el palillo en una aguja —dice ella.

—¿Y por que tendría que hacerlo? El profesor explico bastante bien —retruco él.

Becky le miro de mala manera.

—Porque se supone que eres un caballero ¿Verdad Anya?

La chica de ojos verdes dejo sus tostadas y miro a Damian, este le devolvió la mirada. De pronto, los labios de la chica se ensancharon en una sonrisa, o en un intento forzado de sonrisa. Las comisuras de sus labios parecían tensas y sus ojos se habían achicado dándole una expresión algo tétrica.

Damian retrocedió en su asiento, se sintió raro, nervioso. Aquella chica de pelo rosa era muy extraña. 

—¿Y bien? —insistió Becky.

Damian miro de reojo a Anya, quien estaba concentrada de nuevo en el desayuno. De pronto ella le volvió a mirar, pero esta vez no esbozo una sonrisa  tétrica, esta vez las mejillas de Damian se sonrosaron cuando ella le dedico una pequeña sonrisa con sus ojitos verdes brillosos. Al parecer le gustaba mucho el chocolate que en ese momento ingería y quien le produjo tal felicidad. 

—Bien, pero solo era una vez. —expreso molesto y aun ruborizado.

Damian conjeturo al final que esa expresión debía tener algún hechizo, porque lo hizo retratarse y proseguir a explicar a las chicas el movimiento correcto de varita para convertir un palillo en una aguja.


DamiAny x DrabbleWhere stories live. Discover now