Sangre, huesos y plumas. Cenizas del Angel.

Los ángeles olvidados

Los ángeles no lloran,
se mecen en cadenas de palabras
que se gastan en oraciones
de la tierra despiadada.

Los ángeles no sienten, ...
no viven,
enmudecen
entre actos de fe descorazonada,
entre mariposas celestes de inciensos malgastados
y caricias invisibles de almas perdidas en la nada.

Los ángeles no existen,
no respiran,
no transpiran,
no tocan con su piel otras pieles deseadas,
no surcan los ríos celestes con sueños derroteros
ni gritan en auxilio de su propia alma en pena lastimera.

Los ángeles son muertos
que vivieron con nosotros,
que están a la espera de vivir un día nuevo,
de sentir nuevamente boca sobre boca,
manos sobre manos
y pieles sobre pieles húmedas
y bendecidas con la lluvia.

Ellos respiran perfumes del pasado,
viviendo holográficamente
en lugares creados por el ser amado.
No viven sin la vida de otro de por medio,
y sin las caricias de recuerdos enterrados
en corazones de oro, engarzados