Capitulo 11- El primer trabajo (Parte 2)

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En nada, llegaron al vecindario. Eva vio que la mayoría eran casas de planta baja, no demasiado altas. Solo había dos que tenían más de un piso. Estaban pegadas las unas a las otras, conformando cuatro calles, dos en paralelo y las otras dos, cruzadas. Gabriel se desplazó con suma rapidez hasta llegar a la parte de atrás de una de ellas. Ella fue tras él.

Una vez colocados detrás de la casa, Eva vio como su superior se pegaba de espaldas contra la pared y se desplazaba de forma lenta y cuidadosa. Había una ventana allí y, pese a no haber luz, eso no quería decir que no pudieran encenderla en cualquier momento y dejarlos al descubierto. La chica decidió imitarlo y también se colocó en esa misma posición. Se fueron moviendo y ella pudo notar la rugosidad de aquella superficie contra sus manos. Le resultaba un poco molesto. Se siguieron moviendo hasta que el nocturno se detuvo justo cuando llegaba al borde del edificio.

Entonces, fue cuando ocurrió. Gabriel se despegó de la pared, girándose para mirar hacia la vivienda y alzó su cabeza. Eva lo observaba en silencio, sin entender muy bien que pretendía hacer. Permanecieron en silencio por un instante y, sin previo aviso, el nocturno dio un enorme salto y acabó con sus pies sobre el techo de la casa. La pelirroja quedó boquiabierta. No se había movido demasiado, tan solo flexionó las piernas y se impulsó hacia arriba. De nuevo, las habilidades de los vampiros la dejaban perpleja, no solo por lo poderosas que eran, sino porque ella también se suponía que las tenía.

Desde el tejado, Gabriel se volvió para mirarla. Se mostraba imponente desde arriba. Era como un gigante que hacía sentir a Eva tan pequeña e insignificante. Teniendo en cuenta la actual situación de su vida, parecía una más que certera simbología de cómo se hallaba. El nocturno continuó observándola sin decir palabra alguna, pero la chica no tardó en deducir que estaba esperando para que subiera. Un poco reticente, no tuvo más remedio que ponerse a ello.

Dio unos pasos atrás y miró hacia donde se encontraba su superior esperándola. No se encontraba tan alto como esperaba y, quizás, llegaría de sobra, aunque no tenía ni idea de si podría hacerlo. Confiaba en que lo conseguiría, pero le costaba creerlo con seguridad. Nunca había puesto en práctica sus nuevas habilidades, así que le resultaba difícil pensar que sería capaz de hacerlo. Con todo, se mentalizó en que lo lograría. Tomó algo de aire y, sin dudarlo, comenzó a correr.

Avanzó con rapidez hasta quedar muy cerca de la casa y dio un fuerte impulso con sus piernas hacia delante para saltar. Eva quedó impactada al ver como se elevaba tan alto. Lo normal era que solo diera un pequeño brinco, pero ahora, veía como se alzaba varios metros. Estaba impresionada. Era más fuerte y ágil de lo que imaginaba. Sin embargo, por muy poderosa que ahora fuese, estaba lejos de tener el control total de estas nuevas habilidades. Algo evidente, cuando chocó contra el borde del tejado.

El impacto al clavarse el filo contra el pecho fue horrible. Sintió como le iba a rajar sus senos y quebrar las costillas de tanta presión. Dejó salir todo el aire mientras el dolor se intensificaba por momentos. Claro que aquello no fue lo peor. Logró extender sus brazos para aferrarse al techo, pero enseguida comenzaron a resbalarles. Intentó agarrarse, aunque de poco le sirvió. Entró en pánico, llegando a clavar las uñas sobre la dura superficie y notó como se le quebraron varias al hacerlo. Continuó deslizándose hasta que cayó hacia atrás.

El golpe contra el suelo no fue tan doloroso como el impacto contra el borde del tejado. Sin embargo, verse cayendo hacia abajo de espaldas se sintió como algo traumático para Eva. Por un momento, creyó que iba a morir. Para cuando su cuerpo ya se hallaba sobre la fría y pedregosa tierra, la nocturna se encontraba petrificada. Permaneció así por un instante, sin poder creer lo que le había ocurrido, aunque no tardó en concluir en que ya se estaba haciendo normal verse así. Desde luego, no era la primera vez que estaba a punto de perder la vida, por lo que empezaba a pensar que quizás se tendría que habituar a este tipo de situaciones. Desde arriba, Gabriel seguía mirándola impasible, como si le importara más bien poco lo que le había pasado.

Mar de sangreWhere stories live. Discover now