3:00 am , relatos cortos de terror

Dejá vu

Son las seis y tres de la tarde. John no es capaz de prestar atención a lo que hace sino que simplemente lo lleva a cabo automáticamente, como una máquina cuyo destino es hacer siempre lo mismo. Una y otra vez. Se siente cansado, pero sabe que debe seguir estudiando o no pasará los exámenes. Mira su móvil. Nada. Mira por la ventana y ve su calle vacía y oscura. Es pleno diciembre, quedan dos semanas para las vacaciones de navidad y se hace de noche pronto. Hace frío y aún sabiéndolo decide salir a dar una vuelta para cambiar de actividad un rato. Luego volverá. Volverá a estudiar. Siente que lleva toda la vida haciendo lo mismo y que cada día que pasa ya lo ha vivido. Se despierta por las mañanas sabiendo que todo será igual. Que su vida siempre ha sido igual y que nunca cambiará.

Se pone unas deportivas negras, un abrigo caliente y tras meter en el bolsillo las llaves de su casa, sale por la puerta.

La calle no es muy larga, hay pocas casas y la mayoría están deshabitadas. Además da la sensación de que viven en otro siglo. Las viviendas son bajas, no muy grandes y con un pequeño jardín que los más ancianos de la calle usan para cultivar verduras. Pero hay mucho tráfico, pues  a apenas cinco minutos a pie se encuentra una de las fábricas de mayor productividad de la provincia. A veces eso logra distraer a John, que se queda mirando los vehículos cuando estos pasan por delante de la calle.

John vuelve a mirar su móvil, aunque no sabe por qué lo hace. Sus dos mejores amigos viven en la gran ciudad y están demasiado atareados como para preocuparse por él.

Un perro ladra en la finca de vallas amarillas. Un pájaro de aspecto débil se posa en un árbol. La señora Pérez sacude una sábana que acaba de lavar por la ventana. Ocurre lo de siempre, como siempre. Un coche rojo pasa por la carretera demasiado cerca de John, quien grita al conductor y se queja. El coche pita y el conductor saca la cabeza por la ventanilla justo a tiempo para ver el camión, el jóven  y el accidente.

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Son las seis y tres de la tarde. John no es capaz de prestar atención a lo que hace sino que simplemente lo lleva a cabo automáticamente, como una máquina cuyo destino es hacer siempre lo mismo. Una y otra vez. Se siente cansado. Mira por la ventana y ve su calle vacía y oscura. Hace frío pero decide salir a dar una vuelta para cambiar de actividad un rato. Luego volverá. Volverá a estudiar. Siente que ya ha hecho esto antes. Es como vivir en un dejá vu.