Querido Louis,
Nunca escribías nada para mí como suelen hacerlo los novios enamorados,
nunca me recitaste poemas o me compraste flores,
no solías tomarme de la mano cuando ibamos por la calle,
y quizás tampoco me mirabas de manera especial.
Debía saber que nunca me amaste, así como nunca pudiste hacerlo.
Porque tu corazón estaba demasiado encerrado,
amándose a sí mismo.
Lo siento, Louis.
No quería cambiar quien eras,
sólo quería lo oportunidad de que me amaras también.