S E I S

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    El viaje en auto fue algo tardado e incómodo, no tenía relación con el padre de Mateo... de hecho creo que habíamos hablado tres veces en todo este tiempo.

Conversamos algunos temas triviales que -estoy segura- a ninguno le interesaba. Me comentó sobre su vida, su carrera musical y la carrera de su hijo. Me dijo que Trueno tenía un gran talento y que daría todo de él para que explotara su don al máximo.

No quería que sus palabras me afectaran, sé que no lo dijo con esa intención pero aún así logró remover algo en mi mente.

Mateo comenzaba a gustarme, pero no quería estropear su carrera por eso.

Para cuando llegamos al hotel el sol ya comenzaba a caer, me dijo el numero y el piso donde se encontraba su hijo y que por favor no me preocupara por mis cosas, que él se encargaría.

Acomodé a Deimos entre mis brazos y lo arropé con su mantita rosa. 

El hotel donde se hospedaban era verdaderamente hermoso, creo que ni trabajando todo un año lograría pagar una noche acá.

¿Así son las cosas? Nunca tuve presenta la clara diferencia con Mateo, creo que viendo a mi alrededor puedo comenzar a darme cuenta de ella... 

El camino hacía su habitación fue corto, en menos de lo pensado me encontraba frente a su puerta.

Suspire y apretando a mi niño contra mi pecho, golpee.

- ¿Quien es?- Una voz femenina se escuchó al otro lado. ¿Me equivoque de puerta? Verifique el número y no, si me encontraba en la habitación correcta.

- ¿Esta Mateo?- Titubee.

De repente la puerta se abrió de golpe, al otro lado de esta apareció una mujer. Tenía el pelo rubio y los ojos verdes, vestía una remera que identifiqué como una de Mateo, lo sabía porque se la había visto en algunas ocasiones. 

- ¿Sí?- Preguntó recorriendo mi cuerpo con la mirada. Sus ojos repararon repentinamente en mi hijo.

- Soy... Soy África, amiga de Mateo.- Murmuré. Me sentía diminuta al lado de esta chica.

- ¿África?- Susurró.- ¡África! pasá pasá.

¿Qué?

Me adentré en el cuarto con vergüenza ¿Quien carajos es esta tipa y cómo me conoce? 

- ¿África?- La voz de Mateo sonó a mis espaldas, su simple tono logró disparar los latidos de mi corazón.

Que hombre.

- Hola...- Murmuré girándome hacía él. Al parecer estaba saliendo del baño ya que se encontraba con el dorso descubierto y con una toalla al rededor de su cuello.

- Perdón por recibirte así.- Se acomodó la bermuda y se acercó, yendo directo a mi hijo el cual lo recibió con los bracitos abiertos.

- No te preocupes.- Respondí intentando no denotar mi incomodidad.

- Ella es Monika.- Presentó a la rubia mientras mecía a Deimos.- Es una buena amiga.

- Muy buena amiga.- Murmuró la chica en respuesta.- Es un placer, Mateo me habló mucho de vos.

- No puedo decir lo mismo.- Dije con calma.- Mateo nunca me habló de vos.

- No me sorprende.- Se quejó rodando los ojos.- En fin, es un gusto. Espero que nos llevemos bien.

- Lo mismo digo.- Sonreí.

...

Monika se fue poco después de mi llegada, dijo que saldría con alguien y que la perdonara por no quedarse más tiempo. No me molestó su partida, tendríamos otra posibilidad para conocernos.

Mateo estuvo cargoseando a mi hijo desde que lo tuvo en brazos, alegaba que lo extrañó demasiado y que no pensaba soltarlo hasta que se fuera. No me molestó el echo de que me robara a mi niño, confiaba en él y sabía que lo cuidaría bien.

Verlo así, en el papel de padre, lograba derretir mi corazón de sobremanera. No quería sentir esto, no quería verme herida una vez que Mateo se aburriera de nosotros...

- Eu ¿Me estas escuchando?- Bufó al ver mi falta de atención.

- No, perdón.- Respondí sincera. Me estiré en la cama y lo miré.- ¿Qué pasó?

- Te extrañé.- Murmuró caminando hacía la cama contraria.

- No pasó mucho tiempo.- Alegué con un poco de vergüenza, sentía el calor emanar de mis mejillas apenas esas palabras habían abandonado su boca.

- África.- Me llamó. Dejó a Deimos en la cama vacía y lo rodeo de almohadas para evitar que se cayera mientras dormía.

- ¿Qué?

- ¿Y si me das un beso?

El cuarto quedó en silencio de pronto, solo se escuchaban los pasos de Trueno caminando hacía donde me encontraba.

- ¿Un beso?- Pregunté.- ¿En la mejilla?

- En la boca.- Respondió rodando los ojos, como si me hubiera dado una respuesta obvia.

- ¿En la boca?- Dios, estoy quedando como una estúpida.

- Si.- Sonrió con ternura.- Te extrañé mucho, me lo merezco. 

- Bueno...- Susurré sentándome a los pies de la cama, Mateo tomó lugar a mi lado y me miró. Sé lo que esperaba, quería que yo diera el primer movimiento.

Suspiré y rodeándome de toda la valentía que no tengo me acomodé mejor a su lado. 

Su boca se veía extremadamente atractiva a la luz nocturna de la habitación. Sonrió levemente y no bastó más para que los latidos de mi corazón se dispararan por segunda vez, estaba tan bueno el maldito.

- Estas demorando mucho.- Susurró cerrando sus ojos.

- Me gusta examinar bien todo lo que como.- Respondí de igual manera. Una pequeña carcajada brotó de sus labios, pero no abrió los ojos.

- Besame África, no me hagas rogarte.- Murmuró colocando una de sus manos encima de mi muslo.

Ahí te voy Jesús, porque seguro me muero de un paro cardíaco en cuanto toque sus labios... y en estos momentos no había mejor forma de morir.


Angelitos - Trueno.Where stories live. Discover now