48 horas antes

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        Me desperté en la mañana de un 6 de junio de 1955. Me levante, fui a la puerta para ver que había llegado en correo y había una carta de mi jefe en la que la decía que la compañía (las 6 personas que escribíamos un intento de periódico en Philadelphia) necesitaba  una noticia que atrajera a más gente para incrementar nuestras pobres ventas, si no rodarían cabezas.

        Como estaba necesitado de dinero decidí colaborar sin refutar y me puse a buscar una historia que llamara la atención. Pero en un pueblo tan aburrido como Philadelphia no hay mucho para escoger o encontrar, pasé toda la mañana y la tarde pensando en algo que me ayudara, pensé en escribir noticias falsas o exageradas pero sería mucho trabajo y arriesgado, sin mencionar que detesto el amarillismo. Cayó la noche y todavía no tenía nada, entonces escuche en la radio sobre un hospital mental en el que un paciente se había suicidado con un lápiz, fue lo más interesante que se me presentó hasta el momento y decidí investigar un poco más para mi noticia, escuche toda la transmisión hasta las 9:30pm. Se trataba de un tal Johan Unheart paciente del hospital mental Byberry que padecía de esquizofrenia el cual tras no haber sabido nada de su hermano gemelo en un día entero, tomo un lápiz y se lo enterró en la sien izquierda, pero resulta que su hermano había sido transferido a otro hospital mental.

                 La noticia me pareció muy curiosa y decidí visitar el hospital a ver que más podía agregar a mi noticia.

            Al día siguiente me levanté temprano, subí a mi vieja camioneta y busque ese hospital, después de unas cuantas horas de preguntar a peatones si sabían dónde quedaba el hospital mental Byberry, un señor mayor me dijo la indicación exacta, me dijo también que una de sus hijas estaba internada allí y me preguntó si le podía llevar a dicho hospital, por cortesía le dije que sí, se montó en la camioneta y fuimos a lo alto de una montaña.

        Llegamos aproximadamente a las 11am, era una montaña con muchos árboles muy densos y en casi lo más alto de la montaña estaba el hospital, un poco difícil de acceder si vas a pie, pero era un sitio hermoso, una mansión inmensa con árboles altos, flores, un portón alto y dorado, una gran fuente en la entrada y hasta tenía un pequeño zoológico. Era un lugar acogedor y en buenas condiciones aparentemente. El anciano y yo entramos al lugar pues el portón estaba abierto, pasamos con la vieja camioneta y estacionamos cerca de la hermosa fuente, a unos pocos metros había una patrulla vacía; bajamos, cerramos las puertas y caminamos hacia la puerta principal del manicomio, entramos y vimos como todo estaba tan limpio y silencioso que apenas se podían escuchar nuestras respiraciones, los empleados se veían tan concentrados haciendo sus labores con sus uniformes blancos y limpios que no agradaba la idea de interrumpir, pero tuvimos que hacerlo.

        —    Buenos días — le dije a uno de los tres jóvenes que estaba atendiendo en la recepción.

        —    Buenos días — me contesto sin mover la cabeza del cuaderno que tenía en su escritorio.

       —    ¿Sabe dónde puedo encontrar a mi hija? — dijo mi acompañante casi que interrumpiendo el dialogo entre el joven y yo.

        —    ¿Cómo se llama su hija?

        —    Kelly.

        —    Bien, dígame su nombre por favor — aun no dejaba de clavarle la mirada a ese cuaderno.

        —    ¿Mi nombre?, Michael –- lo dijo con mucha inseguridad.

        —    Señor Michael ¿Usted tiene apellido?

        —    Kell, Michael Kell.

        El joven finalmente movió su mirada del cuaderno y la puso en el señor Michael, por cierto, después de haber pasado unas 3 horas juntos no se me había ocurrido preguntarle su nombre a este señor, no sé porque.

El  macabro hospital mental Byberry (Outlast)[En Corrección] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora