Fin de año

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31 de diciembre
Mientras me maquillo, escucho atenta la conversación a gritos que se está dando en la planta de abajo. Mi madre es la protagonista de ella, para variar, y es que ni si quiera un día como este va a declarar el fin de la guerra. Está discutiendo con su padre y su hermano, aunque ninguno de estos ha levantado la voz. Termino de arreglarme y bajo las escaleras. Veo a mi abuela intentando calmar a la fiera, pero es imposible. Es curioso, porque lleva unos días realmente enferma y aún así vuelve la burra al trigo. Me siento en la mesa junto a mis primos, que ya han empezado a comer. Aquí cada uno por su lado. Cenamos, de vez en cuando se producen roces y finalmente nos tomamos las uvas.

1 de enero

Suena mi móvil. Mensaje de Alex.

"¡Feliz año! Lo celebro por todo lo alto pensando que lo he terminado con muy buenas sensaciones contigo. Estoy seguro de que este año para nosotros va a ir mejorando. Confío plenamente en ti, y es que esto que estamos teniendo es algo que nunca había sentido. No sé cuánta distancia nos separa exactamente, pero no es una excusa. Convencido estoy de que va a salir todo bien, estaré dispuesto a hacer lo que sea para seguir viéndote. Empezamos el año juntos y espero que también lo terminemos juntos. Luego nos vemos. Te adoro demasiado"

-Entonces, ¿vas a salir de fiesta con el churri? -Me pregunta mi tío Paco. Estaban tardando. Sonrío y bebo agua, suplicando que la conversación se desvíe. No lo hace. Llega la hora y me monto en el coche junto a mis padres. Seguimos al gps, que nos conduce a nuestro destino final, un recinto con una gran cola de jóvenes que se extiende a lo largo de un parking. Diviso pronto a mi prima y voy hacia ella. Está guapísima. Marta siempre me ha dado envidia, ya no solo por su físico, si no por su buen gusto a la hora de combinar un outfit. Alex aún no ha llegado, pero el resto sí. Los saludo y esperamos en la fila. Avanzamos y continúa sin venir. Lo busco con la mirada, pero solo veo vestidos y esmóquines. Entramos e intento no caerme con los tacones que llevo pegados a mis pies. Estaría bien empezar el año sin hacer el ridículo. Uno de ellos, Roberto, se acerca a mi y empezamos a hablar. Lo cierto es que resulta majo y agradable.

-Alex acaba de llegar.-Oigo.

Entonces lo veo. Se aproxima al grupo y comienza a saludar.

-Qué guapa estás.-Me dice.

Sé que miente. No sabía que hacer con mi cara y acabé echándome cinco kilos de maquillaje. Malditos complejos.

-¡Vamos a bailar! -Dice alguien. El resto apoya la decisión y entramos al interior. Se paran en la barra y piden sus respectivas copas, excepto yo y otra chica, la ex novia de Alex y la actual pareja de su mejor amigo. Esta me separa del grupo y me anima a bailar con ella. No la rechazo a pesar de la dificultad que me produce bailar con el apretado vestido en el que estoy embutida. Encima con tacones... Con lo cómoda que estaba yo en chándal. El resto de la noche transcurre igual. Sí, así de aburrido. Roberto me ofrece copas, yo les doy sorbos, seguimos bailando y poco más. Rezo para que el alcohol me suba rápido y así no tener que tragarme el muermo en el que me han metido, pero no lo consigo. Roberto me hace la noche más amena. Incluso me ha hecho reír. Esto acaba molestando a Alex, que decide separarse de nosotros e irse con los otros. Opto por no prestarle mucha atención. Después de un rato bailando con Roberto, buscamos al grupo. Cuando lo encontramos nos acercamos y hacemos lo que hemos estado haciendo el resto de la noche: bailar como si nos lo estuviésemos pasando bien (al menos hablo por mi). En estos momentos es cuando más echo de menos a mis amigos. Si estuviesen aquí todo sería tan diferente... Estaríamos corriendo de un lado para el otro y yo ya habría perdido mis tacones. Estaríamos bailando hasta chorrear del sudor y cantando hasta quedarnos afónicos. Me dolería la barriga de tanto reírme de la risa contagiosa de Carlos y de las ocurrencias de los demás. Esa sí que sería una noche ideal.

-Hola.-Me dice un chico sonriente al cual no había visto en mi vida.

Me dispongo a contestarle cuando Alex aparece, me da la vuelta y me planta un beso delante de este.

¿Qué ha sido esto?

Nos separamos y veo como el chico se va.

-Lo siento. Es un gilipollas, tenía que hacerlo.

¿Cómo debería tomarme eso? Que sea gilipollas o no lo decidiré yo. ¿Quién se cree?

Veo a sus amigos riéndose de la escena. Tierra trágame y escúpeme en Tenerife.

-¿Bailamos? -Me pregunta.

Qué remedio.

-Vale.

Me coge por las caderas y comienza a guiarme. Suena "Sirenas" de Taburete. Me gusta la canción pero bailarla así no es el plan ideal que me imaginaba. Yo prefiero cantar gritando y bailar de mil maneras, saltando, yendo de un lado para otro.

-Te quiero.-Me dice.

-Yo también.

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