Ira en el mundo de piedra

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Después de que Kohaku dijera que planeaba tomar al Cabeza como rehén, Amaryllis decidió estar atenta a los aposentos del Cabeza, esperando por el alboroto que seguro se armaría muy pronto sí todo salía bien.

Cuando la noche se mantuvo silenciosa, Amaryllis supo que algo andaba mal. Muy mal.

Siguió mirando atentamente, con la respiración atorada en su garganta, ignorando los lloriqueos de Ginro respecto a que el plan loco de Kohaku haría que los maten a todos.

Estuvo muy atenta a la vivienda del Cabeza, tanto que pudo ver fácilmente a Kohaku de repente ser arrojada desde lo alto, chocando contra varias ramas, cubierta de sangre.

Jadeó horrorizada y salió corriendo de inmediato, gritándole a Ginro que la siguiera.

Un guardia se dio cuenta y les gritó que se detuvieran, pero Amaryllis hizo caso omiso y siguió corriendo con todas sus fuerzas hasta que llegó al pie del inmenso árbol, buscando entre la tenue luz de las antorchas hasta que vio el cuerpo de Kohaku

De inmediato sintió sus ojos aguarse. Ella estaba muy herida… no podría salvarse.

Se arrodilló a su lado y tomó su mano, sollozando suavemente. Kohaku seguía respirando, pero también seguía sangrando. Iba a morir en cualquier momento.

-Lo siento, Kohaku-chan.- ella fue quien la arrastró a esto. Todo esto era a causa de su plan.

Ginro, que se había quedado paralizado por un segundo, con los ojos llenos de terror, rápidamente se arrodilló al otro lado de Kohaku y sacudió su hombro bruscamente.

-¿Qué haces, Kohaku? ¡No puedes morir!- volvió a sacudirla. -¡Despierta!-

-¡Ginro, déjala!- Amaryllis lo regañó de inmediato. —Va a morir de todas formas… déjala irse en paz…- lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

-¡No, no puede!- negó con la cabeza. -¡Senku va a despellejarme!-

-Creo que vamos a ser atrapados de todas formas…- murmuró ella amargamente, viendo como los guardias se estaban organizando arriba para ir a buscar a las dos que huyeron.

-¡No es solo por eso!- se jaló de los cabellos desesperadamente. -¡No puedes dejar sola a Tsukiku-chan, Kohaku! ¡Todos prometieron que iban a volver, y tú eres la que más debe regresar!- siguió sacudiéndola y Kohaku tosió más sangre.

-¡Ya es suficiente, Ginro!- Amaryllis sollozó todavía más fuerte.

-No…- los ojos del chico disfrazado también se aguaron. —No puedes morir…- se llevó los puños al rostro, golpeando su frente desesperadamente hasta que de repente vio algo que hizo que su mirada se ilumine. -¡Mira!- tomó el collar cubierto de sangre de su cuello, abriéndolo y enseñándole las "fotos" que había en él. -¡Mira, Kohaku, es tu hija!- colocó el collar frente a sus ojos. -¡Vamos, mírala! Tienes que verla…- volvió a desesperarse, sudando profundamente.

De pronto, una chispa de brillo volvió a los ojos azules de Kohaku.

-Tsukiku…- levantó una mano débilmente hasta rozar el collar con la punta de los dedos.

Ginro y Amaryllis sonrieron enormemente.

-¡Está viva!- Ginro alzó los puños al cielo. -¡Excelente, ahora Senku me dejará vivir!-

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