Capítulo 3

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Sus amigos la observaban desde arriba cuando Katerine abrió sus ojos, sus rostros estaban bañados de genuina preocupación. Comenzaron a llenarla de preguntas, muchas y al mismo tiempo, Katerine volvió a vomitar sin poder contenerse.

El alcohol seguía en su sistema después de todo.

Se dio cuenta que estaba en la casa de Cole, ya no había tanta gente, pero la fiesta continuaba. No encontró a Jolsen por ningún lado, internamente se sintió agradecida, no podía lidiar con ello, no cuando le dolía el cuerpo como si se hubiese caído por unas escaleras de veinte metros.

No, unas escaleras no, comenzaba a recordar. Por un maldito precipicio.

—Kate, te encontramos desmayada en la entrada del bosque, tienes que decirme...

No pudo seguir escuchando la voz rota de su amiga.

Sus palabras golpearon contra ella como una bofetada, haciéndola recordar más de prisa. La habían encontrado en la entrada del bosque, pero hasta donde torpemente recordaba, ella no había tenido la fuerza para dar siquiera un paso y luego...Ella había visto un hombre.

Era difícil recordarlo, su rostro parecía borroso, tenía ojos...impresionantes y era enorme. Pero esa criatura preciosa no podía ser un hombre humano, no tenía ningún sentido. Ella no lograba descifrar si la visión de él había sido real, pero estaba segura de lo que había pensado en el momento que logró verlo entre los árboles.

Hermoso.

Frío.

Salvaje.

No, eso no podía haber pasado, había alucinado porque de qué otra manera esa visión tendría sentido.

¿Un hombre de hielo en las montañas? Por supuesto que no, no solo era estúpido, era una completa locura. Si ella decidía abrir la boca sus amigos se burlarían.

—Creo que solo me desmayé, en ese bosque hace un jodido frío congela traseros —bufó—. Estoy bien —musitó a pesar de que su cuerpo refutó sus palabras—. Quiero irme a casa.

Pete y Kristani se pusieron en acción, de inmediato comenzaron a recoger sus cosas, dejando a Katerine ante la avergonzada y triste mirada de Cole.

—Lo siento —lamentó el chico.

—No es tu culpa.

—Claro que sí, mi padre es un idiota, él no entiende -Cole pasó sus manos por su cabello con rabia—. Lo siento, Katerine, de verdad.

—Cole, ya te dije que no es tu culpa.

Si había que culpar a alguien ese tenía que ser Jolsen, además de ella, por supuesto. Jolsen solo la había provocado y ella como una completa estúpida había caído. Katerine se sentía demasiado cansada como para dejar entrar la vergüenza a su sistema, ella necesitaba un cambio de ropa con urgencia y poder meterse en su colchón.

Solo eso deseaba.

Pero en el auto, justo en el momento en el que cerró sus ojos, unos grises aparecieron en su mente. Supo que no lograría dormir mucho esa noche, no se preocupó, solo necesitaba recostarse y descansar. Al día siguiente no tenía que ir a trabajar, por lo que pasaría todo el día en cama recuperándose, eso estaba claro.

Intentó cerrar sus ojos de nuevo y esos ojos bravíos le devolvieron la mirada.

No puede ser, se gruñó interiormente. Fue el Vodka, maldición.

No podía permitirse ser dominada por una inusual alucinación producto del alcohol.

No.

Ella tenía que seguir intentando.
Volvió a cerrar sus ojos.

Demonio blancoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon