Cero

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Los rayos de sol que se filtran por la persiana que anoche, con las ansias no llegamos a bajar. Aún me pesan los párpados después de la noche de ayer. La fiesta de cumpleaños que me prepararon anoche mis compañeros de OT se alargó más de la cuenta.

Por motivos de trabajo y agenda este año mis padres no podían bajar a Madrid antes del sábado y que cayera en jueves, el día que cumplía mis veinte, no ayudaba porque tenía una sesión de fotos para promocionar la gira de Tráiler que pronto comenzaría, y para no pasarlo sola, Ana organizó una cena tranquila con todos los chicos que se encontraban en Madrid esta semana.

Intento moverme, pero un brazo adornado de pulseras me tiene atrapada entre el colchón y él. Me intento girar despacio quedando de lado frente a él. Aún está plácidamente dormido, y de entre sus labios se escapa algún que otro ronquido, provocado por ese estúpido vicio al tabaco que tiene.

Acerco mi mano a su rostro y comienzo a acariciar con mis uñas su barba. Con el roce de mis dedos empieza arrugar la nariz haciendo un gesto muy tierno, que hace que me muerda el labio inferior para evitar que se me escape una pequeña risa.

No cesan mis caricias hasta que al fin comienza a removerse y hace que la única sábana que nos cubre por el calor del mes de Junio, deje más piel a la vista y su agarre en mi cintura se intensifique.

Comienza a abrir sus ojos y lo primero que hace al verme es sonreír.

-Buenos días, feliz cumpleaños pequeña.- dice mirándome aun a los ojos, para luego acercar su nariz a la mía y así poder dejar caricias con esta. Mis ojos no se apartan de los suyos en ningún momento, como si intentara coger una fotografía de ese instante, en el que sus ojos aun achinados por el sueño, su sonrisa de medio lado dejando a la vista ese colmillo que le hacía tener la sonrisa más especial del mundo, y esos rizos despeinados de dormir y culpa mía también por mi costumbre de enredar mis dedos entre ellos mientras que nuestros cuerpos se enredan de otra manera.

-Buenos días marmota- le digo acercando mis labios para rozar los suyos pero sin llegar a juntarlos.

-Como si tu no fueras una marmota también.- comienza a reír por el juego que he empezado al ver que no tengo intenciones de besarle.

-Oye que el que ron...- y no me deja terminar de hablar, cuando pone sus ojos en blanco y acto seguido agarra mi nuca y junta nuestros labios en ese beso que yo intentaba retardar.

En algún momento durante ese juego de labios, lenguas y pequeños mordiscos término tumbada sobre su torso desnudo notando ese efecto matinal contra mi muslo, haciéndome soltar un suspiro. Parece que un aura de pasión vuelve a cubrir las cuatro paredes de mi dormitorio. Pero justo cuando Luis está atacando con ganas mi cuello me doy cuenta que no podemos seguir.

-Luis para.- sigue intentando lamer mi clavícula y aunque me gustaría seguir, no tengo tiempo.-Luis en serio, tengo que irme.

Con un suspiro deja caer sus brazos a los lados de la cama y su cabeza se vuelve a recostar en el colchón derrotado. Sus ojos me miran suplicantes y yo solo puedo incorporarme en su pecho y dejar un pequeño beso sobre la comisura de su boca.

Salgo de la cama y busco un juego de ropa interior limpio en el armario y la ropa que me pondré ese día. Noto que su mirada no se aparta de mí y mientras intento abrochar el sujetador me giro para mirarle con una ceja alzada.

-¿Qué pasa?

-No pasa nada Aitana.- sale de la cama, agarra los calzoncillos que lance anoche y terminaron sobre la cómoda, y comienza a vestirse.

Sin Rencor || AitedaWhere stories live. Discover now