Capítulo noveno: llamándote

16 1 0
                                    

Capítulo 9:

Llamándote.

Me desperté sola y algo desorientada con la luz de la tarde chocando en mi rostro, lo que no ayudaba en nada al dolor palpitante que crecía en el fondo de mi cabeza.

No era necesario ubicarme en tiempo y lugar, ya que recordaba perfectamente los sucesos de anoche, por lo tanto, sabía que me encontraba en el departamento de Ariel y que era pasado el mediodía, dado que nos habíamos dormido tiempo después del amanecer.

Al levantarme de la cama tuve un ligero mareo acompañado de dolores en el cuerpo. El cóctel perfecto de alguien que había salido la noche anterior.

Luego de hacer mis necesidades básicas y lavarme el rostro, salí del baño con cuidado, preguntándome qué estaría haciendo Ariel.

Cuando entré en la sala y no lo vi, comencé a preocuparme pensando que quizás había decidido dejarme sola, pero luego escuché ruidos metálicos en la cocina y suspiré, aliviada, para luego acercarme.

Resultaba que Ariel se encontraba preparando un tipo de almuerzo-merienda, murmurando por lo bajo mientras iba y venía, por lo que tardó unos segundos en percatarse que me encontraba detrás de él.

Me miró durante un segundo y luego enrojeció.

Estaba despeinado con unos pantalones de pijama y una vieja camiseta. Al parecer, no le agradaba estar en paños menores con visitas. Luego recordé que yo solo tenía puesta la camisa que él había usado la noche anterior.

―Yo, lo siento. No quise despertarte. Estaba preparando algo por si tenías hambre ―musitó avergonzado, como si lo hubiese encontrado ocultando un cadáver.

―No te preocupes, me desperté sola. De todas formas, ya era hora de que lo hiciera ―sonreí para infundirle ánimos―. Así que... ¿te gusta cocinar?

Ladeó la cabeza pensativamente durante un momento, luego se giró para seguir batiendo un par de huevos.

―Digamos que alguien que vive solo tiene que aprender ciertas cosas para no morir de hambre. Gracias a mi tía y a internet sé preparar algunos platos interesantes. De todas formas, solo estoy haciendo unos waffles y unos pastelitos de nata.

Realmente lo decía como si fuera cosa fácil cuando yo no sabía ni freír un huevo. Generalmente Caroline era quien cocinaba en el departamento y, cuando ella no estaba, ordenaba algo ligero o comía algo rápido antes de entrar en el horario universitario.

―Ya que eres tan buen cocinero, algún día tendrás que enseñarme algo.

―Claro, cuando tengas algo de tiempo libre luego de los exámenes podemos hacerlo ―aceptó―. Ahora, ¿por qué no te das una ducha mientras yo termino con esto? Si no quieres ponerte el vestido puedes elegir algo de mi ropa.

Asentí y me dirigí nuevamente al baño, contenta de haber llevado en mi bolso al menos un cambio de ropa interior y calcetines, ya que había pasado tantas veces fuera de casa que sabía que había que llevar ciertas cosas de repuesto. Incluso llevaba encima un pequeño set de limpieza personal y algo de maquillaje básico.

Durante la ducha el dolor tanto de cabeza como del cuerpo aminoró, haciéndome sentir más relajada, pero ese punto de relajación duró poco cuando recordé el rostro de Ariel completamente ido anoche, lo cual me hizo sentir una tristeza inmensa.

No tenía muy claro lo que había pasado, más allá de que realmente era algo malo y que quizás deberíamos hablarlo, pero no tenía idea de cómo sacar el tema sin que él se sintiera realmente mal, algo que yo no quería que pasase.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 26, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La inocencia de tu voz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora