1. TIEMPO

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Cuando Camila llegaba a ese lugar se sentía la persona más feliz del mundo.

Y es que no era para menos, experimentar los bellos paisajes de ese parque natural, los árboles, los animales campestres, sentir la brisa suave sobre su piel y respirar de aquel oxigeno tan puro era uno de los placeres más grandes que se puedan vivir. Más aún, le encantaba ir con su familia que le daba gusto en lo que le apeteciera mientras estaban allí. Se alejó un poco de ellos mientras fue a su lugar favorito del parque.

Un lago cubierto de un bellísimo color azul cristalino se observaba perfectamente desde lo que Camila había llamado de niña la Gran Roca, una elevada superficie natural de piedra que en lo más alto hacía una forma de sillón desde el que te podías sentar con una limonada y observar el lago de una manera espectacular. Cada vez que visitaban este parque era inevitable que Camila se alejara de sus padres y fuera a la Gran Roca a pensar acerca de todo lo que le pasaba y disfrutar de la maravillosa vista del lago.

Sin embargo, en esta oportunidad fue distinto. Cuando llegó allí se dio cuenta que alguien más había descubierto su lugar favorito. Se notaba mientras se acercaba que alguien estaba ocupando el sillón donde ella se sentaba y donde pasó tantas tardes de su infancia. Se veía de espaldas pero era sin duda un chico. Se acercó un poco temerosa.

—Disculpa, ¿Vas a tardar mucho tiempo aquí? —Preguntó ella acercándose un poco más sin conocer aún el rostro de aquél extraño.

Tras pasar unos segundos nadie contestó. Camila un poco disgustada ante la grosería por el silencio del chico seguía acercándose.

—Oye, quiero sentarme un rato aquí pero me gustaría hacerlo sola, así que dime en cuánto tiempo te vas.

Nuevamente no recibió respuesta.

Esta vez Camila ya empezaba a sentirse un poco asustada. A pesar de lo ocurrido, tomó algo de valentía y decidió acercarse definitivamente hasta el sillón de piedra. Cuando se puso delante de éste descubrió que efectivamente había un chico. Un joven de cabello castaño y desordenado que vestía una camiseta de The Killers y jeans oscuros estaba profundamente dormido sobre el sillón.

— ¡Despierta! —Gritó Camila mientras sacudía suavemente al chico.

El joven despertó algo desconcertado y dejó a la vista de Camila sus bonitos ojos claros. Definitivamente era un chico muy guapo.

— ¡Qué!, ¡Qué!, ¡Qué pasó!

— Nada, te quedaste dormido en el sillón de piedra. — Respondió Camila con timidez.

— ¿Quién eres tú?

—Me llamo Camila, vine a pasar el fin de semana en el Parque acampando con mi familia. Este es mi lugar favorito, llegué y estabas dormido entonces te desperté. —Respondió rápidamente y apenas vocalizó. De inmediato se preguntó porque había dado tanta explicación a un desconocido. Así que se le hizo justo devolver la pregunta— Y tú eres…

—Sebastián, mucho gusto. —El chico se puso de pie y mostró su mano a Camila con el fin de estrecharla con ella. Camila aprobó el gesto. —Es la primera vez que vengo a este parque, mi mamá y mis tíos están acampando cerca. Salí a caminar un rato y descubrí este lugar y me gustó, escuchaba un poco de música mientras veía el lago y creo que me quedé dormido —cuenta Sebastián avergonzado y con una sonrisa.

Por unos segundos la extraña pareja queda en silencio sin saber qué decir hasta que finalmente Sebastián rompe el silencio.

—Bien, creo que me iré, llevo mucho tiempo aquí y mamá debe estar preocupada. Fue un gusto conocerte Camila.

Camila asintió con la cabeza y se despidió de aquél curioso joven. Sebastián se alejó de la Gran Roca y Camila finalmente logró estar sentada en su anhelado sillón de piedra.

Mientras observaba el lago pensaba en el extraño suceso. Y por qué no, en los lindos ojos que acababan de encontrarse con los suyos. No tardó mucho en darse cuenta que el joven había dejado olvidado algo sobre el sillón. Algo que sin saberlo aún, daría inicio a una serie de sucesos inesperados.

¿Te acuerdas de mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora