UNA VIDA PARA AMARTE.

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"Sabía que jamás bastaría una vida para amarte,

por eso te las dediqué todas."

Natalia se sentó como siempre en el último sitio del tercer vagón del tren, que la traía y llevaba de el pequeño pueblo donde vivía hasta la ciudad, donde trabajaba como profesora de música, dejó su mochila en el asiento de al lado y se colocó el pelo debajo de su gorro amarillo. Era pleno otoño y el viento soplaba fuera del vagón, suspiró mirando el reloj del móvil y metió las manos dentro de los bolsillos de su cazadora negra.

Entonces la vio, acababa de entrar a toda prisa por las puertas ahora cerradas y mantenía en las manos una carpeta con hojas sueltas junto con una mochila colgada de un hombro, la chica dio una vista rápida por el vagón mientras se colocaba el pelo rubio desordenado detrás de una oreja. Caminó despacio hacia los asientos del final cuando el tren arrancó, la rubia llevaba una camisa de botones blanca con los primeros botones desabrochados, un pantalón vaquero largo  de campana y una chaqueta del rosa mas chillón que Natalia jamás había visto. Se sentó en uno de los asientos del final, pero al otro lado del pasillo donde estaba la morena y Natalia vio de reojo como se hacía un moño desordenado y apoyaba de forma cansada la cabeza en el respaldo, cerrando los ojos. Automáticamente la morena desvió la vista hacia la ventana regañándose por estar mirando a esa linda chica que estaba sentada en el pasillo de al lado.

La morena estuvo todo el camino de vuelta a casa intentando no desviar la mirada hacia la rubia ,distrayéndose con el paisaje, hasta que el tren paró en su estación, se levantó de su asiento dándose cuenta de que aquella chica rubia se levantaba también y alzó la vista quedando atrapada en ese avellana tan intenso que la mirada de la rubia le brindaba, la rubia le regaló una sonrisa y ella no pudo evitar sentirse nerviosa ante ese gesto, devolviéndole una sonrisa tímida.

La mañana siguiente Natalia no pudo evitar sentir un poco de curiosidad preguntándose si la misma chica de el otro día volvería a aparecer, pero la chica de los cabellos rubios desordenados no apareció.

XXX

Volvía a casa ese día como todos los días y vio como la casa de enfrente ya no tenía ese cartel de "se vende", desde que Natalia había llegado al vecindario siempre le produjo curiosidad esa casa, quizás porque en todo el tiempo que llevaba viviendo allí nadie la hubiese comprado, y su aspecto y la pintura desteñida por el sol fueran quizás las causantes. Se alzó de hombros y se encaminó hacia su garaje, donde pasaba la mayor parte del tiempo, aquel era un barrio tranquilo donde solo habían unos cuantos niños así que podía dejar el garaje abierto y trabajar con la luz natural, cuando la inspiración lo pedía. Además de trabajar en el colegio, producía y escribía algunas cosas para algunos artistas de una discográfica.

Estaba terminando de arreglar unas bases en la tabla de mezclas de su pequeño estudio, cuando vio a una chica cargar con tres cajas amontonadas unas encima de otras, impidiendo verle la cara y que ella viera cualquier cosa, Natalia vio como intentaba a duras penas sacar las llaves de su bolso y mantener las tres cajas, así que salió del garaje y cruzo la calle dirigiéndose hacia donde estaba la chica.

"Mierda" oyó que murmuraba cuando casi estaba a su altura "Tengo una cita con Paul, será fácil llevar las tres cajas Alba, esta chupado" dijo entre dientes antes de soltar un "arrgg" cuando sus llaves cayeron al suelo "¿Por que me pasan siempre estas cosas?" lloriqueó. Entonces Natalia cogió dos de sus cajas quitándole peso y permitiéndole ver su rostro, se sorprendió al ver a la misma chica que había visto hace días en el tren.

-Creo que seria mas fácil llevarlas de una en una ¿no? –la rubia le sonrió con suspicacia para después dejar la caja que llevaba en el suelo y recoger sus llaves.

UNA VIDA PARA AMARTE // albaliaWhere stories live. Discover now