Atrapadas

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Parada frente al edificio dónde trabaja Juliana, estaba Valentina, ansiosa por ver a su amiga, hacía una semana que no se veían pero para ella fue una eternidad. No podía esperar más y decidió subir hasta su oficina para sorprenderla e invitarla a cenar a su restaurante favorito cómo lo hacían por lo menos una vez al mes desde que se conocieron. Llegó de su viaje y lo primero que hizo fue ir directo a buscarla.

El edificio estaba casi vacío, era viernes, la gente ya había terminado su horario laboral y sólo quedaban algunas personas. Valentina subió directo a la oficina de Juliana, no era la primera vez que sentía ese cosquilleo y esas mariposas en el estómago cuándo se iba a ver con su mejor amiga, desde hace tiempo reconoció que el amor que le tenía iba más allá de una simple amistad pero tenía miedo. Miedo a no ser aceptada por ser cómo era y miedo a no ser correspondida y perder a la persona que más amaba en el mundo. Desde que se conocieron, Juliana fue su ancla, su fuerza, sus días grises se volvieron soleados, sus pesadillas terminaron, ya no se sentía sola, ahora su corazón latía por esa chica de ojos cafés y mirada profunda. Juliana era el aire fresco en un día de primavera, era la libertad añorada, era sentirse viva, era sentir que podía volar. No, no quería perderla... Decidió callar y esconder sus verdaderos sentimientos por temor a ser rechazada. Ese amor que sentía por su mejor amiga lo guardaría en el fondo de su corazón. La amaría en silencio.

Salió del elevador directo a la oficina de Juliana y tocó la puerta.

—Adelante! —escuchó la voz de la morena.

Antes de abrir la puerta, respiró profundamente para controlar todas las emociones que sentía en ese momento.

—Hola Juls! —Le dijo con una sonrisa amplia caminando hacia la morena.

—Val! Qué haces aquí morrita? Pensé que seguías de viaje.—con una sonrisa igual de amplia se paró Juliana de su escritorio para abrazar a su amiga.

—Bueno, apenas llegué hoy y quise sorprenderte y también invitarte a cenar a nuestro lugar favorito, que dices? Aceptas? —Le dijo mientras se deshacía del abrazo y la miraba con ternura al mismo tiempo que le acomodaba un mechón de pelo tras la oreja.

Juliana no tenía voluntad propia cuándo Valentina la miraba de esa manera, simplemente no sabía cómo negarle nada. Le llenaba el corazón estar cerca de su amiga, se sentía plena, en paz, todo estaba bien cuándo Valentina estaba cerca. Desde que se conocieron, sintió que su mundo cambió para bien, todo parecía detenerse cuándo esa chica que tenía enfrente la miraba a los ojos, cuándo la abrazaba, cuándo entrelazaban sus manos, cuándo reían por todo y por nada, cuándo dormían en la misma cama después de una noche de chicas y Juliana despertaba en la madrugada, sólo para observar ese rostro perfecto, esos labios gruesos que nunca tendría el honor de probar. La admiraba cómo se admira una obra de arte, cómo se admira un atardecer desde lo más alto de una montaña, cómo se admira una noche llena de estrellas, cómo se admira la luna llena. Valentina era tan importante para ella que si el callar sus sentimientos era necesario para tenerla siempre a su lado lo haría, jamás confesaría el amor que sentía por ella. El rechazo de Valentina sería la muerte para Juliana.

Eran amigas y así estaba bien.

Salieron de la oficina riendo de tonterías, los pasillos del edificio estaban vacíos, al parecer eran las últimas personas en ese lugar, fueron directo a los elevadores y mientras esperaban, se miraban diciéndolo todo, diciéndose nada...

—Te extrañé Juls—le dijo Valentina sin dejar de mirarla a los ojos.

—Yo también te extrañé Val—le respondió Juliana con ternura y media sonrisa.

Las puertas del elevador se abrieron y ellas salieron de su trance, Juliana le hizo una seña con la mano a Valentina para que pasara primero y Val con una pequeña reverencia le dió las gracias mientras reía bajito.

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⏰ Last updated: Oct 07, 2020 ⏰

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