¡Qué tontería!

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¡Qué tontería!

Jack se apoyó frente a la puerta principal de la secundaria Saint Abel. No esperó demasiado antes que un gran grupo de alumnos de diferentes cursos salieran disparados para disfrutar del inicio del fin de semana.

El joven prestaba mayor atención a las mujeres, sobre todo a aquellas que parecían estar un par de cursos menos que él.

Entre la multitud distinguió a quien seguramente esperaba: cabello castaño claro, ojos color miel y una pequeña y respingada nariz.

Acomodando la mochila mejor en su hombro, se aproximó a ella y tomándola del brazo la separó de sus amigas, quienes disimuladamente continuaron su camino, dejándola con aquel simpático muchacho, quien aparentemente la conocía.

-Belén, eres tú -afirmó el muchacho mirándola con cierto asombro, o duda.

-Sí, soy Belén, sé cómo me llamo, gracias por la información -la chica habló con ironía a quien parecía un torpe chico-. ¿Ahora que ya sé cómo me llamo, me puedes decir qué quieres? -sin cortesía soltó su brazo del agarre del joven y le realizó la pregunta mostrando su mal genio.

-Jack, soy Jack.

- ¿Te conozco Jack? -lo miró de arriba abajo, por supuesto sabía quién era, la reputación de Jack Karver transcendía las barreras entre colegios, sin embargo, no lo conocía formalmente y se preguntaba cómo era que él conocía su nombre.

-Sí, nos conocimos, pero no en el momento indicado, por eso debemos conocernos antes.

La chica frunció el ceño, se alejó un paso y buscó detrás suyo a alguno de sus compañeros que pudiese ayudarla a salir de esa situación. Ese chico sin duda estaba ebrio o drogado. Realizó un mohín y dio media vuelta, alejándose cínicamente de él.

Jack ya esperaba esa reacción, la conocía demasiado bien. Le dio alcance e insistió.

- ¡Ya suelta! -gritó la chica, esta vez miró a los costados y cruzó la calle corriendo.

"Ahí vamos" pensó Jack con resignación, saliendo también a la carrera. No tardó mucho en alcanzarla, la jaló hacia él y le tapó la boca para que no gritara.

-Escucha -le dijo a la muchacha que se retorcía en sus brazos-. Un café,  tal vez esta sea una oportunidad de un día. Belén se tranquilizó, ya no intentaba gritar ni escapar.

Con cautela separó la palma de la mano de su boca y la calmó con la mirada.

- ¡Ja! -Exclamó sarcástica-. ¿Oportunidad de un día? ¿Es así como conquistas? ¿De verdad haces esto con las idiotas que caen a tus pies?, pues no soy una babosa descerebrada, intenta esto con otra.

-No, no entiendes. Tal vez mañana no esté aquí -sus palabras sonaron tan serias y graves que Belén dejó todo el sarcasmo de lado y lo escuchó atentamente.

Lo miró de arriba abajo, acomodó mejor su mochila en el hombro y accedió a una taza de café, sólo  a una, y si ese estúpido trataba algo extraño, lo dejaría sin pensarlo.

***

Jack sonrió sinceramente, educadamente le alejó la silla y terminó de acomodarla mientras Belén arqueaba una ceja. Al final Jack no era el egocéntrico patán que creía, o al menos no lo parecía.

-Un expreso y un capuchino, con crema, no espuma -ordenó a la mesera.

-Yo puedo pedir por mi misma -se indignó la chica.

-Pero hubieras pedido un capuchino con crema -afirmó con una sonrisa-. Siempre pides lo mismo.

- ¿Cómo los sabes? -se extrañó.

¡Qué tontería!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora