Capítulo 1: Matthew, el desaparecido

57 2 0
                                    

Abrí los ojos cuando los primeros rayos de sol atravesaron la espesa capa de hojas que formaban los árboles. La molestia de la luz me impedía una visión clara del lugar en el que me encontraba, así que me limité a masajear el contorno de los ojos, con el fin de parar el insistente picor que me asaltaba. Segundos en los que aproveché para respirar con tranquilidad, tras el agitado sueño que había tenido. El aire era puro, casi podía sentir como renovaba mis pulmones y una sensación de frescura atravesaba mis fosas nasales. Era eucalipto. Nada que ver con el habitual olor a ceniza que recorría las estrechas calles de mi ciudad, debido al enorme mercado que se aposentaba en el centro de la misma, donde la gente comerciaba con su ganado, telas, utensilios del hogar, y cualquier otro tipo de propiedad. El cambio de ambiente era agradable, estaba harto del gentío y las personas, allí en cambio, la propia atmósfera otorgaba un oasis de paz.

Una vez que mi cuerpo reaccionó, observé con detenimiento donde me encontraba, puesto que no recordaba absolutamente nada de los sucesos que precedían a mi despertar.

Boquiabierto, fui consciente de que todo elemento a mi alrededor había aumentado de tamaño, y había aumentado muchísimo. El terreno bajo mis pies era hierba corriente, pero al igual que el resto del paisaje, tenía una escala mayor a la habitual. El tallo alcanzaba mis rodillas, e incluso los granos de tierra se veían como pequeñas rocas marrones. La situación se había vuelto surrealista. A juzgar por la altura de la flor de diente de león más cercana a mí, yo debía ser de un tamaño un poco más grande que un puño humano adulto. Recordaba como mi hermana y yo íbamos a la parte de atrás de nuestra casa, para recoger dientes de león en el jardín, y soplarlos para pedir un deseo. Verlo todo desde la perspectiva de la flor hacía que el entorno se volviese intimidante. Los árboles eran de un tamaño tan colosal, que la mísera idea de treparlo me daba angustia, ansiedad.

Con los nervios a flor de piel, traté de calmarme, me mordía las uñas continuamente mientras asimilaba mi situación. Las manchas rojizas en mi piel comenzaron a aparecer, era un efecto natural que me había acompañado desde mi niñez, provocado cuando me alteraba o me ponía nervioso por algo. Aún a mis veinticinco, me seguía afectando.

Me obligué a dejar de destrozar mis uñas antes de que los dedos se quedasen en carne viva, para después pasar a rascar el cuello con gran intensidad. Lo último que recordaba es que había salido con mi familia de viaje, al monte Gullin, aprovechando que papá consiguió unos días de descanso en la imprenta. Solíamos ir ahí para despejarnos de la ciudad, a una cabaña bastante apartada de la sociedad. Los recuerdos se desvanecían desde ese entonces.

El sudor se hizo presente, dejando marca en mi camisa de franela gris. Decidí moverme cuanto antes para buscar algún tipo de sustento, acababa de amanecer y tenía muchas horas de luz por delante.

Caminé durante unas cuantas horas, lidiando con el pensamiento de que apenas habría avanzado un solo kilómetro, debido a mi patético tamaño. Me consolaba que era lo suficientemente grande como para no preocuparme por los insectos, al menos si decidían ignorarme. Lo mismo pasaba con los animales, ya que hasta una rata podría alcanzar mis dimensiones fácilmente. Daba por hecho que cualquier cosa, incluidos los seres vivos, tendrían un tamaño acorde al resto de dimensiones.

La sed empezaba a hacer presencia, propiciada por el calor abrasador. Habría sido un día perfecto para disfrutar de un baño en el lago, si mi vida no corriese peligro. La camisa estaba chorreando por el sudor, y me sentía totalmente asqueado.

Mis lamentos cesaron al instante cuando escuché una voz femenina increíblemente potente desde las cercanías. Se me erizó la piel al instante. No dudé ni un segundo de que esa voz pertenecía a alguien mucho más grande que yo, apostaba a que era una mujer capaz de pisarme como si no fuese absolutamente nada. Tras meditarlo un momento, decidí que al menos debería acercarme a investigar. No tenía muchas oportunidades de sobrevivir en un sitio desconocido, y mucho menos cuando hasta las rocas parecían muros.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 06, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Leyendas de GulliverWhere stories live. Discover now