3. Frágil

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- ¿En serio, Cartman? - murmuró divertido Pete.

Los demonios de las escaleras dieron un paso al frente. Cartman les dirigió una mirada fría, antes de agarrar de la mano a Kyle.

- Pírate de aquí ahora mismo. - le susurró en el oído.

Kyle le miró confundido.

- ¿Qué estás tramando, culo gordo? - inquirió Kyle.

- Nada bueno. - sonrió Cartman.

- No te gustaría saberlo.

Los ojos de Cartman esquivaron los del pelirrojo, concentrándose en los demonios que bajaban las escaleras con lentitud.

- ¿Están intimidándome? Qué ridículo. - una sonrisa socarrona asomó en los labios del castaño.

Kyle se enderezó torpemente del sofá, dirigiendo una breve mirada a Pete, como si temiera que, al mirarle a los ojos, el demonio descubriera su miedo.

- Te-tengo que irme. - se apresuró a decir.

- Qué pena. - exclamó Pete. - Lo estábamos pasando muy bien.

Kyle le dedicó una sonrisa nerviosa antes de ir directo hacia la puerta. Cartman cerró los ojos y respiró profundamente, tranquilo de saber que Kyle estaría lo suficientemente lejos como para no presenciar lo que iba a ocurrir en breves.

- Comienza el show.

- Oye, por curiosidad, ¿has llamado a tus amiguitos por alguna razón en especial? - cuestionó el castaño, ladeando la cabeza.

Pete amplió su sonrisa, mostrando unos finos colmillos. Los demonios se quedaron quietos, observando en silencio la escena.

- Cartman, Cartman, Cartman, la mayor estupidez que puede cometer un demonio es la de encariñarse con un humano. Y lo sabes.

Al oír eso, el de ojos rojos arqueó una ceja y dejó de sonreír.

- Te lo digo por experiencia. - Pete se levantó del sofá y le dio la espalda a Cartman, encogiéndose de hombros. - Lo mejor que podrías hacer es dejar al humano y volver con los tuyos.

- No puedo hacer eso.

El tono melancólico del castaño hizo que Pete se cuestionara muy seriamente el por qué de esa necesidad de estar con aquel humano. Porque, claro, era un simple humano. Sólo tuvo que darse la vuelta y mirar los ojos carmesís de Cartman para comprender la razón por la que el demonio no podía separarse de Kyle Broflovski.

Y eso le hizo sonreír.

- ¿Sabes, Cartman? Hay una forma para librarte de ese humano. Para que dejes de sufrir por él. - se atrevió a decir Pete.

Cartman frunció el ceño y sus ojos chispearon rabia.

- Yo no estoy sufriendo.

- Te comprendo, Cartman. - prosiguió el demonio, ignorando el comentario del de huesos grandes. - Por eso, yo acabé con él antes de que lo arruinara todo.

- Le tengo. - Cartman tuvo que contener una sonrisa de satisfacción.

- ¿A qué te refieres?

Pete alzó la vista y, por primera vez en milenios, Cartman vio un atisbo de tristeza en aquellos ojos negros como el carbón. Pero, sólo duró unos segundos antes de que la fría determinación nublara los ojos de Pete.

- ¿Te crees que soy estúpido, Eric? - siseó.

- No eres nadie para llamarme así, gilipollas.

Manzanas Envenenadas (Kyman)Where stories live. Discover now