Pagina 7.

245 10 3
                                    

Capítulo 2.

El primer día.

Watson estaba en el Gran Comedor, hablando todavía con los Hufflepuff. Cuando no le quedó más remedio, fue a ocupar su sitio en la esquina de la mesa de Slytherin con una expresión de martirio que hizo que Scorpius, a pesar de no ser un niño violento, deseara pegarle un puñetazo. Hector, al que le tocaba sentarse a su lado, le
lanzó una mirada de pocos amigos.

—Procura no rozarme —le advirtió.

El niño hizo una mueca, pero no dijo nada. Scorpius se dio cuenta de que, pese a lo gordo que era, no tocaba casi la comida,  como si le diera asco. Él, sin embargo, estaba famélico, y eso que se
había comido media docena de pasteles en el té. Entonces oyó unas. carcajadas provenientes de la mesa de Gryffindor y vio que un chico pelirrojo y otro negro estaban haciendo reír a sus ccompañeros con alguna historia.

—El pelirrojo es James Potter —le susurró Morrigan.

James Potter… Scorpius lo observó con disimulo. No tenía
nada de especial, un chico de mediana estatura, con pecas y granos.
Aunque parecía algo presumido. Scorpius se dijo que era probable que fuera tan idiota como Gabriel siempre había dicho que era.

Cuando terminaron de cenar, todos volvieron a su Sala Común y Scorpius y los demás siguieron haciendo los deberes. Esta
vez, Watson había tenido que irse con ellos, ya que los de primero no podían estar fuera de sus respectivas Salas Comunes después de la cena, pero se había ido a un rincón y se limitaba a estar ahí, lloriqueando de vez en cuando.
El profesor Slughorn entró al cabo de un rato para hablar
con los de primero y asegurarse de que su primer día en el colegio les había ido bien.

—Pero profesor —protestó Britney—, la profesora Daskalova me quitó dos puntos, pero yo no había dicho nada malo, de verdad.

—Tienen que aprender a comportarse bien, señorita Steele
—dijo Slughorn, con amabilidad—. Todos debemos demostrar que la Casa de Slytherin merece otra oportunidad.

Scorpius sintió una especie de malestar en el estómago y,
aunque no supo por qué, no le sorprendió notar que algunos alumnos más mayores se tensaban al oírlo, igual que se habían tensado aquella mañana cuando Slughorn había dicho que Watson iba a darles una oportunidad. Pero aquella mañana habían estado en el Gran Comedor, donde cualquiera podía oírlos, y esta vez estaban en la Sala Común, lejos de ojos y oídos extraños, y uno de esos alumnos miró al profesor fríamente.

—No creo que a Salazar Slytherin le hiciera gracia saber que
ahora sus estudiantes tienen que arrastrarse buscando la aaprobación de las otras Casas.

El profesor Slughorn pareció sentirse ultrajado.

—Veo que las vacaciones no han mejorado su carácter, señor
McNair. Espero que algún día madure y deje atrás esa actitud altanera.

McNair, un chico alto, flaco y con una nariz y barbilla prominentes, bufó despectivamente y se marchó de allí sin mirar al profesor. Scorpius lo observó marcharse con los ojos muy abiertos,
impresionado por el modo en el que le había hablado, y no dejó de notar que algunos de los alumnos mayores le dirigían sonrisas no siempre disimuladas de aprobación.

—Los alumnos como él sólo traen problemas —siguió
Slughorn, en tono adoctrinador que no encubría del todo que seguía irritado por el comentario de McNair—. Espero mucho más de ustedes. No se metan con nadie y obedezcan siempre a los profesores; no den motivos para que piensen mal de nosotros. El honor de Slytherin también recae sobre sus hombros, ¿entienden?

Scorpius no estaba muy convencido, pero la frase sobre el honor le hizo efecto. Aunque sólo llevara un día como Slytherin, su amor por esa Casa era lejano ya, y lo había absorbido a través de las anécdotas de sus padres, de sus abuelos, de los adultos que le rodeaban cuando estaba en Inglaterra. De algún modo impreciso, en el fondo de su corazón, su familia y Slytherin estaban tan relacionados que hablar mal de unos equivalía casi a hablar mal de otros.

El día había sido más intenso de lo que parecía, y Scorpius se
descubrió con ganas de meterse en la cama, aunque esa noche tuviera que compartir ya la habitación también con Watson. Éste había empezado a lloriquear con más fuerza desde que un prefecto les había dado el primer aviso para irse a la cama y no dejó de hacerlo mientras se acostaba.

—¿Piensas llorar toda la puta noche? —espetó Damon, irritado.

Watson no dijo nada y siguió llorando. A Scorpius no le importó; cinco minutos después se había quedado dormido y soñó que un montón de personas pelirrojas le perseguían.



You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 17, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Alianza -Libro 1- [Señales]Where stories live. Discover now