Mesa 7. {Juliantina}

Capítulo 1; Agua.

Valentina Carvajal no solía sentirse de mal humor nunca. En realidad, ella creía que podía contar con los dedos de su mano las veces en las que se había sentido realmente molesta. Casualmente, la mayoría de éstas, involucraban a su novio; Lucho.

Lucho no estaba tan mal después de todo, es decir, se conocían desde que eran niños. Siempre había sido un poco impulsivo y explosivo, pero también tenía sus momentos donde la hacía reír y sentirse querida. Bueno, al menos eso es lo que ella se repetía a sí misma cada vez que se sentía así de irritada con el susodicho.

Ese día, por ejemplo, era uno de esos donde no lo podía soportar ni un minuto más.

Recapitulando en cómo había empezado su día, que hasta ahora era el peor de su semana, Valentina se tuvo que despertar muy temprano para ir a la clínica a realizarse los estudios que Eva, su hermana mayor, les hacía practicarse a la familia Carvajal después de la muerte por cáncer de León, su papá. Valentina al principio no estaba muy de acuerdo con ser picoteada mes tras mes, pero entendía la preocupación de su hermana, y sin protestar más, accedió al plan obsesivo de prevención en la salud de Eva.

Lucho pasó por ella como usualmente lo hacía para las visitas a la clínica de Valentina, y como también ya era costumbre, en todo el viaje reinó el silencio. Tenía demasiado sueño como para mantener una conversación, y aunque Lucho trató de sacarle algunas palabras, lo único que ella hacía era asentir silenciosamente con la cabeza.

Después de haberse practicado los análisis y de algunos chequeos rutinarios, el par salió de la clínica con un Lucho visiblemente molesto y maldiciendo a su padre en voz alta. Valentina recordó como minutos antes Lucho quiso pagar por los análisis, pero su tarjeta no pasó. Por lo tanto, terminó pagándolos ella.

- "Es que no puedo creer cómo se atrevió a cancelarme las tarjetas. Pasé el oso de mi vida ahí dentro. Pero va a ver, nadie me hace quedar en ridículo. Ni siquiera mi padre." - Lucho se quejó, tecleando salvajemente en la pantalla de su celular el número telefónico de su papá.

Valentina se encogió de hombros. Realmente no le veía sentido a la reacción tan agresiva de su novio, siendo que éste siempre hacía cosas para que sus padres lo castigaran de esa forma. Usualmente esos "castigos" no le duraban ni dos días. - "Algo debiste haber hecho para que te las cancelaran, pero cálmate, no es como si te fueras a quedar en bancarrota por dos días sin tarjeta." - Valentina sintió la mirada de Lucho hacerle un hoyo en el lado izquierdo de su rostro, pero ella no se inmutó y continuó caminando. - "Además, yo puedo pagar por mis cosas."

- "Eres mi novia, es mi deber pagar por tus cosas." - Lucho trató de halagarla, pero Valentina no podía encontrar nada lindo en su comentario. No le gustaba que él pagara por absolutamente todo, ella también tenía su propio dinero. Aquello la hacía sentir como si fuera de su propiedad, o como si le estuviera cediendo algún derecho sobre ella. O bueno, quizás simplemente ese no era su día y todo en él, hasta lo más mínimo, la estaría irritando.

No respondió nada ante su comentario y siguió su camino, con su novio siguiéndola de cerca. Valentina divisó al otro lado de la calle un establecimiento de comida, e inmediatamente, su estómago comenzó a gruñirle y su cabeza a punzar. Conocía esos síntomas perfectamente; tenía hambre, y es lógico cuando estaba en ayunas por culpa de los malditos estudios de Eva.

- "¿A dónde vas? El auto está en esta cera." - Lucho la jaló suavemente del brazo cuando Valentina intentaba cruzar la calle. Por un momento olvidó que estaba acompañada.

- "Tengo mucha hambre y quiero probar la comida de ahí." - La de ojos azules claros explicó, tirando hacia atrás su dedo pulgar señalando así el establecimiento. - "Siempre que vengo a hacerme los estudios veo que hay mucha gente, así que debe estar bueno. Extraño la comida casera." - Su tono era sereno, mientras que la mirada de Lucho cada vez se tornaba más incrédula.