Llegaron a la mansión un rato más tarde y se sentía lleno de felicidad y energía. Ahora todo lo que necesitaba era su hembra para hacer la noche completa. Aplausos estallaron cuando entraron en el vestíbulo, pero no le importaba. No quería celebrar. Sólo quería a su shellan. La buscó entre la multitud y de repente, allí estaba. Mirándolo con adoración total y completa.
Suspiró. Ahgony podría morir ahora mismo, y moriría como un macho feliz.
Caminando hacia ella, la besó como nunca la había besado delante de la gente. Incapaz de esperar más, él la levantó y subió las escaleras.
Unos silbidos les siguieron, pero no le importo. Él no era el único que tendría meneo en la mansión esta noche, por lo que todos podrían simplemente morderle el culo.
Finalmente todo se había resuelto y podría estar con el amor de su vida, su hembra, su todo. Y como Hermano nada menos.
La llevo a través del umbral de la puerta de su dormitorio y la dejo en el suelo. Maldita sea, pero ella era hermosa.
- Te quiero.
- No tanto como yo te quiero a ti, mi hembra. Joder, te adoro. Te debería de poner en un pedestal y no dejar que bajes nunca. Voy a adorarte cada maldito día de mi vida porque eres simplemente perfecta. Ahora ven aquí y déjame amarte de verdad.
- Ah no.
Ella dio un paso atrás y bajo los tirantes de su vestido, dejando que este cayera al suelo en un charco de seda. Él se quitó los pantalones, en tiempo récord.
- Maldita sea, mujer. Ven a mí.
Era perfección pura. Tenía que tenerla… ya. Pero ella tenía otros planes.
Con una sonrisa traviesa se arrodilló delante de él.
Mariah lo miró, mordiéndose el labio, y su polla tembló.
- Tahlly...
Ella tocó la punta con un dedo, recogiendo las pocas gotas que estaban saliendo de él y se llevó el dedo a la boca.
- Oh, mierda.
Su lengua salió y lamió la humedad, chupándose el dedo. Era la cosa más erótica que había visto nunca. Ella gimió al notar su sabor y Ahgony sentía que estaba a punto de volverse loco si no se enterraba a sí mismo dentro de ella, en este jodido instante.
La levantó con facilidad y no hizo caso a su débil protesta.
- Puedes hacer lo que quieras con mi polla más tarde, tahlly. Ahora mismo... Tengo que hacerte mía.
Envolvió sus piernas alrededor de su cintura mientras él la penetró.
- ¡Joder, sí!
Su orgasmo llegó en cuanto entró en ella y la notó palpitar a su alrededor... Toda la energía reprimida y la emoción de esta noche hicieron que se corriera sin parar y le mordió el pezón para conseguir que convulsionara alrededor de él, perdida en su propio placer.
- Dios Ahgony, no te detengas. No pares nunca.
- Nunca tahlly.
Frenó el movimiento de bombear dentro y fuera de ella, ya que ambos trataban de recuperar sus respiraciones.
- ¿Estás bien, cariño?
- Mmmmm, estoy mejor que bien. Pero... Creo que necesitas una ducha.
Ella arrugó la nariz un poco al mirarlo. Sí, tenía razón. Estaba lleno de la grima de la Tumba, y también sudado y lleno de sangre…
